Por Andrés Timoteo / columnista
EDILES DELINCUENTES
Se mueven entre Juan Pérez Jolote -el tzotzil protagonista de la novela de Ricardo Pozas- y Juan Vargas de “La ley de Herodes”. Son personajes folclóricos, a veces hasta cómicos y muy representativos del ejercicio del poder en los municipios provincianos donde el caciquismo, la violencia, el robo a las arcas públicas, el abuso y también el crimen y la impunidad rebasaron la costumbre para convertirse en legislación no escrita.
En Veracruz hay varios “Juan Vargas” y “Pérez Jolote” y dos de ellos son noticia en estos días. Uno, es el exsíndico y expresidente municipal interino de Mixtla de Altamirano, Ricardo Pérez Marcos, detenido el martes en Puebla por ser el presunto autor intelectual de los homicidios de la alcaldesa Maricela Vallejo Orea, de su esposo y su chofer, cometidos en abril pasado.
Pérez Marcos es el típico sujeto que, ambicioso de poder, lo consigue a cualquier precio y bajo cualquier color. Él y su esposa, Angélica Méndez Margarito, quien fue presidenta municipal, militaron en el PAN luego negociaron su adhesión no oficial a Morena y terminaron siendo un problema para el partido marrón, por lo que el gobernante Cuitláhuac García, pidió la desaparición de poderes para que el escándalo del magnicidio no los embistiera.
Los Pérez Méndez amenazaron en su momento a Vallejo Orea porque se negó a solicitar licencia para que ellos asumieran el poder y así sumar ocho años de gobierno matrimonial en Mixtla de Altamirano. Vallejo no accedió y la mataron, es la deducción que tiene que probar la Fiscalía General para que un juez imparta justicia.
Otro “Juan Vargas” que es noticia es el exalcalde de San Andrés Tuxtla, Rosendo Pelayo, conocido por todos los tuxtleños como “Chendo Mentiras”, un ladrón de siete suelas desde que era diputado local y funcionario estatal en el sexenio fidelista. En día pasados la policía ministerial cateó su domicilio en San Andrés Tuxtla para ejecutar una orden de aprehensión, pero Pelayo ya está prófugo, dicen que fuera del país.
El tipo robó hasta saciarse de las arcas sanandresanas desde los fondos para obra pública hasta contratos millonarios con el alumbrado público, negocio que hizo con el hermano del exgobernador Javier Duarte. Ya está huido y la experiencia indica que es poco probable que lo detengan y lo presenten ante un tribunal. No hay que olvidar que muchos alcaldes en Veracruz han robado y hasta matado, pero siguen en la impunidad.
Ahí está los casos de Omar Cruz Reyes y Roberto Pérez Moreno, exalcaldes de Medellín de Bravo y Coatepec, respectivamente, autores intelectuales de dos crímenes que sacudieron a la opinión pública. El panista Cruz Reyes ordenó el secuestro, tortura, mutilación y asesinato del periodista Moisés Sánchez Cerezo y Pérez Cruz, conocido con el apodo de “Juanelo”, mandó a matar a su tesorero Guillermo Pozos Rivera.
Nunca los buscaron y obviamente nunca los detuvieron. Ambos fueron desaforados en el 2015 pero el gobierno duartista les facilitó la huida y siguen prófugos. Bueno, en realidad solo uno de ellos, porque con la llegada de Morena al poder estatal, el fidelista Pérez Cruz apareció alegre y colaborador en Xalapa. En enero, Pérez acudió al Congreso Local para ponerse a disposición de los legisladores morenistas y del gobierno cuitlahuista a fin de sumarse a la cargada contra el fiscal Jorge Winckler, ofreciendo presentar denunciarlo y solicitar el respectivo juicio político.
LOS GÓMEZ INTOCADOS
No son los únicos casos de impunidad dada desde el gobierno estatal. Renato Tronco Gómez de Las Choapas que, en el 2006, cuando era edil por vez primera ordenó el homicidio del regidor Alfredo Pérez Juárez. A más de una década, Las Choapas sigue bajo su sello caciquil y es gobernada por su hermano, Miguel Ángel Tronco, mientras que él fue dos veces diputado local y en el 2018 con una postulación panista intentó ser diputado federal.
Otro del mismo pelaje es Basilio Picazo Pérez, exalcalde de Coyutla quien durante un tiempo estuvo huyendo para no ser detenido por el asesinato del exsíndico, Miguel Alonso Raya, cometido en el 2005. Basilio Picazo regresó impune al escenario público, fue diputado local en la pasada Legislatura, su hermano Camerino Picazo se convirtió en Alcalde y luego le heredó el cargo a su hijo, Jesús Picazo Gutiérrez. Es decir, su cacicazgo sigue intocado.
Y qué decir de Gaspar Gómez Jiménez, dos veces alcalde de Hueyapan de Ocampo y a quien se le atribuye la autoría intelectual del crimen del regidor perredista José Leovigildo Ciau Medina en el 2001. La justicia no molestó a Gómez Jiménez quien volvió a la política y a sus andares delictivos porque también es sospechoso de otro crimen ya que se le atribuye la supuesta autoría intelectual en el homicidio del periodista Cándido Ríos Vázquez.
Ayer, jueves 22 de agosto, se cumplieron dos años del homicidio y el oaxaqueño Winckler ni siquiera ha llamado a declarar a los Gómez, pues sobre otro del mismo apellido y paisano, Javier Gómez Cazarín, titular de la Junta de Coordinación Política en la legislatura, también pesa la sospecha de haber ordenado la muerte del reportero. No lo ha hecho ni porque Gómez Cazarín lo intentó destituir con un malogrado juicio político.
A la lista de exalcaldes pillos se suma el de Coxquihui, Reveriano Pérez Vega, líder de la banda delictiva “Los Pelones” quien estuvo prófugo casi dos años pues fue desaforado en octubre del 2017 pero que en junio pasado se le capturó en Puebla. El exedil siempre fue protegido por el innombrable y su compadre, Héctor Yunes Landa, aunque en las elecciones del 2018 operó para Morena. Le pasó como a Ricardo Pérez Marcos de Mixtla de Altamirano porque el manto marrón no lo cubrió suficiente.
Por cierto, el decano de todos ellos es el porteño Efrén López Meza, apodado “El ratón vaquero”, quien durante años evadió la justicia y regresó a la ciudad una vez prescritos los delitos que le imputaron, principalmente por el saqueo del erario. El colmo es que a López Meza sus predecesores en el ayuntamiento de Veracruz no solo superaron sus raterías sino hasta le robaron el título de haber sido el alcalde más ladrón.