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PAN AZUL O MARRÓN 

Superiberia

Andrés Timoteo /  columnista

La situación hace recordar a la época de la fidelidad. En menos de veinte días, el 8 de septiembre, el panismo veracruzano tendrá que decidir si es oposición y mantiene el proyecto de recuperar diputaciones, alcaldías y la gubernatura en las justas electorales venideras o si se convierte, nuevamente, en un aliado meloso del gobernante en turno y su Partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Tal es la simplicidad de la decisión que los militantes tomarán en los comicios extraordinarios para renovar la dirigencia estatal. Elegirán entre un PAN azul y un PAN marrón. El primero lo representa, a duras penas y aún con todo su desprestigio personal, el tuxpeño José Mancha Alarcón; y, el segundo, el tantoyuqueño, Joaquín Guzmán Avilés, también lleno de señalamientos de corrupción a lo largo de su desempeño público.

 Ambos inscribieron ayer sus candidaturas ante el comité organizador de los comicios internos y repetirán el duelo del 8 de noviembre pasado, porque esas elecciones fueron anuladas por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) a injerencia, según se dice, del Gobierno Federal y Estatal a fin de forzar a una nueva contienda interna para poder acomodar a un dirigente a modo. Vaya, como en los tiempos de la fidelidad.

 La opinión pública no debe olvidar que el innombrable financió la corriente que hizo la famosa “Muralla Azul” que luego fue conocida como el “PAN rojo”, cuyos cabecillas principales eran Alejandro Vázquez Cuevas, hoy afuera, formalmente, del panismo, pero muy cerca del morenismo, y Enrique Cambranis Torres, hoy diputado local y mancuerna de Guzmán Avilés y también muy allegado al morenismo, aunque no ha abandonado a la militancia azul.

Ya no se diga de personajes como el exdiputado por Huatusco, Víctor Serralde – o como se llame en realidad- quien incluso en el 2018 intentó ser abanderado de Morena, pero lo frenaron desde el interior del partido marrón, o el actual senador y exalcalde Julen Rementería, quien en el 2008 entregó el Ayuntamiento porteño a su primo, el priista Jon Rementería, en una negociación con la fidelidad.

Esta misma abarcó también otros negocios que perduran hasta la fecha. Entre ellos la concesión de los parquímetros en la ciudad a una empresa cuyos dueños serían prestanombres del indecible. Es decir, no hay nada nuevo. Ahora se pretende un “PAN marrón” como antes se tuvo el “PAN rojo”, siempre uncido al innombrable y que perduró por casi una década, pues se extendió hasta buena parte del gobierno de Javier Duarte.

Hoy van por el mismo esquema rentista del partido para que las decisiones en futuros comicios no se tomen en el Comité Directivo Estatal sino en Palacio de Gobierno. Tal será la decisión de la militancia panista para el 8 de septiembre. Tal es la nueva batalla en el panismo veracruzano, la competencia entre dos proyectos, el azul y el marrón.

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