Por Andrés Timoteo / columnista
A UNA SEMANA
En una semana más llegará la “Cuarta Transformación” al País. El sábado primero de diciembre todos la percibirán: la corrupción se habrá acabado y la violencia también. Los malos serán buenos, los pecadores serán perdonados, los políticos ya no robarán. La gasolina ya no subirá, los migrantes ya no emigrarán, los jóvenes ya no serán NiNis, el salario alcanzará para vivir bien y el Espíritu Santo hablará a través la boca de sus profetas del “cambio verdadero”.
Y aún más, todos los mexicanos abrazarán entusiastas la “Constitución Moral” que será promulgada en el nuevo gobierno. México será algo así como el paraíso terrenal que anticipan los Evangelios donde la oveja y el lobo pastarán juntos, el león comerá paja, no carne, y el niño meterá la mano en la cueva de la serpiente sin sufrir daño. Claro, lo anterior es ironía y sarcasmo, aunque esas proclamas no están alejadas de lo que ha prometido el todavía presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Lo malo es que los indicios apuntan a que poco de eso se convertirá en realidad. A unos días de convertirse en jefe de la Nación, el tabasqueño ya tiene quemada una parte de su bono de confianza por los vaivenes en sus promesas de campaña -no la última de este 2018 sino lo que ha sostenido en los últimos 18 años de proselitismo-.
Ya se desdijo de varios de sus compromisos de campaña y lo peor es que asegura que no le importa decepcionar a quienes votaron por él -lo soltó en una entrevista la semana pasada en un noticiero televisivo: https://partidero.com/no-me-importa-decepcionar-a-mis-votantes-lopez-obrador/- Entonces, como diría el clásico, sobre aviso no hay engaño.
Y va creciendo la lista de desencantos: no bajará el precio de la gasolina sino que seguirá a la alza, no castigará a los corruptos, la ‘mafia del poder’ ya no es un grupo de delincuentes de cuello blanco sino ahora forma parte de su consejo de asesores en materia económica, Televisa ya no es la que distorsiona las noticias sino es una empresa importante para el País, Enrique Peña Nieto no es un corrupto sino un político con altura de miras que permitió que el cambio político sucedería ¡y hasta se sienta a cenar con él!
Elba Esther Gordillo regresará a manejar al sindicato magisterial, Carlos Romero Deschamps seguirá con el control del sindicato petrolero, Manuel Bartlett, el del fraude electoral de 1988, dirigirá la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Germán Martínez, el del fraude electoral del 2006, será el director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En pocas palabras, nada habrá cambiado.
También los soldados y marinos seguirán en las calles, olvidando la promesa de regresarlos a sus cuarteles. Los criminales, desde capos de los carteles del narcotráfico hasta sicarios, torturadores, descuartizadores y desaparecedores de cuerpos, serán beneficiados con una amnistía que va desde la reducción de penas hasta la libertad total o en su caso, el no procesamiento judicial.
Vaya, este texto pareciera muy pesimista, pero también hay que darle el beneficio de la duda a López Obrador. Muchos aseguran que todo en lo que se ha desdicho es una mera estrategia para que lo dejen llegar al primero de diciembre y en realidad será un buen gobernante y encausará un cambio paradigmático en el País, eso que él llama la “Cuarta Transformación” en alusión a las otras tres transformaciones de la vida nacional que se produjeron con las guerras de Independencia, Revolución y la Reforma. Esta será pacífica, dice.
El tabasqueño hará lo suyo, pero también la ciudadanía tiene quehacer pendiente: exigir, cuestionar, medir y calificar. Así como le dieron el voto masivo el pasado primero de julio, también lo deberán someter a evaluación permanente. Para ello se requieren contrapesos -como ya se ha dicho constantemente-. Habrá que obligarlo a que cumpla con la “Cuarta Transformación” o se vaya a su casa tomándole la palabra con eso que también ha prometido tanto, la revocación de mandato.
LAS MALAS SEÑALES
A nivel estatal las cosas están peor pues a diferencia de López Obrador que es un político de vieja andanza y con capacidad demostrada en cuestiones de gobierno, el xalapeño Cuitláhuac García Jiménez nada más no despunta ni entusiasma. Su visión es muy limitada, su lenguaje está peor, no tiene reflexión de estadista y ni siquiera controla a quienes serán los integrantes de su gabinete, muchos de ellos personeros del innombrable y de Javier Duarte.
Su secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros es un ingeniero que no sabe de leyes y que, a unos días de acceder al poder, en lugar de estar preparando las estrategias para la seguridad interna y la gobernanza, ¡anda pintando aceras en Xalapa! Este señor Patrocinio también tiene un lenguaje muy limitado y una reflexión lastimosa y eso que algunos consideran que será el gobernador de facto. Pobre Veracruz.
Ah y también a una semana de tomar posesión de palacio de gobierno, Cuitláhuac García ya se desdijo de una de sus ofertas: el gobierno federal no rescatará financieramente a Veracruz con 30 mil millones de pesos a fin de año. Lo había anunciado hace un mes y hasta dio el argumento de que si se votaba -en la consulta pública del 25 de octubre- por cancelar la construcción del aeropuerto de Texcoco, habría los fondos necesarios para avituallar de dinero al estado.
Mintió, el fin de semana García Jiménez tuvo que desdecirse de la bonanza canturreada y recurrió a la estrategia de culpar a otros, a su antecesor y a la prensa que -según él- tergiversó sus palabras. Dice ahora que no habló de “rescate” sino que de que había un “hueco” financiero y que si no hay dinero para pagar aguinaldos y sueldos de fin de año es responsabilidad del mandatario saliente. ¿Ya ven lo que es tener labia fácil y estar esperando que otros hagan las cosas por él?
En fin, en Veracruz es mayor el pesimismo y aunque a nivel nacional se otorgue el beneficio de la duda a López Obrador en todo ese plan trazado para cambiar el quehacer público de la nación, a nivel local no hay suficiente tela para hacer lo mismo. Las señales que da Cuitláhuac García son demasiado malas para dejarse mecer por la ingenuidad.
Por lo pronto, ayer domingo, el gobernador electo hizo más nombramientos en el equipo que lo acompañará a partir del próximo sábado, designando a seis mujeres en dos secretarías y cuatro direcciones. Las exdiputadas locales, Rocío Pérez Pérez y Guadalupe Osorno Maldonado, asumirán las titularidades de Medio Ambiente y Protección Civil, respectivamente.
Ariadna Aguilar Amaya será oficial mayor de la Secretaría de Educación, es decir la que manejará el enorme presupuesto de esa dependencia. Vaya, ahí si hay que aplaudir porque los maestros se salvaron de que llegara la huatusqueña Zaira Ochoa Valdivia, quien se promocionó con el supuesto madrinazgo de Elba Esther Gordillo o la cordobesa Carol Jessica Torres Morales, excuñada de López Obrador y quien ya ocupó ese mismo cargo con Duarte de Ochoa.
La directora del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), será Verónica Aguilera Tapia aunque no habrá presidenta del organismo dado que García Jiménez es soltero y, por tradición, la conyugue de los gobernantes ocupa la presidencia del mismo.
En la Contraloría General del estado fungirá Mónica Garibo Puga y la exdiputada local, Daniela Griego Ceballos, estará al frente del Instituto de Pensiones del Estado (IPE). La designación de Griego Ceballos es plausible porque es una mujer congruente que como legisladora local se condujo con probidad y en apego a su lucha de izquierda. Como activista xalapeña de mucho tiempo siempre mantuvo un compromiso firme con la causa de los trabajadores jubilados del IPE.
Ahora que estará al frente de ese instituto, se espera que no le suceda lo que al catedrático Hilario Barcelata, director saliente del organismo, quien también durante mucho tiempo investigó y denunció lo que sucedía en el IPE, pero una vez que llegó a la dirección le fue imposible maniobrar por culpa de las mafias de los sindicatos de burócratas que lo tienen copado.