Por Andrés Timoteo / columnista
Ellos no son los únicos disfuncionales de la llamada “Cuarta Transformación” porque a nivel Federal también ‘se cuecen habas’ en eso de la formación académica. El caso más patético que ha sido resonado en la prensa y redes sociales es el del secretario de Educación, Esteban Moctezuma, quien no ha concluido la carrera de Leyes.
El funcionario, descubierto en el desliz, tuvo que presentar una “nota aclaratoria” sobre su currícula oficial en la que se ostentaba como Abogado y Economista. Es cierto, tiene la Licenciatura en Economía, pero no así la de Derecho, en la que incluso tiene materias pendientes que aprobar.
Lo anterior da un mensaje negativo porque es el titular de la Secretaría de Educación. Imagínense que si el encargado de la educación en México incurre en la irresponsabilidad de no titularse, deber materias escolares y dejar pasar el tiempo, entonces qué puede exigirles a los estudiantes si no predica con el ejemplo. Las formas son importantes y la autoridad moral es el Talón de Aquiles de la “Cuarta Transformación”, al menos en la política educativa.
Moctezuma Barragán es el segundo funcionario de alto nivel en la SEP que ha mentido desparpajadamente en la historia del País. Hace 25 años Fausto Alzati, quien fue nombrado secretario de Educación por Ernesto Zedillo, tuvo que renunciar al cargo porque se presentaba como doctor y nunca obtuvo ese grado académico. Desde entonces, a los funcionarios que presumen títulos académicos falsos se les conoce como “falsatis” en el argot político.
En Veracruz se padeció a uno de ellos recientemente y fue el cordobés Javier Duarte de Ochoa, quien se ostentaba como Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, pero nunca logró comprobar que hubiera presentado una tesis ni que un jurado académico le hubiera autorizado ese grado.
Y regresando al caso Federal, lo de Moctezuma Barragán no es el único escándalo por la formación profesional inacabada o insuficiente, pues durante la semana ha levantado ámpula lo sucedido en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que es la institución más elevada en cuestión de formación académica e investigación científica. La ‘crème de la crème’ de las ciencias en México.
Allí ocurrió lo impensable, a una modista, de nombre Edith Arrieta Meza, la nombraron subdirectora de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem). ¿Qué hace una costurera viendo por la bioseguridad?, se burlaron en las redes sociales. El único mérito de Arrieta era ser militante y operadora electoral de Morena.
Y el asunto no paró allí, pues en el mismo Conacyt se ungió a David Alexir Ledesma como subdirector de Comunicación e Información cuando este señor ni siquiera ha concluido la Licenciatura en Comunicación -¡apenas lleva cursado hasta el tercer semestre pese a que tiene 29 años de edad!-, además de que su única experiencia profesional ha sido redactarle los discursos a la diputada federal de Morena, Dolores Padierna.
Ambos nombramientos ya fueron anulados por petición del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien fue cuestionado públicamente por esos deslices que reflejan el poco interés de su proyecto gubernamental como la ciencia y la formación académica de alto nivel. Ojo, si no hubieran desatado el escándalo, la modista y el “fósil” de la carrera de Comunicación ahí seguirían.
Claro, la remoción de ambos funcionarios no se hizo sin antes mostrar el berrinche de López Obrador, quien acusó la existencia de una “mafia de la ciencia” que intenta desprestigiar al Conacyt. Háganos el favor. Sin embargo, lo afortunado es que el tabasqueño y su “Cuarta Transformación” se toparon con la ciencia a la que no pueden desmentir ni debatir con descalificaciones ni argumentos políticos y no les quedó otra opción que dar marcha atrás a los exabruptos.