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PARO CAÑERO

Superiberia

  Por: Andrés Timoteo / columnista

PARO CAÑERO

Es la historia de nunca acabar en el campo cañero. Los productores de caña de azúcar volvieron a bloquear accesos a los ingenios y bodegas en las factorías del País, 22 en Veracruz, en demanda de que se modifique la fórmula para calcular el precio de la tonelada de gramínea desprendido de un galimatías aritmético que se basa en muestreos sobre cantidad de dulce que tiene la fruta y, por ende, el rendimiento esperado y las proyecciones del mercado.

 Por supuesto que es, como sospechan todos, una treta matemática para robar al productor, castigando lo que más se pueda el precio de la fruta. Esto a pesar de que por rendimiento no se para ya que la zafra 2018-2019 generó 6.4 millones de toneladas de azúcar. Es decir, la producción no ha mermado, lo que significa que es óptimo el rendimiento de la caña de azúcar en cuestión de dulce.

 Pero en el rejuego de conseguir ganancias exprimiendo a las partes más vulnerables de la agroindustria, que son los productores y los trabajadores de los ingenios, los propietarios de los ingenios mexicanos hacen lo de siempre: sacar utilidad a costa de todo, incluso de la miseria del otro.

 Ahora, los productores exigen que el pago por tonelada de caña suministrada a los ingenios sea como mínimo de 848 pesos para la zafra 2019-2020 y piden a la Secretaría de Agricultura que ahora que están en la “Cuarta Transformación” en verdad se muestre como ente defensor de los hombres del campo y no sólo de los industriales. De paso, piden un incremento de al menos 10 por ciento en el precio del azúcar salida de bodega para estabilizar la situación de la agroindustria.

 En términos llanos, los cañeros le están escribiendo una carta a Santa Claus en pleno otoño, pues dadas las condiciones en que está montada la relación de industriales con autoridades es muy difícil que se destrabe las complicidades y se beneficie al agricultor. Y eso que el mismo presidente, Andrés Manuel López Obrador, se comprometió desde la campaña electoral a rescatar el campo nacional y en especial a la agroindustria azucarera, entendiéndose a los productores de caña de azúcar.

 No hay que olvidar que el 2 de diciembre de 2018, en su primera gira como Presidente en funciones que realizó a Xalapa y el pasado primero de junio en Yanga, donde puso en marcha el programa “Producción para el Bienestar” con el apoyo a cañeros repitió el compromiso de salvar la agroindustria y en especial a los agricultores. Nada ha sucedido.

 Los empresarios continúan con su voracidad, abusando con el precio de la caña y retrasando los pagos por la misma, mientras que para los cañeros persisten las peripecias. Salvo la entrega de 7 mil 300 pesos a cada productor -que no resuelve nada- de parte del Gobierno Federal, el resto del engranaje se mueve igual que con las administraciones priistas y panistas.

ESTRÉS HÍDRICO Y T-MEC

 Este paro en los ingenios es nacional, convocado por las dos organizaciones de cañicultores más fuertes que son la Unión Nacional de Productores de Caña de Azúcar de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Confederación Nacional de Propietarios Rurales (CNPR), no es el único, tampoco el primero ni mucho menos será el último.

 En este mismo año en varias factorías se realizaron bloqueos tanto por productores cañeros como por trabajadores sindicalizados para exigir el pago de liquidaciones de fin de zafra y prestaciones laborales retenidas. En la zona Centro de Veracruz ha habido bloqueos en los ingenios El Carmen, San José de Abajo y San Miguelito, ubicados en Ixtaczoquitlán, Cuitláhuac y Córdoba, respectivamente.

 Actualmente, los 51 ingenios azucareros tienen actividades de reparación técnica y preparación para la próxima molienda, por lo que el paro realizado por los cañicultores es algo casi simbólico que sólo afecta directamente en la interrupción de la salida del edulcorante de las bodegas, las que todavía tienen remanentes.

 Para la zafra 2019-2020 además de la trama perversa para castigar los precios tanto de la gramínea como del dulce producido, hay otro fantasma que amenaza con empeorar la situación: el llamado “estrés hídrico”, es decir, la sequía que azotó este 2019 pasará factura a las plantas de caña que mermarán su rendimiento por el déficit de humedad y de acuerdo con los pronósticos Veracruz será uno de los seis Estados más afectados por esta situación, de los quince que son productores azucareros.

 Y no es la única calamidad que se cierne sobre la agroindustria azucarera a corto y mediano plazo, pues también están las nuevas condiciones –a aplicarse- del Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en las que se estipula que México sólo puede exportar azúcar refinada en un 30 por ciento y el resto, el 70 por ciento, debe ser ‘azúcar crudo’ para que los norteamericanos la refinen allá.

 Eso afectará en ganancias al 16 por ciento de la producción nacional de dulce y obviamente frenará que el productor pueda obtener un mejor precio por la gramínea, además de que México está obligado a recibir el jarabe de alta fructosa -de maíz- que Estados Unidos tenga como excedente y como este producto está subsidiado en el País vecino es un edulcorante mucho más barato que el azúcar mexicano, lo que invariablemente le robará mercado doméstico.

 El T-MEC es una herencia del peñismo, sí, pero que fue avalada por representantes de López Obrador que envió, ya como Presidente electo, a las negociaciones con los estadounidenses y canadienses. En resumen, en la parte del Gobierno mexicano no hay esperanza que se cuestione ni modifique ese acuerdo con los países vecinos y los productores cañeros tendrán que lidiar con ese tratado leonino. Vaya panorama.

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