En mayo de 2013, cuando anunció un nuevo operativo michoacano ante el alza de la violencia y el surgimiento de los grupos de autodefensa en la entidad, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dijo que lo que se estaba haciendo tenía al menos tres diferencias con lo que se había hecho durante el sexenio anterior: “Una efectiva coordinación con el Gobierno del Estado, el Ejército, la Marina, todos juntos con una estrategia común. Esa es una gran diferencia, no va la estrategia del Gobierno Federal a imponerse sobre la estatal… A diferencia de hace seis años, el gobierno tiene objetivos claros… Sabemos dónde, quiénes y qué tenemos que hacer… En tercer lugar, la estrategia de seguridad actual busca la participación ciudadana en los barrios y las colonias de Michoacán”.
El secretario Osorio nunca hizo públicos los “dóndes, quiénes y qués”, y por lo tanto hoy no podemos evaluar si la estrategia tuvo éxito; pero a juzgar por lo sucedido el fin de semana y el anuncio del secretario ayer, podríamos adivinar que no.
Las generalidades como “restablecer el orden”, “dar paz a los michoacanos”, son la mejor receta para el desastre.
Las intervenciones militares o policiacas -y lo que estamos viendo es eso- requieren de una estrategia de entrada, objetivos tácticos claros y una estrategia de salida.
¿Cuál es el plan de acción detallado? ¿En qué meticuloso análisis de la situación está basado? El discurso de ayer parece enfatizar en el desarme y desmovilización de las autodefensas, pero el mismo secretario, la semana pasada, dijo que esos grupos habían dañado a los Templarios y por lo tanto requerían de protección. ¿Ya no? ¿Si se desarma a las autodefensas, ganarán los Templarios? ¿Arrestar a La Tuta sería suficiente? ¿Encarcelar a cuántos templarios sería una victoria? ¿Desarmar a cuántos grupos de autodefensa es un éxito? ¿Importa erradicar plantíos, destruir laboratorios clandestinos? ¿Terminar con el pago de derecho de piso -tan cotidiano como la salida del sol en esa región- es uno de los objetivos?
¿Qué se considerará, a partir de hoy, una victoria, aunque sea parcial, en esta guerra? ¿Cómo se evaluará cuál es el momento de retirar a las fuerzas federales? ¿Es ésta una intervención de semanas, de meses, de años, de décadas?
Si el gobierno tiene esas respuestas, no las ha compartido.
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