Johannesburgo.- El aluvión de gente llegada a Pretoria, donde se ha instalado la capilla ardiente del ex presidente sudafricano durante los últimos tres días, desbordó todas las previsiones y capacidad de las autoridades locales
La pena de los sudafricanos por despedir a Nelson Mandela se sumó a la rabia de miles de ellos, que esperaron en vano durante todo el día para ver por última vez a su héroe nacional.
Sólo tres horas después de la apertura al público del velatorio, a las 08.00 hora local (06.00 GMT) , la Policía de Pretoria decidía cerrar los accesos al recinto gubernamental donde yacía el féretro de Mandela.
Tras las vallas del Tshwane Events Centre, uno de los principales puntos de recogida de los asistentes en la capital, podían escucharse gritos y protestas contra los agentes.
La frustración compartida desató una estampida que enfiló el camino hacia la colina donde se levanta el edificio del Gobierno.
Mientras el público intentaba forzar su entrada, una niña de siete años cayó al suelo y por poco termina aplastada por la muchedumbre descontrolada, aunque pudo ser rescatada sana y salva.
Después de tres jornadas de velatorio, desde el pasado miércoles, los restos mortales del expresidente de Sudáfrica serán trasladados hoy en avión desde Pretoria hasta Qunu, en el sureste del país, la localidad donde creció y será enterrado.
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