Por Por: Catón / columnista
El recién casado llevó a su noviecita a conocer las Cataratas del Niágara. Comentó ella, desdeñosa: “¡Bah! ¡Otra de las cosas que no son tan grandes como yo creía!”… La esposa del Lic. Ántropo contrató a una empleada a fin de que aseara la oficina del abogado. Le dijo: “Se encargará usted de limpiarle el bufete a mi marido”. “¡Ah no! –respondió con enojo la mujer-. ¡Eso que se lo limpie él mismo!”…
Don Añilio cumplió 40 años de casado. Al día siguiente de la celebración comentó: “Cuando nos casamos mi mujer no hallaba cómo contenerme. Anoche no hallaba cómo consolarme”… Este amigo mío no es político (¡Líbreme Dios!”, dice). Tampoco es empresario, comerciante o industrial. No es comunicador, intelectual o artista. No hizo una carrera universitaria. Mi amigo fue maestro de banquillo. Maestro auténtico, no como ésos a los que AMLO protege y a quienes brinda impunidad aunque le den patadas una y otra vez. Por casi medio siglo mi amigo estuvo frente al grupo. Primero educó a niños; después a adolescentes. Jubilado ya, vive de su modesta pensión de profesor.
Él no lo sabe, pero es mi asesor o consejero. Lo invito a desayunar o a comer, y después de un rato de conversación sobre esto y sobre aquello le pregunto cómo ve al País. Y es que pienso que mi amigo representa al pueblo. No al de la demagogia electoral –o reelectoral-, sino a la gente común, la de todos los días, la que va al Seguro o al Issste, la que se preocupa por lo elevados que llegaron los recibos este mes y por lo mucho que han subido las cosas en el súper.
Mi amigo no se llama Juan, pero es Juan Pueblo. Su voz es la de aquéllos que no tienen voz. Ayer me dijo algo muy interesante: ha dejado de ver las conferencias mañaneras de López Obrador. “Ya me cansaron –dice-. Reconozco que es el primer Presidente que da la cara todos los días y hace frente a las preguntas y comentarios de los periodistas, pero ya me aburrió su lentitud en el hablar; me disgustan su actitud personalista y las constantes ocurrencias que debe anunciar para justificar su comparecencia cotidiana. Ya no lo veo. Ya me pasó la novedad”.
Si AMLO oyera las opiniones de mi amigo seguramente lo tildaría de conservador y lo llamaría fifí. No es ni una cosa ni otra. Es liberal en el sentido mejor de la palabra y pertenece al común de la gente.
Encuentro una buena dosis de razón en lo que dice acerca de las conferencias matutinas de AMLO. El público en general termina por cansarse de ver y oír al mismo personaje cada día. Y ni modo de que el Presidente amenice sus presentaciones con algún grupo musical o coreográfico. Bueno sería que empezara a buscar alguna otra manera de hacer campaña…
Don Chinguetas llegó a su casa entrada ya la noche. Su esposa, doña Macalota, lo esperaba vestida vaporoso negligé, medias de malla con liguero y pantaletita crotchless. Además había puesto a helar una botella de champaña. “¡Carajo! –exclamó don Chinguetas irritado-. ¿Otra vez chocaste el coche?”… FIN.