Para eliminar el cloroformo y el benceno del aire a su alrededor, investigadores han modificado genéticamente el poto, una planta de interior común.
Estas plantas modificadas expresan una proteína, llamada 2E1, que transforma estos compuestos en moléculas que pueden usar para mantener su propio crecimiento, tal y como se detalla en un artículo sobre este trabajo publicado este miércoles enEnvironmental Science & Technology.