Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco condenó ayer a los cristianos corruptos, no sólo a los fieles sino también a los sacerdotes y a los obispos que se aprovechan de su situación y de sus privilegios.
Durante el sermón de su misa privada matutina, que presidió en la capilla de su residencia vaticana Casa Santa Marta, el pontífice repasó las lecturas bíblicas del día en las cuales aparece Eli, “un pobre sacerdote, débil, tibio, que dejaba hacer muchas cosas feas a sus hijos”.
“¿Cuántas veces el pueblo de Dios siente que no es querido por quienes deben dar testimonio: los laicos cristianos, los sacerdotes, los obispos?”, que a veces dicen “esta pobre gente no entiende nada.
Deberían hacer un curso de teología”, lamentó.
El pontífice sostuvo que en el caso de Eli era todavía peor porque sus hijos eran sacerdotes y también ladrones, buscaban el poder y el dinero, explotaban a la gente aprovechándose de sus limosnas y de sus donativos.
Llamó a seguir el ejemplo de Jesús que acercaba a Dios a la gente y, para conseguirlo, se acercaba él mismo a la gente, a los pecadores e incluso habló de teología con la samaritana, que “no era precisamente un angelito”.
Precisó que Cristo no ofrecía una enseñanza nueva sino que era nuevo el modo de presentarla: la transparencia evangélica.
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