México se encuentra en la región más violenta del mundo, América Latina. Así lo revela el estudio recién publicado del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Seguridad ciudadana con rostro humano.
El informe del PNUD concluye que a pesar e incluso provocado por el crecimiento económico de la región, entre 2000 y 2010 la tasa de homicidios de América Latina creció 11%, mientras que en la mayoría de las regiones del mundo descendió o se estabilizó.
En una década han muerto más de 1 millón de personas en Latinoamérica y el Caribe por causa de la violencia criminal. Los robos se han casi triplicado en los últimos 25 años. Y, en un día típico, en América Latina 460 personas sufren violencia sexual.
Honduras, El Salvador, Costa de Marfil, Venezuela y Belice son los cinco países más violentos del mundo. Cuatro de ellos están en América Latina.
Si bien todo esto es una mala noticia para la región, el informe analiza algunos casos de éxito en combatir el crimen y concluye que aun cuando no hay una fórmula mágica y única para resolver el problema, la inseguridad sí tiene remedio.
El tema es aplicar la medicina ya, ya, ya porque en 11 de los 18 países analizados en el informe, se registra una tasa de homicidios superior a 10 por cada 100 mil habitantes. Tasa considerada por la OMS como un nivel de epidemia.
¿Qué llama la atención del informe? Primero, darnos cuenta que el problema en México tiene que ver más con corrupción y con instituciones débiles de seguridad y procuración de justicia. Y en segundo lugar que México, pese a la mala fama que nos hemos hecho, estamos lejos de ser los más violentos dentro de América Latina. Aunque sí vale la pena destacar el incremento a partir de año 2007, casi vertical, en la tasa de homicidios en nuestro país.
Mientras que Honduras tiene una tasa de 86.5 homicidios por cada 100 mil habitantes, México tiene una tasa muy inferior de 23.8. El país con la menor tasa es Chile, con dos homicidios por cada 100 mil habitantes.
En materia de corrupción y debilidad institucional, destaca que en México entre 53% y 56% de los consultados creen que la policía está involucrada en la delincuencia. Esa tasa nos deja hasta arriba de la tabla junto con Honduras, Guatemala, Bolivia, Venezuela y República Dominicana.
En Chile, por ejemplo, esa misma percepción la comparte sólo entre un 13% y 17% de la población.
No sorprende pues que la región tenga hoy casi 50% más vigilantes privados (3,811,302) que agentes de policía (2,616,753), siendo los agentes de seguridad privada de la región los más armados del mundo, con una tasa de posesión de armas por empleado diez veces mayor que la de Europa. Esta privatización de la seguridad agudiza la desigualdad que experimentan los latinoamericanos.
¿Cómo explicar el aumento en el crimen y la violencia si América Latina experimentó, entre el 2000 y 2010, el periodo de mayor crecimiento económico de las últimas cuatro décadas? El informe destaca que si bien América Latina ha tenido una década de crecimiento importante, éste ha sido de baja calidad, basado en el consumo y con insuficiente movilidad social, lo cual ha impulsado una suerte de “delito aspiracional”.
El problema con todo esto es lo caro que nos sale a los latinoamericanos ser tan violentos. Sin el exceso de muertes por homicidios el PIB de la región hubiese sido superior en .5%, lo que equivaldría a una ganancia potencial de más de 24 mil millones de dólares en el 2009.
Uno de los casos de éxito documentado en el informe es el programa Todos Somos Juárez. Sí se puede abatir la violencia. El documento concluye con diez recomendaciones para lograrlo. Entre ellas destaca evitar la politización del tema de la inseguridad, visualizándola como un desafío de todos que demanda construir en cada país un Acuerdo Nacional por la Seguridad Ciudadana como política de Estado, provista de medidas para el corto, mediano y largo plazo.
@AnaPOrdorica