POR: JULIO FENTANES / COLUMNISTA
2019 estará marcado con el cambio de régimen político que vive el País y por muchas tareas que hacer para salir del rezago.
Los anuncios que se han hecho en las últimas cuatro semanas, desde que inició Andrés Manuel López Obrador su Gobierno, indican que el cambio va enfocado hacia mejorar la microeconomía, es decir, que la gente sienta en sus bolsillos el beneficio del nuevo Gobierno, vamos a ver si es cierto.
Los gobiernos de Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto se enfocaron en mantener una macroeconomía estable, para que en el exterior vieran a México como un gran País, que es claro que sí lo somos, pero querían ocultar sus altos niveles de pobreza, marginación y corrupción; crecimos en infraestructura, avanzamos en la democracia, finalmente hubo gobiernos locales y el federal diferentes al PRI. Pero esos gobiernos se olvidaron de la microeconomía y que la gente disfrutara del fruto de su trabajo.
Con Carlos Salinas de Gortari se corrigió en parte el rumbo económico que atravesaba una inflación brutal, y hacia el final de ese sexenio, la gente podía tener dinero en su bolsillo, hubo una bonanza que fue pasajera, porque Zedillo la rompió con el famoso error de diciembre que le achacó a Salinas.
Pero eso es historia, podemos estar de acuerdo o no con Salinas y con lo que se hizo en los siguientes 24 años, eso ya no cambia en nada el rumbo de la Nación.
‘El Peje’ quiere iniciar su Gobierno tratando de que la gente sienta que el beneficio de haber votado por él, se reflejará en el bolsillo, que es el mejor indicador para medir su popularidad desde luego.
Esperemos que no se equivoque con algunas de las decisiones que está tomando, como el encapricharse en construir el aeropuerto en Santa Lucía cuando ya estaba muy avanzado el de Texcoco, por lo menos debería dejarlo en manos de los empresarios y que el Gobierno se olvidara de meterle dinero si eso es lo que quiere, aunque con el tiempo se arrepentiría porque los ingresos que deja una terminal aérea internacional como la de CDMX con millones de vuelos anuales, es mucho dinero generado por el cobro del impuesto precisamente de uso del aeropuerto. En fin, que eso también será historia pronto.
Construir el Tren Maya, la refinería de Tabasco y remodelar las ya existentes; dar dinero a los “ninis”, aumentar la base de la pensión universal para adultos mayores, incrementar el salario mínimo en 102 pesos y en 172 en la franja fronteriza, pueden ser indicadores para reactivar la microeconomía; reducir los enormes salarios de la alta burocracia también es un indicativo de nivelar la economía y que no exista un desequilibrio tan grande entre los ricos y pobres, que no haya tan poquita gente quedándose con todo, y que la gran mayoría apenas sobreviva si bien le va.
Confiamos en que la inflación no suba para que esto que se quiere hacer pueda funcionar.
Falta en esa maniobra de alta política, meterle mano a la corrupción de los sindicatos.
Establecidos como organizaciones de trabajadores con aval de la Ley para evitar los abusos de los patrones, los sindicatos crecieron y se desbordaron del acotamiento gubernamental, hasta convertirse en cotos de poder con miles de millones de pesos de recaudación, de los cuales no se entrega razón a nadie.
Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps, Víctor Flores y Napoléon Gómez Urrutia, son cuatro ejemplos de la corrupción que impera en el feudo de los sindicatos. La primera es líder de los maestros, el segundo de los petroleros, el tercero es ferrocarrilero y el último, líder de mineros, pero que nunca jamás ha pisado una mina.
Hay mucha tarea por hacer rumbo a la auténtica Cuarta Transformación, y el tiempo es poco.
¡Démosle un voto de confianza!