El simple hecho de caminar por la calle constituye un gesto de desafío para una joven iraní que ha decidido no usar el hiyab.
El pañuelo que cubre la cabeza es de uso obligatorio en Irán y con cada paso que da, esta mujer se expone a ser hostigada o arrestada por la policía de la moral iraní, cuyo trabajo es hacer cumplir los estrictos códigos sobre vestimentas que rigen desde la revolución islámica de 1979.
“Debo confesar que tengo mucho, mucho miedo”, expresó la mujer de 30 años, especialista en medidas de seguridad contra incendios, en un mensaje hablado de WhatsApp. Pidió no ser identificada por temor a represalias.