Por Andrés Timoteo / columnista
Pues sí hubo ‘candilazo’ en la novena visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Veracruz, donde se confirmó que con dinero nacional se costearán programas sociales en Honduras, al igual que en El Salvador, en el intento de frenar la “ola” migratoria que tanto molesta al presidente norteamericano, Donald Trump. El sábado, el tabasqueño firmó una carta de intención para la cooperación binacional con Honduras.
Lo hizo en el Sur del Estado frente al presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, con quien visitó un vivero operado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y ante el cual se comprometió a financiar los programas Sembrando vida y Jóvenes construyendo el futuro en su País. “Incluso aportando recursos”, subrayó.
Honduras es el segundo País centroamericano a donde se irán recursos mexicanos -que tanta falta hacen localmente- para desarrollar esos programas. Antes fue El Salvador, a donde ya se entregaron 30 millones de dólares del erario nacional. En Honduras, según el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien también estuvo en la gira presidencial, se crearán 20 mil empleos entre julio y diciembre.
“Candil de la calle y oscuridad de la casa” es el refrán que se repite en todo México al saber que se prefiere apoyar a los extranjeros que a los propios mexicanos. Pero la respuesta del caudillo a los críticos es tildarlos de xenófobos -que odian al extranjero- como lo citó en el Sur junto con la enseñanza bíblica de asistir al forastero. Es decir, los que cuestionan que se creen empleos en el extranjero y no en México no sólo son xenófobos sino también pecadores.
Claro, los faroles presidenciales para alumbrar la calle mientras la casa está en penumbras son maniobras obligadas desde Estados Unidos, ante el cual sometieron la soberanía para evitar sanciones económicas. Por cierto, ya que el propio López Obrador sacó a colación la palabra xenofobia, ha resurgido en la comunidad intelectual un concepto que en los años noventa fue acuñado por la sociología valenciana, Adela Cortina: aporofobia, el odio al pobre.
La persecución de migrantes extranjeros ya no es un asunto de xenofobia porque no se les rechaza por tener diferente de color de piel, ojos o cabello, el fenotipo racial pues, o por hablar en otro idioma o tener otra cultura. No, ahora el repudio es al que no tiene medios para sobrevivir, que llega huyendo de mil cosas y al que se le ve como una amenaza para la economía de los locales.
El ser humano, dice Cortina, no nace con aporofobia, sino que esta es inoculada a lo largo de su vida por los intolerantes. Desde hace dos décadas la socióloga había alertado sobre una pandemia aporofóbica en ciernes y hoy es una realidad, tanto por las acciones del trumpismo en México y Centroamérica como la “ola” de gobernantes en Europa que rechazan acoger a los migrantes de África y Medio Oriente.
Así, la supuesta xenofobia, a la que alude López Obrador, es más bien aporofobia, enfermedad social que él mismo está fomentando entre la población al anteponer a los extranjeros sobre los mexicanos.
En este contexto, el viernes pasado el presidente guatemalteco, Jimmy Morales, aceptó que su Nación sea el “tercer País seguro” oficial -el extraoficial es México-. A Guatemala se enviarán todos los migrantes indocumentados que detenga la Border Patrol y sus autoridades tendrán que vérselas para darles hospedaje, alimento, atención médica y hasta empleos.
Tal es lo está haciendo México, aunque por cuestiones de percepción, el Gobierno lopezobradorista ha suplicado a Trump que no le endilgue el nominativo de “tercer País seguro” y se lo cargaron al vecino del Sur. Caprichos del destino, hoy el cómico – a eso se dedicaba antes de ganar la Presidencia, al espectáculo de chistes- Jimmy Morales ha hecho de Guatemala una ‘Guatepeor’
Así, Guatemala sumará más pobres a sus propios pobres. No sólo intentará retener a sus propios migrantes sino servirá de coladera y reservorio de los ajenos, especialmente hondureños y salvadoreños. Pero el proyecto de concentración de indeseables para Estados Unidos fracasará porque ni así detendrán la “ola” migratoria. Vaya, si los migrantes no se quieren quedar en México mucho menos lo harán en Guatemala.