En el mes de agosto de 2009 los diputados federales salientes de Acción Nacional fuimos invitados a Los Pinos para despedirnos del presidente Felipe Calderón, allí en su discurso hizo alusión sobre el fin de la LX Legislatura de la Cámara de Diputados, donde su narrativa versó sobre el camino a Ítaca, extracto de la novela Odisea de Homero, en esa parte tortuosa del retorno al hogar de Odiseo (o Ulises en latín), y no necesariamente sobre Penélope, sino por la travesía y las peripecias de 10 años de retorno, esa metáfora fue utilizada para con los 207 diputados federales panistas de ese entonces, quienes en su mayoría no entendieron lo que dijo el presidente por su marcada desilustración.
Un discurso lleno de ironías, una de ellas con sorna como aquella parte de que no todos los que están aquí entraran a mi gobierno, sólo serán muy pocos los privilegiados, algo que cumplió cabalmente, tan sólo cito el ejemplo de los 17 diputados federales del PAN de Veracruz, sólo dos tuvimos la oportunidad de ingresar al gobierno, el General Justiniano González Betancourt como delegado de la Procuraduría Agraria en Veracruz y yo que estuve como Director General de Investigación en la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas.
A Felipe Calderón Hinojosa lo conocí en Xalapa, cuando estaba en la precampaña en 2005, en el edifico del CDE del PAN donde lo recibieron cerca de 100 militantes de base y muchos niños, por supuesto la dirigencia estatal estaba apoyando a Santiago Creel; por cierto el único que lo acompañó fue el famoso “potro”, en ese tiempo diputado local que había derrotado a Héctor Yunes Landa en el distrito de La Antigua; como me habían invitado a ese evento, allí platique cerca de 30 minutos con él en ese entonces aspirante a candidato presidencial del PAN, la primera impresión política después de escucharlo que tuve fue él ganaría la campaña interna, algunos amigos panistas veracruzanos (que por cierto ya tenían un chip priista) me dijeron “no conoces al PAN, va a ganar Creel”, ironías de la vida, Calderón Hinojosa ganó la contienda interna; consideró que ese hecho político de aceptar la “línea política” al estilo PRI en el interior de Acción Nacional fue un acto que lo empezó a desdibujar de su historia cívica y democrática.
Al presidente Calderón Hinojosa lo traté en diversos eventos como diputado federal, inclusive antes de tomar posesión como presidente el 1 de diciembre de 2006, hecho que se puede constatar en la revista “vértigo”, año VI, número 296, de fecha 19 de noviembre de 2006 en sus páginas 30 a la 33.
En esa reunión Josefina Vázquez Mota acompañó al en ese entonces presidente electo, recuerdo que en ese diálogo franco estuvo lleno de propuestas por mi parte, como la continuación de la reforma del Estado, la modernización del poder legislativo, -dicho sea de paso a los 26 días de arrancar la LX Legislatura-, ya había presentado mi primera iniciativa de reforma constitucional; pero regresando a la reunión allí observé al presidente electo como un político inteligente, quien conocía muy bien al sistema político autoritario y en ese contexto era un político permeado por el resultado electoral, y su secuela: la polarización social del país.
Al despedirme del presidente Felipe Calderón le comenté que con mi voto en la Cámara de Diputados apoyaría su gestión político-administrativa desde Alternativa Socialdemócrata, cumplí mi palabra empeñada y después ya como integrante de la fracción panista en las comisiones de seguridad nacional, puntos constitucionales y reforma del Estado, apoyé todas y cada una de las iniciativas gubernamentales, particularmente las de seguridad pública, a la cual por cierto empecé a realizar un diagnóstico distinto al del gobierno federal en 2008, basado en la implementación de políticas sociales desde el ejecutivo para desincentivar las acciones delictivas, siguiendo el modelo colombiano; algo diferente a la obcecación gubernamental, donde sin tener un diagnóstico sobre la seguridad pública ilusamente se pensó que el Estado mexicano tenía “el monopolio legítimo de la violencia”, y con la cual ganaría la batalla en contra del crimen organizado, su candidez fue mayúscula cuando se dieron cuenta de la infiltración de todos los aparatos de seguridad en cualquier nivel de gobierno.
Quiero regresar al título de esta columna, y reflexionar sobre el concepto de la amistad que tiene Felipe Calderón Hinojosa, y el primero que lo retrata muy bien fue Carlos Castillo Peraza, su mentor, éste en una carta, quizá desde la decepción y la amargura, le escribe cuando Calderón Hinojosa era presidente del CEN del PAN: “Y sabrás todo, pero no presidirás. Y tendrás a tu gente en el temor, en la disciplina pero no en el entusiasmo ni en la creatividad. Y…tendrás que meterte en todo para que te hagan caso, porque tú no les haces caso a tus subalternos, y ellos saben que no cuentan, que tienen que esperar a que tu decidas, que les vas a cambiar las órdenes sobre la marcha, que no los consideras responsables”; quizá sólo los ve como sus amigos después de muertos (Mouriño, Blake, Lujambio), a quienes en público los reconoció pero en privado los desdeñó.
Por otra parte, si lo comparo con su padre, Luis Calderón Vega, quien renunció al PAN cuando Felipe de Jesús ingresaba, éste fue líder juvenil, asambleísta, diputado federal, secretario general y presidente nacional del PAN, candidato fallido a la gubernatura de Michoacán; yo creí que con todos esos antecedentes político-partidistas le daban una enorme experiencia y solidez para gobernar este país y no fue así.
Continuando con la línea de interpretación anterior, hay que recordar lo que dijo Emiliano Zapata sobre la silla presidencial que estaba “embrujada”, y quizá algo hay de eso (ja,ja,ja). Desde mi punto de vista, el presidente Calderón Hinojosa se equivocó en su gabinete, ya que no se puede gobernar con sus “cuates”, rompió con la historia de Acción Nacional, como anular la vida democrática interna al designar por “dedazo” a sus paisanos Germán Martínez y César Nava en el CEN, mancillando la dignidad de la persona humana de todos los militantes activos, y haber sido tolerante con la corrupción de los hijastros de Vicente Fox; finalmente el PAN pierde la elección presidencial por los traidores y los corruptos que se toleraron durante estos 12 años.
Lamentablemente en la alternancia no se construyó el andamiaje institucional de la democracia, porque ésta no necesariamente debe ser electoral, sino gubernamental y democrática, ahora con el retorno del PRI, quien leyó muy bien el “miedo” a gobernar y la discapacidad política para gobernar del PAN; y donde Felipe Calderón Hinojosa será recordado como el presidente que dejó al partido gobernante en tercer lugar de la votación y que es inexacto que señale a Josefina Vázquez Mota como la única culpable de la debacle electoral, ya que como demócrata que supuestamente era, una vez derrotado el insulso Ernesto Cordero, debió apoyar moralmente a la candidata panista.
Fin de la odisea, terminación del poder político sexenal, en el cual seguramente Felipe Calderón Hinojosa tendrá un complejo y doloroso retorno a Ítaca, quizá vivirá el mismo camino que padeció Carlos Salinas de Gortari durante muchos años…