“Un hombre que le priva a otro hombre de su libertad es un prisionero del odio, está encerrado tras los barrotes del prejuicio y de la estrechez de miras”.
Nelson Mandela
Quizá el día de ayer fue uno de los más tristes para la libertad, esto por la muerte de un hombre moral, no lo defino como político, ya que no tiene comparación con nadie de la vida pública en el mundo, y ese hombre se llamó Nelson Mandela, conocido como “Madiba”, nombre del clan de la etnia xhosa, y que le fue otorgado por el consejo de ancianos de esa etnia.
Mandela llevó por nombre Rolinhala, de difícil pronunciación y que los aldeanos lo entendieron como “revoltoso”, interpretación que para los blancos y los políticamente correctos fue una realidad, quien desde la secundaria fue expulsado por participar en una manifestación antirracista. Actitud, compromiso, reflexión, posición y postura que mantuvo durante muchos años de su vida; y que lo llevó a prisión, pasando sus primeros 17 años en la cárcel de la isla Robben; allí recibía una carta cada seis meses y las visitas de sus familiares. Posteriormente, los otros 10 fueron en dos prisiones con menos restricciones.
El régimen del “Apartheid”, pensó que con encarcelar a ese espíritu indomable terminaría con su campaña de desobediencia civil, algo que no sucedió, y fue algo con lo que bromeaba el propio Nelson Mandela: “en mi país primero vamos a prisión y después nos convertimos en presidente”.
Quizá, la incógnita de su personalidad fue: ¿quién después de haber estado encarcelado durante 27 años, no sale con sed de venganza?, pues ese hecho conformó a un líder de talla mundial para que practicará la “ética del perdón”, y eso lo puso en otro estadio político, trascendió su propia experiencia y la de su entorno, puesto que el odio no fue un compañero de viaje, como lo es en cualquier político de baja calidad.
Continuando con la idea anterior de la ética del perdón, antes de convertirse en presidente de Sudáfrica, pensó y diseñó una transición sociopolítica muy compleja y simple al mismo tiempo, la cual basó en su sentido común, en su experiencia y en sus largos pensamientos, y al ir pactando paulatinamente con el régimen aprendió que como él mismo lo dijo: “Si quieres hacer la paz con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Y entonces se convierte en tu compañero”. Esto no fue procesado muy bien por una parte de sus seguidores, porque significaba una traición, ya que era necesario entablar una negociación con quienes los habían negado y oprimido durante muchos años; y que habían sido tratados bajo la lógica schmittiana del amigo/enemigo.
Desde mi punto de vista, Nelson Mandela sin leer a Peter Sloterdijk, es el único que ha cumplido en la práctica, la reflexión de aquel: “Profesión: político. Domicilio principal: la complejidad. Programa: convivir con aquellos con los que convivir resulta difícil. Moral: trabajo de filigranas en retos pretenciosos. Pasión: tener una relación con lo irrelacionable. Historial: autorreclutamiento por convicción, que se transforma en iniciativa”.
Barack Obama, el día de ayer pronunció un excelente discurso sobre Nelson Mandela, citaré un fragmento de su discurso: “Su viaje de prisionero a presidente cumple la promesa que los seres humanos y los países pueden cambiar para mejor. Su compromiso de transformar el poder y reconciliar con aquellos que lo apresaron son ejemplos a los que toda la humanidad deben aspirar”; por otra parte, fue muy curioso escuchar a la mayoría de presidentes de América Latina pronunciar sus discursos con información de Wikipedia, y sí creo que la mayoría de los políticos de este continente su cultura, ya es una cultura “wiki”.
Finalmente, considero pertinente volver a citar a Nelson Mandela sobre su concepción de libertad, porque es la mayor lección que le podemos aprender, la libertad sobre todas las cosas, elecciones, prisiones, venganzas, en fin todo lo que le puede rodear a un político: “He andado ese largo camino hacia la libertad. He intentado no flaquear; he dado pasos en falso a lo largo del camino. Pero he descubierto el secreto de que después de escalar una gran colina, uno sólo descubre que quedan muchas más por escalar. Me tomé un momento para descansar, para robar una mirada de la maravillosa vista que me rodea, para mirar atrás a la distancia que he recorrido. Pero sólo puedo descansar un momento, pues con la libertad vienen las responsabilidades, y no me atrevo a detenerme, pues mi largo camino no ha terminado aún”.