in

MORENA EN IMPLOSIÓN

Superiberia

Por Andrés Timoteo  /  columnista

Por cierto, aunque debería ser una votación de mero trámite. La aprobación del dictamen que crea la Guardia Nacional por parte del congreso veracruzano podría convertirse en un entuerto más para el gobierno en turno. Como se sabe, una vez que el Senado y la Cámara de Diputados aprueban una reforma constitucional como ésta, que servirá para dar paso a la Guardia Nacional, se necesita que la mayoría de las legislaturas estatales también la avalen.

En el caso de que en el parlamento de Veracruz no se apruebe la minuta no pasará nada, porque otros congresos estatales lo harán, pero nuevamente quedará en evidencia el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) como sucedió en los recientes juicios fallidos para remover al fiscal general del Estado. Si los diputados rebeldes de Morena y sus opositores se vuelven a unir para impedir que haya una mayoría calificada, será otro escándalo por la inoperancia político-legislativa.

Lo que sucede en Morena es digno de un análisis puntual, porque ese partido está en un proceso de implosión -destrucción desde dentro- como nunca se  había visto en un instituto político en tan poco tiempo. Morena inició la presente legislatura estatal, en noviembre pasado, con una mayoría abrumadora: 30 diputados de los 50 existentes.

A cuatro meses de funciones ha demostrado que carece de operadores y cabilderos eficientes para alcanzar la mayoría calificada -34 votos- y peor aún, ya perdió la mayoría simple porque ahora la bancada morenista ya solo cuenta con 24 diputados, cuando requeriría al menos 26 de ellos para afianzar su supremacía.

¿Qué sucedió? Lo previsible. Como ya se dijo, la impericia y sobre todo la soberbia de quienes fueron colocados como líderes del congreso local llevaron al desmoronamiento. El expriista y fidelista a morir, Juan Manuel Pozos Castro es el presidente de la mesa directiva, pero siempre ha sido un pésimo gestor. Solo es bueno para la transa y el chanchullo. Lo impusieron en el cargo marginando a los verdaderos militantes morenistas.

Por otro lado, el tuxtleco Javier Gómez Cazarín, ligado al fidelista Jorge Carvallo Delfín, y cuya experiencia previa a la diputación fue la de vendedor de automóviles, no puede gobernar ni al recinto legislativo ni a su propia bancada de Morena pese a que tiene la presidencia de la Junta de Coordinación Política donde también fue impuesto sobre otros diputados más preparados. Morena ha perdido seis legisladores en cuatro meses y se colocó en la diana para que le quiten la Junta de Coordinación Política.

El resquebrajamiento de la hegemonía morenista en el congreso local es razón suficiente para que Pozos Castro y Gómez Cazarín sean removidos de esas posiciones, porque ya no son interlocutores válidos con la oposición. Además de la votación que se requiere para avalar la Guardia Nacional se vienen otros asuntos medulares como la aprobación del Presupuesto de Egresos 2019 y la selección de los magistrados faltantes en el Poder Judicial.

¿Qué harán si la mayoría de los legisladores vota en contra?, ¿sí solo para patentizar el repudio a Pozos Castro y a Gómez Cazarín el resto de los diputados los dejan otra vez en ridículo? Las consecuencias no las pagarán ese par de soberbios parlamentarios sino el gobernador en funciones como jefe político de Morena en la entidad. De entrada, el despachante del palacio de gobierno ya perdió el control del Poder Legislativo.

CANAL OFICIAL

Suma otra denuncia Romero Deschamps

El lunes baja la gasolina