El sistemático robo de combustible en México ha disparado las situaciones de violencia en las regiones por donde circulan oleoductos, siendo las mujeres las que salen peor paradas de esta situación, con 326 feminicidios registrados en 2018.
Para acabar con esta problemática, el Gobierno reforzó la vigilancia de los oleoductos desplegando miles de agentes de seguridad y cambió el método de transporte de gasolina a uno que implica el uso de pipas.
Es el caso del estado de Guanajuato, donde se originó el problema del sabotaje de oleoductos y en el cual en las últimas semanas ha aumentado el número de asesinatos y de feminicidios coincidiendo geográficamente con el “corredor industrial” por el que pasan los oleoductos de Pemex.
“No sabemos el papel exacto de las mujeres en el huachicoleo, pero se está dando una pugna por el territorio, sube la violencia y asesinan a mujeres. (…) Una forma de dañar al enemigo es asesinar a sus mujeres, dijo a Efe Salguero, quien elabora mapas sobre feminicidios en México.