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Comunicar

Superiberia

Están al aire dos spots. Uno es del Partido Acción Nacional y en él se escucha hablar al presidente Enrique Peña Nieto en un mitin de la pasada campaña electoral:

“Para fortalecer realmente el mercado y la capacidad de exportación de Ciudad Juárez y generar empleo, necesitamos darle un trato de excepción dentro del régimen fiscal.”

Enseguida, una voz en off sentencia: “Peña: prometiste impulsar a la frontera, ¿y le aumentas el IVA?”

El otro anuncio es del gobierno federal. Un oficinista se queja de la reciente reforma fiscal y el aumento de los impuestos. El colega de junto le dice que está equivocado, que los impuestos sólo aumentarán para quienes ganen más de 60 mil pesos al mes. “¿A poco tú ganas más de 60 mil pesos al mes?”, le pregunta con jiribilla.

A punto de cumplir su primer año, es evidente que el gobierno federal ha tenido problemas para comunicar sus acciones.

La conclusión obvia a la que uno llega ante la difusión de estos dos mensajes.

Por un lado, el gobierno tendría que haber estado preparado para justificar un cambio de discurso sobre el aumento del IVA en la frontera.

Hay quien dice que la homologación del gravamen dará una estocada de muerte a la economía fronteriza y quien, en cambio, piensa que la situación fiscal excepcional no beneficiaba a los consumidores, pues éstos pagaban el mismo precio por los productos que en otras partes del país.

Lo cierto es que la posición del gobierno sobre este cambio de discurso no se ha escuchado. Al menos no de forma tan clara como la del PAN.

Por otro lado, tener que salir a explicar que la reforma fiscal sólo hinca más el diente a los pudientes es una demostración que el mensaje de que ésta era una reforma “social” no se entendió.

La difusión de los dos spots coincide con la creación del cargo de “vocero del gobierno de la República”, que se comentó en esta Bitácora el lunes, y el nombramiento de Eduardo Sánchez para ocuparlo. Sánchez venía fungiendo como vocero gubernamental para temas de seguridad.

Es muy grande el reto del nuevo portavoz. Encuestas recientes dan cuenta del escepticismo de la población sobre la economía y la seguridad pública. Y más allá de que algunos números puedan pintar mal en esos dos temas, el gobierno no se ha ayudado a sí mismo con un mensaje claro que, sobre todo, transmita que hay rumbo y mando, como dice el viejo paradigma del poder.

El principal problema de comunicación, me parece, está en el gabinete. Con muchas secretarías de Estado se dificulta la obtención de datos sobre planes y proyectos gubernamentales, así como posiciones sobre asuntos de coyuntura.

Hay excepciones, claro. Una de ella es la Secretaría de Relaciones Exteriores. Y eso se refleja en la imagen del canciller.

En la mayoría de los casos, por desgracia, no existe claridad sobre cuál es el conducto para solicitar información. Y eso genera vacíos informativos y/o confusión del mensaje.

El gobierno no puede esperar que el Presidente explique todas sus posiciones y políticas.

Fue absurdo que incluso cuando Peña Nieto estaba recién operado de un quiste en la glándula tiroides, la suya fuera casi la única voz que se escuchara en torno de asuntos clave, apenas apuntalado por sus secretarios de Gobernación y Hacienda. ¿Y el resto del gabinete?

Eso no significa que los secretarios tengan que estar declarando todo el día. El procurador Jesús Murillo Karam, así como los titulares de SCT y Sedatu, Gerardo Ruiz Esparza y Jorge Carlos Ramírez Marín, tienen equipos que responden de botepronto cuando se requiere y atienden las solicitudes de información.

Sin embargo, en el resto del gobierno ha privado la descoordinación. Una primera tarea del nuevo vocero deberá ser corregir el desbarajuste.

Apuntes al margen

Mike McCurry, vocero de Bill Clinton durante sus días en la Casa Blanca, recomienda que quien haga esa función tenga “sentido del humor, enorme paciencia, habilidad para hablar y escribir rápido y una actitud sin compromisos sobre la verdad”.

Su antecesora, Dee Dee Myers, dice que si bien “el trabajo puede ser a ratos arduo, difícil y frustrante, es indispensable que las oficinas de comunicación ayuden a la prensa a tener la información precisa, cosa esencial para la democracia”.

¿Y quién investigará la destrucción y saqueo, asumidos y presumidos, que hizo la CNTE en las instalaciones de la Sección 59? ¿Serán los agentes del MP que la misma CNTE palomea, por el acuerdo con el gobierno de Oaxaca vigente desde 1992?

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