Por Andrés Timoteo / columnista
LA SANGRE EN MIXTLA
Es la “Crónica de una muerte anunciada”, como la novela del colombiano Gabriel García Márquez, pues en ese realismo mágico que hay en Veracruz todos en Mixtla de Altamirano esperaban en cualquier momento un ataque contra la alcaldesa Maricela Vallejo Orea, sobre quien pesaban amenazas de muerte además de las que fueron dirigidas a su esposo Efrén Zopiyactle Tlaxcaltécatl, también asesinado.
En la emboscada contra el matrimonio Vallejo Zopiyactle, sobre la carretera Orizaba-Zongolica, pereció igualmente el chofer de la unidad donde viajaban, Sabino García. La sangre llegó, pues, a Mixtla de Altamirano, el segundo municipio más pobre de la entidad y uno de los cinco más miserables del País. Pero la sangre lleva escurriendo desde principios de año en la Sierra de Zongolica, región abandonada por las autoridades estatales y federales.
A otro edil, Antonio Ramírez Itehua, de Astacinga, lo intentaron matar en febrero pasado, pero sobrevivió pese a haber sido herido de bala en la cabeza. En el mismo mes, seis presuntos secuestradores y extorsionadores fueron linchados en Soledad Atzompa. Eran parte de una red que acosaba a médicos y profesores. Estos últimos incluso se negaron un tiempo a acudir a los centros educativos de la sierra por temor a ser plagiados y asesinados -varios de ellos lo fueron previamente-.
Todos en la Sierra de Zongolica sabían que tarde o temprano ocurriría otro crimen de “alto impacto” como llaman pomposamente a esos asesinatos que sacuden a la opinión pública y más a los funcionarios. A la alcaldesa mixtleca, a su esposo y a su chofer los mataron de 31 disparos, según el reporte pericial, y en el homicidio hay dos hipótesis, una apunta a la delincuencia organizada que acosa a los ediles y la segunda es de un posible crimen político, pues Vallejo Orea era malquerida por sus exrivales en la competencia electoral del 2017.
MISERIA POLÍTICA
El triple asesinato zarandea nuevamente a los gobiernos estatal y federal, emanados del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), porque Vallejo Orea fue postulada por ese partido. Ella es el primer edil asesinado en el sexenio estatal y se suma a la lista de los alcaldes victimados en la “Cuarta Transformación”. Y ante la nueva tragedia sucedida a menos de una semana de la masacre de 14 personas en Minatitlán, los funcionarios se pasmaron y recurrieron a la miseria política para escurrir culpas.
El más inefable es el exdirigente estatal de Morena y actual delegado federal del Bienestar, Manuel Huerta Ladrón de Guevara quien apenas supo del crimen buscó desligar a Morena de la alcaldesa, acusando a la víctima que “sólo usó las siglas de Morena para llegar al cargo y ni siquiera tuvo cercanía con un servidor (cuando era líder partidista)”. ¿Qué necesidad hay de atacar a un difunto?, ¿por qué recurrir a la miseria política mientras corre la sangre?
Del tamaño de las sandeces verbales de Huerta Ladrón de Guevara es la urgencia para justificar lo injustificable: la inacción frente a la “ola” de violencia e inseguridad. Y Huerta Ladrón no paró allí, también intentó descalificar al alcalde de Zongolica, Juan Carlos Mexhua quien la noche del miércoles llamó -a través de un mensaje videograbado y difundido en las redes sociales- a dejar diferencias políticas y abrir una mesa urgente de coordinación para atender el problema de la violencia.
Huerta acusó a Mexhua de faltista a las mesas de Coordinación para la Construcción de la Paz y con la mano en la cintura ignoró la petición del coordinador de los alcaldes serranos. Ya desatado en su parvedad política, también recurrió a lo que en su momento decían el innombrable y Javier Duarte ante la “ola” de asesinados cometidos por los cárteles del narcotráfico: se matan entre ellos y los que nada deben nada tienen que temer. Vaya que el tipo derrama miseria.
A la mezquindad política se suma el desastre comunicacional, pues en Veracruz no logran construir un mensaje inteligente que sirva para dar certidumbre a la sociedad y a la vez de ‘control de daños’ ante la vorágine negativa en los medios de comunicación y redes sociales. Nuevamente recurren a la cantaleta de culpar a la Fiscalía General del Estado por el crimen de la alcaldesa de Mixtla de Altamirano, esta vez lo hizo el secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado.
Lo peor se dio en Hueyapan de Ocampo, pues allí, durante un evento, el gobernador Cuitláhuac García no repitió el estribillo de culpar al fiscal Jorge Winckler, pero recurrió a una frase más perniciosa al afirmar que “no podemos” combatir a la delincuencia. Claro, agregó que “de la noche a la mañana” es imposible corregir “el problemón (sic)” que le dejaron los anteriores gobernadores.
En comunicación política o institucional no es conveniente hablar en negativo y es desastroso asumir derrotas anticipadas. Ese “no podemos”, apunta a un gobierno fallido declarado a priori por su mismo titular. En el imaginario colectivo se absorbe como que el Gobernador no puede con el encargo y eso nunca se debe permitir desde la comunicación institucional. Al encargado de redactarle los discursos al Ejecutivo estatal deberían despedirlo.
No obstante, los funcionarios locales no son los únicos que incurren en despropósitos verbales, porque a la senadora xalapeña, Gloria Sánchez, primera dirigente de Morena en Veracruz y suplente de la zacatecana Rocío Nahle, lleva ya tres días siendo el tema de columnistas nacionales y estatales por el disparate de culpar a los medios de comunicación de la matanza de Minati-tlán al sostener que “magnifican el drama”.
Lo menos que le han dicho a la señora, ya de la tercera edad, en la prensa nacional es “idiota”. Sánchez durante años se dedicó a pedir el apoyo solidario de periodistas veracruzanos para difundir mensajes y actividades de Morena, y ahora se vuelve en contra de ellos y los acusa de ser “mala oposición política”. La senadora era apreciada por el gremio y vaya forma de desprestigiarse para tratar de justificar lo injustificable.