De las reservas consolidadas en territorio mexicano, Isla Guadalupe guarda un toque especial, al ser uno de los pocos recintos donde todavía es posible ver en un estado natural a una especie tope como el tiburón blanco.
Más allá del mítico asesino de mares, devorador de hombres y monstruo de las profundidades, este noble escualo es testimonio viviente de una era en la que la vida emergió del mar para dar lugar a los primeros reptiles, luego a los dinosaurios y finalmente a los mamíferos.
Lejos quedaron los días del enorme megalodón (especie extinta de tiburón) tres veces más grande que el actual rey de los mares, aun así, no dejan de sorprender las enormes dimensiones que llegan a alcanzar los actuales tiburones blancos de hasta seis metros de largo.