Por Verónica Carbajal García / columnista
Ayuntamientos van y vienen. Encabezados por un Alcalde, vemos a regidores de los diferentes partidos políticos y sabemos que pueden ser personas bien preparadas o sin experiencia política y administrativa alguna. Forman un Cabildo, cuyo significado, dice un diccionario, es: “Grupo de personas integrado por un Alcalde y varios concejales que se encargan de administrar y gobernar un municipio”. Otra opción de definición que encontré es: “Amer. Irónicamente, reunión de gente inepta”. ¿Y qué es inepto? “no apto para algo”, hasta con ejemplo viene: “bonito Cabildo forma ese grupo”: http://www.wordreference.com/definicion/cabildo
No digo que todos los integrantes del actual Ayuntamiento en Orizaba puedan ser definidos como no aptos para estar en el cargo, porque sin duda hay los preocupados por prepararse o quien tiene experiencia. Pero es un hecho que salta a la vista, aquellos sin experiencia o peor, faltos de sensatez y formalidad para tratar los asuntos relacionados con la Administración Pública Municipal cuando se sientan en las sillas de la redonda mesa que está precisamente en la sala de cabildos de Palacio Municipal.
Orizaba tiene un Alcalde viajado, preparado y con experiencia en cargo público, ¿No es perfecto?, nadie lo es, pero algunos de sus regidores, menos. En definitiva no le ayuda mucho su “cuerpo edílico” –como uno de los regidores lo llama- , faltos de práctica y pericia para sus tareas y papel. Aunque llevan un año ahí.
Solo hay que ver el desarrollo de una sesión, y he visto muchas en pasadas administraciones. Por mencionar algo. Y no tiene nada de malo que lo expusieran en una sesión, son libres de hacerlo, pero quizá tampoco han leído la frase “la ropa sucia se lava en casa”. Pero más que eso, ¿qué importancia puede tener para la población y sea motivo de discusión en una sesión, lo que se publica de ellos en los chats internos del Ayuntamiento? Que hay un mal uso de los móviles que paga el Ayuntamiento, seguramente sí; pero es tema que muy seguramente pudieron arreglar con recursos humanos o el propio Alcalde.
Luego, una regidora que cabe en la imprudencia, inoportuna y acelerada. ¿De verdad creerá Ana Teresa Herrera Aguilar, regidora Segunda, que puede bromear con funcionarios de Mixtla diciéndoles que será su “Señorita Mixtla” como si a ellos les hiciera falta? Pues sí, lo hizo. Hasta un listón que venía en el canasto de viandas se colgó, cual colegiala. Y no dejó de abrazar a los ciudadanos de Mixtla como si sus mejores amigos fueran. Cuando el día anterior acababa de preguntar en sesión, a qué distancia está de Orizaba el municipio con el que aprobó se “hermanaran”. Incapaz de haber buscado información sobre el lugar, antes de llegar al cabildo. Un municipio que en su vida ha pisado, no conoce. Ahí se explican sus comentarios y falta de seriedad en el trato, totalmente fuera del respeto aun cuando había terminado la sesión y estuvieran en el momento posterior de los comentarios y despedida.
El buen comportamiento, los modos, el juicio y sentido común no deberían ser olvidados en ningún momento por los “ediles”. Algunos se defienden. Araceli Reyes Abarca, síndica, hace su mejor intento, parece consciente de su inexperiencia, pero al menos lee y cuestiona los estados de cuenta que debe aprobar. Emmanuel Gómez García, es “viejo lobo de mar”, regidor por segunda vez, trae experiencia de batallas en su partido el blanquiazul, por tanto más cauto.
Rocío Sosa Luna, Francisco Valdivia Ruiz y Francisco José Aguilar Ramírez, regidores III, IV y V respectivamente, prudentes, si no saben mejor no hablan. Pero si no saben, también es peligroso. Y si saben deberían mostrarlo más, y no solo para decir que están de acuerdo en tal o cual tema al que se da vueltas sin mayor sentido.
No es tan malo el papel del Alcalde, los proyectos prometidos están encaminados, requieren tiempo y ojalá no se le acabe antes de verlos hechos realidad, pero es real que sus regidores lucen grises. Orizaba es una ciudad bella, en desarrollo, pero siempre hay algo que duele a toda ciudad. Ahora sabemos qué le duele a Orizaba.
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