Por Andrés Timoteo / columnista
La socorrida Guardia Nacional (GN) estará desplegada en doce regiones de Veracruz consideradas entre las más violentas. Dos de ellas están en la zona Centro cuyos puntos de referencias son las ciudades de Córdoba y Orizaba según lo dio a conocer la Secretaría de Seguridad Pública estatal. La mala noticia es que los agentes policíaco-militares son insuficientes para el reto de combatir la criminalidad y serenar dichas regiones.
En una primera instancia serán 4 mil guardistas asignados en la entidad lo que significa que a cada una de las regiones corresponden algo así como 330 efectivos, pero si se considera, por ejemplo, que en el corredor Córdoba-Orizaba hay por lo menos una veintena de municipios en alerta roja por la “ola” de violencia, entonces será apenas una treintena para cada uno. Por donde se le vea, la cifra es insuficiente.
Está claro que los elementos de la Guardia Nacional no serán policías de cuadra sino agentes ‘de élite’ -se supone- dotados de equipo e infraestructura de inteligencia para enfrentar las bandas del crimen organizado y combatir los delitos de alto impacto como los homicidios con sello mafioso –las ‘ejecuciones’- los plagios, la desaparición forzada, la extorsión –‘cobro de piso’- o robos planificados para un botín elevado.
Los feminicidios, que en su mayoría son producto de la delincuencia común, los robos simples o los asaltos a transeúntes, por citar algunos tipos, seguirán bajo la responsabilidad de las policías municipales y la estatal. Ya lo dijo el comandante de la (GN) Luis Rodríguez Bucio, que la corporación “no es una varita mágica”, es decir su sola presencia no hará correr a los delincuentes ni bajar la incidencia criminal.
Tendrá que haber coordinación con las fuerzas locales que son las que conocen el terreno y las células delictivas operantes. Además, su despliegue inicial también trae riesgo inmediato, de acuerdo con lo advertido por el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que los grupos delictivos reaccionarán a la misma. Es más, el fin de semana en Tabasco, la tierra del mandatario, el crimen organizado quemó automóviles y mantas como recibimiento de la Guardia Nacional.
Hay que agregar que lo dicho ayer por el presidente López Obrador también genera incertidumbre en cuanto a las tareas de la nueva corporación pues afirmó que ésta no tendrá como objetivo primordial la confrontación directa con las bandas de la delincuencia organizada, aunque se actuará con prudencia y firmeza. “No queremos guerra, se acabaron los exterminios, las masacres”, dijo.
Lo anterior suena bien, es lo anhelado, pero ¿qué hará entonces la Guardia Nacional con los que matan o secuestran a mansalva? Para serenar al País obviamente no basta el patrullaje distractor, sino que habrá momentos para se deberá aplicar la fuerza y capacidad que tiene la corporación. Y, sobre todo, si no se desarticulan las bandas criminales y sus redes con otros actores de la sociedad, especialmente políticos y empresarios, esto no funcionará.
La arenga de “abrazos, no balazos” sirvió para la campaña electoral, pero es poco efectiva en el ejercicio del poder. Pacificar al País requiere también que el Estado -no la entidad sino el ente que aglutina las instituciones de Gobierno- recupere el monopolio de la violencia como lo estipula el sociólogo alemán, Max Weber. Que el Gobierno sea el único que ejercite la fuerza pública para imponer paz y que está -la violencia- no la ejerzan grupos paralelos como, en este caso, los carteles de la droga.
Sin el monopolio de la violencia en manos del Estado mexicano no se podrá recuperar la gobernabilidad ni los espacios públicos ni serenar la agitada Nación. Por eso se insiste que la panacea no es la Guardia Nacional, esa es la primera línea para atender la violencia, pero debe haber acciones de fondo como el seguimiento y obstrucción de las rutas del dinero mal habido, la ruptura de los pactos entre delincuentes y políticos y, por supuesto, el castigo a los mafiosos. Ninguna corporación policíaca funcionará si solo se combate a los delincuentes de tierra y se deja intocados a los de la élite.
