- El calentamiento de los océanos aumenta la presencia de esta alga en las playas de la Riviera Maya, afectando la industria turística y el medio ambiente
Playa del Carmen.- A la orilla del mar, frente a un resort de lujo en Playa del Carmen se está celebrando una boda al atardecer. Los novios y los invitados, recién llegados de Estados Unidos, se abrazan y se besan mientras una fotógrafa capta el momento. Hay un altar adornado con flores y tul, antorchas y un corro de damas de honor, todas vestidas de rosa. En un descuido, un niño se escapa del grupo para buscar diversión y da patadas a un montón de algas hasta que un adulto le riñe. Entre cocoteros, arena blanca y pájaros tropicales, algo huele a podrido, como si hubieran destapado una cloaca. En la boda hay un invitado inesperado: el sargazo. Una marea de algas de color marrón que se descompone en la playa y amenaza no solo al turismo —la principal actividad económica del Caribe mexicano—, también al medio ambiente.
Desde 2014, la llegada masiva de sargazo ha aumentado debido al cambio climático. El calentamiento del planeta elevó la temperatura del agua de los océanos, contribuyó al aumento de los nutrientes que incentivan el crecimiento de este organismo y modificó las corrientes marinas, empujando grandes cantidades de algas desde las costas de Brasil hasta el Caribe. Este año, la presencia de algas ha superado todos los registros y amenaza a varios países de la región.
“El sargazo es un ejemplo de lo que el cambio climático puede hacer al planeta al no tener cuidado del tratamiento de aguas residuales, inyectar tantos contaminantes al mar y emitir tantos gases invernadero”, afirma la investigadora de la UNAM, Rosa Elisa Rodríguez. La especialista en corales, lleva más de 20 años trabajando en los arrecifes frente a las costas de Puerto Morelos.
Se reproducirse con facilidad
El sargazo aprovecha las aguas cargadas de nutrientes para reproducirse con facilidad. Los vertidos de la minería, la agricultura y la ganadería, sumados a la deforestación en la cuenca del Amazonas, han hecho que entre las algas se hayan encontrado metales pesados en proporciones muy pequeñas. Pero también la sobreexplotación hotelera en la región del Caribe y la mala gestión de aguas residuales ha contribuido al problema. El 38% de las aguas residuales del Estado mexicano de Quintana Roo no son tratadas, según la Comisión Nacional del Agua.
Rodríguez explica que cuando el sargazo recala en las playas, se descompone y devuelve al agua un exceso de nitrógeno y fósforo que sirve de abono para que crezcan más algas. La científica cree que esta marea marrón está enfermando al mar porque impide el paso de la luz y reduce la concentración de oxígeno. Coral, varias especies de peces, tortugas y manglares se están viendo perjudicados en esta crisis ambiental. “Desde junio de 2018 a la fecha, calculamos que se ha perdido el 40% de los corales del caribe mexicano”, explica.
Lucha a pequeña escala
Hasta ahora la lucha contra el sargazo se ha hecho a pequeña escala, principalmente desde la industria hotelera que intenta mantener las playas limpias para los turistas. Cada mañana un equipo de trabajadores del resort de lujo Zoetry, donde la noche cuesta mínimo 1.300 dólares, se encarga de limpiar los 600 metros de playa que hay en su parte frontal. El hotel cuenta con varias embarcaciones para recoger el sargazo en el agua, un par de barreras que evitan que llegue hasta la orilla y un pequeño tractor para la arena. Mantener limpia la playa le cuesta al complejo 350.000 dólares al año. Lejos del “todo incluido”, en las playas públicas y reservas naturales, el panorama es desolador. El mar turquesa y la arena blanca se han convertido en un pantano.
Según datos oficiales, el turismo representa el 8,7% del PIB total de México. Solo Quintana Roo, donde se encuentran Cancún y la Riviera Maya, contribuye un 7,1% del PIB turístico de México, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo.
EL INGENIERO QUE HIZO UN BARCO CON UN TRACTOR
El barco Ruffo I, un prototipo de barco sargacero puramente mexicano, es capaz de recolectar del mar 20 toneladas de algas por hora. Creado a partir de un tractor japonés, Baltazar Fernández removió las ruedas de una cosechadora de alfalfa y colocó bandas y engranes de metal para que las algas sean captadas pese al oleaje, se laven, compriman y sean procesadas en pacas. La tecnología sargacera es incipiente y poco tecnificada. Fernando, capitán de un barco de la empresa Grupo Dakatso saca unas 20 toneladas diarias en Puerto Morelos. “Nuestro trabajo no es la solución final, somos como el remedio de la abuela”, dice. “Para solucionar esto deberíamos de dejar de contaminar. Parar toda la industria a nivel mundial para que el planeta se enfríe”.