Laurence J. Peter fue el analista canadiense que formuló el famoso principio de administración según el cual todas las personas llegamos a un cierto nivel de avance personal en el que nos resulta imposible entender y cumplir las responsabilidades que tenemos asignadas. Me parece que su mayor genialidad es cuando afirma que “sólo una cosa es más dolorosa que aprender de la experiencia, y esa cosa es no aprender de la experiencia”.
Estoy seguro de que prácticamente cualquier persona a la que se le pregunte dirá convencida, y yo lo comparto, que el actual Gobernador de Veracruz es una persona bien intencionada, realmente preocupado por ayudar a la gente, particularmente a los pobres y a los desposeídos; proviene de una familia de principios, con una tradición de lucha social y si algo caracteriza a sus padres, es la congruencia y la coherencia entre lo que han dicho y la manera en que han vivido a lo largo de los años. Debo confesar que curiosamente al que conozco y sé de su extraordinaria calidad humana y profesionalismo es al Dr. Xicoténcatl García Jiménez quien fue el Médico Neumólogo de mi abuela en su última etapa de vida y con quien estaré eternamente agradecido por los cuidados que tuvo con ella, en lo referente a su hermano, del Gobernador he insistido en que no lo conozco personalmente, sin embargo las referencias que tengo de él son muy positivas, incluyendo comentarios de quienes fueron sus alumnos y le reconocen su dedicación, su empatía y su disposición para apoyar a los estudiantes.
Lo que es un hecho es que ahora a Cuitláhuac García Jiménez le corresponde administrar las instituciones públicas de Veracruz en un momento de profunda incertidumbre nacional e internacional, de severas restricciones económicas y volatilidad financiera, de cambios drásticos en la manera de ejecutar la política y la administración, de tensiones que no se habían visto en Veracruz y de nuevas demandas sociales que presionan como nunca antes a las instituciones públicas.
Para nadie son extraños, tampoco, los ataques sistemáticos y mal escondidos que la actual administración viene sufriendo desde su primer día, por parte de los integrantes del anterior gobierno estatal, cuya única misión y característica fueron siempre y siguen siendo, la siembra de odio, el terror, la brutal violencia institucional, la fabricación de delitos y el uso del aparato judicial con fines represivos meramente políticos y, según afirmó una legisladora federal del propio partido que gobierna en Veracruz, MORENA, hasta los homicidios políticos selectivos para sembrar pánico entre los críticos del tirano.
Todo ello genera una desgastante pugna que desafortunadamente consume el tiempo, la atención y los escasos recursos del actual Gobierno, que deberían dedicarse a mejores propósitos; esa agresión contra la actual administración ha tenido su momento de mayor crisis en la difícil pero necesaria destitución del lacayuno, parcial y fallido abogado de la familia Yunes Márquez, a quien sin cumplir los requisitos de Ley, los integrantes de la “dinastía imperial” impusieron como Fiscal General del Estado, no para procurar justicia sino para concretar sus fines de rencor y venganza de agravios que sólo sufrieron en su enferma imaginación y, por fortuna, para su frustrado sueño de perpetuarse en el poder público; ése Fiscal, justamente defenestrado, que bien sabe la que le espera por haber consentido en la enorme cauda de aberraciones y delitos gravísimos que cometió por instrucciones del jefe y sus cachorritos, violando la autonomía que estaba obligado a proteger, causando daños irreparables a muchas personas y, sobre todo, a las instituciones y a la propia justicia de Veracruz.
El mío es el punto de vista de un mero ciudadano –hoy injustamente privado de mi libertad y de mis derechos políticos, pero que más temprano que tarde demostraré mi inocencia— pero que en su momento pasé por circunstancias similares y me vi obligado a enfrentar problemas de similar complejidad y envergadura. No faltarán los malquerientes y calumniadores profesionales que dirán que pretendo decirle al Gobernador en funciones lo que debe hacer, lo cual no sólo sería iluso e irrespetuoso, sino carente de sentido. Por el contrario, sería más que penoso e incongruente que permaneciera yo en silencio sólo para evitarme críticas y agravios de los mercenarios al servicio del yunato, en lugar de señalar proactivamente, como es mi deber, la delicada problemática que estoy observando en Veracruz. Tengo bien presente la ingeniosa frase del Gobernador Patricio Chirinos (“El respeto al sexenio ajeno es la paz”), pero es justamente por el respeto que le tengo al Gobernador García Jiménez que decidí compartir mis puntos de vista.
1) El actual Gobierno de Veracruz, emanado de MORENA, decidió valientemente emprender una cruzada frontal contra del crimen y de la delincuencia organizada y del orden común.
2) Evidentemente, los grupos delincuenciales, así como los aliados políticos y económicos de esas mafias, que se benefician con la violencia brutal e indiscriminada no van a renunciar voluntariamente a sus negocios, a sus privilegios ni a sus cotos de poder.
3) El gobernante y el Gobierno deben reconocer que las mafias buscan destruir las instituciones, que poseen los medios para corroer todo el sistema, incluyendo jueces, fiscales y policías de todos los rangos.
4) Hacer las cosas de otro modo es dar tiros de ciego, casi siempre fallidos, costosos y frustrantes para la sociedad.
El verdadero camino para contener la seguridad pública requiere de compromiso y valentía y, como lo constaté en mi propio caso, se pagan altísimos costos por ello.