Por Andrés Timoteo / columnista
LA CUATRO-TE
¿Hoy es fiesta nacional? Debería serlo, no porque se cumpla un año del triunfo electoral del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, sino porque es el primer aniversario de la gesta ciudadana que castigó al régimen que depredó al País en el último siglo y lo llevó a la postración intolerable sobre todo en materia económica y de seguridad pública. Entonces, hoy lunes primero de julio debería ser de festejo popular.
Extrañamente no se percibe el jolgorio manifiesto en los 30 millones que votaron por López Obrador y si bien no hay -todavía- un repudio generalizado hacia él, muchos están pasmados, casi escépticos. Algunos se dicen decepcionados y traicionados, otros están a la expectativa, aún llamando a esperar porque siete meses de gobierno – que también se cumplen hoy- no son suficientes para enderezar el maltrecho País.
Los pocos, que son los que están montados en la nomenclatura burocrática de los gobiernos emanados del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) -es decir, lo que ‘agarraron hueso’ como se dice coloquialmente en el Gobierno Federal, en los gobiernos estatales, en legislaturas o alcaldías- festinan y corean el primer aniversario de la victoria comicial del 2018.
También son pocos -todavía- los que rechazan tajantemente al Gobierno lopezobradorista y exigen su renuncia. Aunque el mismo López Obrador y la ‘chairada’ los adjetivan como ‘fifís’, ‘conservadores’, ‘prianistas’ y demás, a fin de descalificarlos, son voces que podrían crecer hasta convertirse en griterío porque sumarán con el tiempo a todos los desencantados.
Ayer, por ejemplo, en la Ciudad de México y en varias ciudades del País se realizaron marchas contra el tabasqueño. No fue un maremágnum que calara a la Nación, pero sí fueron más que los de las primeras manifestaciones. Claro, en esas manifestaciones, que impulsan ciudadanos y algunos grupos empresariales, se cuelan muchos personajes impresentables, como los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, que la apoyaron y llamaron a nutrirla.
Ambos exmandatarios son desvergonzados, aunque no son el centro de la movilización, y más allá de ellos, el morenismo sí debería preocuparse y ocuparse del mensaje de los inconformes más que descalificarlos porque hoy son decenas o cientos, pero mañana pueden ser miles o millones en a las calles contra el Gobierno lopezobradorista.
El ingenio del mexicano es grandioso y ahora a la llamada “Cuarta Transformación” ya la rebautizó como la “Cuatro-te”, o sea la 4T como la abrevian algunos, aunque con un rejuego de significados, pues en el argot popular un “cuatro” es una trampa, una celada, algo malo, y la “cuatro-te” es una trampa enorme, una farsa magna y ese es el sentido que le dan al proyecto de Morena y López Obrador, que apunta a ser una trampa en la que cayeron 30 millones de mexicanos el primero de julio del 2018.
DEMOCRACIA POTABLE
En lo personal -y se ofrece una disculpa a los lectores por escribir en primera persona- considero que no es tiempo suficiente para descalificar por no poder enmendar lo que recibió descompuesto. Es verdad que el Gobierno lopezobradorista ha tenido errores y ha generado en muchos un desasosiego, por rodearse de algunos impresentables y adoptar medidas que son peores que las de sus antecesores -militarizar al país o perseguir migrantes, por ejemplo-, pero aún no se deben perder las esperanzas.
La economía decadente con la cancelación de proyectos multimillonarios y el inicio de otros que apuntan a ser botines de la corrupción, la crisis en seguridad pública con la “ola” de violencia que ha roto récord de muertos y secuestrados, la austeridad en el gasto público que ataca a la clase media, no a los adinerados ni a la burocracia dorada, y ahora la sumisión al gobierno de Estados Unidos son los grandes tumbos de la 4T.
Pero hay tiempo de corregir y también para esperar que las medidas hoy implementadas den frutos positivos. De no hacerlo, viene el 2021 con la consulta para revocar su mandato -aunque el proyecto no está aprobado aún- y ahí será la oportunidad para reclamárselo. A mi parecer, lo más peligroso de López Obrador no es que priorice una economía estatista, que apuntale el clientelismo -que ya se daba desde hace años- y ni siquiera que se incline hacia el imperio del norte -como los gobiernos anteriores-.
No, el verdadero peligro es el mesianismo del tabasqueño, que implante un régimen confesional y voluntarista, casi teocrático. Que use a las iglesias -cristianas y católicas- para difundir doctrina política, que sus decisiones sean inapelables como las de un pontífice, que haga de su “constitución moral” una Ley vigente y castigadora, que consulte a mano alzada o en referendos amañados para simular decisiones democráticas.
También que perdone a criminales y corruptos por mera voluntad personalísima y que a todos los contrapesos -legisladores, jueces, periodistas- los descalifique públicamente y los convierta en enemigos de la Nación, sembrando odio nacional contra ellos. Ese es el riesgo que debe ponernos en alerta a todos. En la historia reciente muchos dictadores y autócratas de la era moderna llegaron al poder por la vía democrática y con amplio respaldo electoral, para después convertirse en tiranos.
Como muestra está el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien llegó al poder con un amplio respaldo ciudadano y hoy es uno de los mandatarios más represores que haya tenido ese País, y quien dice sin tapujos que “la democracia es un vehículo al que te subes y cuando llegas a donde quieres, simplemente te bajas y ya”. Algunos teóricos de la filosofía política comparan a la democracia con el agua potable que corre en una tubería, si la tubería está taponeada deberá destaparse con un golpe de agua, de democracia contundente, pues.
En ese proceso, dicen, muchas veces lo primero que sale del grifo es agua sucia que no se debe beber porque es dañina. Luego vendrá el agua limpia, aunque -en algunos casos- en lo inmediato también arroja impurezas que se han quedado rezagadas en la tubería. Así son los gobiernos surgidos de un ‘golpe democrático”, son potables, pero no totalmente puros ni inocuos.
A veces hay que filtrarlos, hervirlos, purificarlos, desinfectarlos, es decir, someterlos a la permanente vigilancia y exigencia ciudadana para evitar que se vuelvan a enturbiar o enfermen a la sociedad. Eso habrá que hacer con la “Cuatro-te”.
CASI LEYENDA URBANA
Mientras tanto, hoy lunes el tabasqueño López Obrador encabezará un mitin masivo en el zócalo de la Ciudad de México para conmemorar el aniversario de su triunfo electoral. Será apoteósico, no se espera de otra forma porque si antes lograba copar con millones de personas esa plaza y muchas calles y avenidas aledañas, ahora con el poder presidencial -entiéndase capacidad institucional para la movilización de masas- lo hará con mayor énfasis.
Por lo pronto, ayer domingo, en el Campo Marte de la Secretaría de la Defensa Nacional, dio el banderazo de salida a la Guardia Nacional, para que sus 70 mil integrantes se distribuyan en todo el país. Veracruz es uno de los diez estados prioritarios para el despliegue de los guardistas debido a su crisis de inseguridad pública y la “ola” de asesinatos, feminicidios, secuestros y desaparecidos. Las otras entidades son el Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Baja California, Chihuahua y la Ciudad de México.
En todo el territorio nacional habrá, inicialmente, 150 coordinaciones regionales de dicho cuerpo policiaco-militar y en las zonas de alta incidencia delictiva se distribuirán hasta 600 efectivos. En la Entidad habrá dos coordinaciones, una en el Puerto de Veracruz y otra en Tuxpan. Todavía no se precisan las ciudades veracruzanas que tendrán presencia de esa socorrida corporación.
Cabe agregar que lo de ayer fue el despliegue oficial de los guardistas, pues ya desde abril pasado se había anunciado su llegada al Sur de Veracruz tras la masacre del Viernes Santo en Minatitlán y hace dos semanas se enviaron efectivos a las fronteras Sur y Norte para cazar migrantes.
En el Sur veracruzano la primera experiencia con la Guardia Nacional no fue muy satisfactoria, pues los lugareños denunciaron que los efectivos militares sólo estuvieron “para la foto” con sus convoyes de patrullas, pero luego se retiraron, además de que la criminalidad no ha menguado ni un ápice.
La Guardia Nacional aún antes de ser formalmente habilitada se convirtió en una leyenda urbana, la panacea quimérica que solucionará todos los problemas y a la que todos le apuestan. Gobernadores, alcaldes y diputados, todos reclaman la llegada de los guardistas como si eso fuera a solucionar mágicamente los problemas. Debe servir, claro, pero sin acciones de parte de los gobiernos estatales o municipales no se detendrá el baño de sangre.
En fin, desde ayer la Guardia Nacional ya está activa y desplegada y comenzará el conteo para medir sus resultados. Ella es la gran apuesta del lopezobradorismo para responder al que es, quizás, el más grande reclamo de los mexicanos: la pacificación del país. De fallar ese proyecto también será automático el fracaso de la “Cuarta Transformación”.