Excelente excusa se le presenta a Pemex, pues el reciente incendio de un ducto de gas natural (uno más de los que muy seguido están ocurriendo) en el municipio de Acolman del estado de México y que dejara siete quemados, se lo cargan al crimen organizado o a aquellos más conocidos como “chupa-ductos”. Y es cierto, uno de los negocios más productivos de las bandas delictivas es precisamente el robo de los hidrocarburos. Sin embargo, (y esto es algo que nunca mencionan los titulares de protección civil y mucho menos los ejecutivos de Pemex) la perforación de un ducto requiere de un conocimiento y un entrenamiento que no cualquier persona posee; además de que necesita de contar con la complicidad de “alguien” que baje la presión en ellos, de lo contrario el riesgo de explosión es casi seguro.
¿Y por qué excusa? Porque a los ejecutivos de la paraestatal se les olvida (algo que al iniciar ésta administración federal se le comunicó al titular de la dependencia) que muchos de estos ductos son obsoletos. Por ejemplo en el municipio de Río Blanco, cuando se instaló uno de los primeros en 1972 se dijo que tendrían una vida útil de 20 años, y resulta que ese ducto sigue en funciones. Además de que existe un índice de corrosión que afecta y acaba por destruirlos a todos ellos (ACEPTADO Y APROBADO POR TODOS LOS PAÍSES PRODUCTORES DE PETRóLEO) y que en 21 años de sobrevida aumenta muchísimo y se magnifica a medida que pasa el tiempo. Pues bien, un día antes en el municipio de Nogales explotó otro ducto de gas natural, según informó la televisión, pero aquí no hubo a quién culpar, pues sucedió dentro de las instalaciones de la subestación que ahí existe (a no ser que también dentro de ella opere el crimen organizado).
Para Ripley, mientras preparaba esta nota la televisión nos informa de otra explosión (esta vez en Guadalajara) casualmente también de gas natural, en el que dicen fue provocado por un choque de un vehículo. Por cierto nadie explicó cómo fue ese choque.
Por nuestra parte cada trienio y cada sexenio se le comunica a titulares de la dependencia del peligro de éstos ductos, a presidentes municipales de la región, a sus respectivos responsables de Protección Civil, a habitantes de tantas colonias que existen a la vera, ¿y qué creen? nadie dice y mucho menos hacen nada.
Por lo pronto, espero que esta nota quede como testimonio para los recientemente alcaldes electos de la situación en que nos encontramos, para que tomen alguna medida (que para ser sincero no sé cuál podría ser) no sea que Dios no lo quiera, suceda algún percance y alguien quiera responsabilizarlos o culparles por omisión.