Precisamente fue ayer cuando el Ministerio del Interior de Filipinas dio a conocer las cifra fatal: hasta este momento, son cinco mil 209 muertos registrados como consecuencia del tifón Haiyan.
El 90% de estas víctimas se encuentran en la región de Leyte, que es el municipio en donde tocó tierra Haiyan. No obstante, el gobierno filipino aclara: la cifra puede crecer. El número de desaparecidos alcanza los 24 mil.
Naciones Unidas pone la película completa: 13 millones de afectados. Cuatro millones de desplazados y de éstos, sólo 10% está en algún albergue.
La misma ONU proyecta la cifra que se requiere para poder volver a levantar la situación: 301 millones de dólares. De éstos, sólo se han recolectado 29 por ciento.
Basta ver el primer cuadro del puerto. Simplemente ya no existe, está borrado.
La más alta categoría de huracanes es la quinta y contempla hasta 300 km/h. Haiyan impactó tierra a 379 km/h.
Las crónicas que llegan desde Manila tienen un común denominador, casi la totalidad de los testimonios hacen referencia a una imagen específica: una nube negra, negrísima, enorme, oscureció el horizonte, y fue seguida de varias olas gigantes. El resto fue caos.
Aperitivo: la maldita
coincidencia
Durante toda la semana hemos recibido los informes científicos de distintos cuerpos de investigadores, dentro y fuera de Naciones Unidas, que dan cuenta de manera insistente que estos fenómenos seguirán ocurriendo con una mayor frecuencia. Seguirán ocurriendo con una mayor intensidad.
Este año, este mes, la ciencia (vía IPCC) reconoció, por vez primera, de manera inequívoca, que la actividad del hombre está aumentando la temperatura del planeta.
Como consecuencia de ello, la Organización Meteorológica Mundial (WMO) dio a conocer estos días que, sin la menor duda, el nivel del mar está creciendo peligrosamente. Los glaciares se deshielan y en varios rincones del mundo el clima…comienza a trastornarse. Ya lo sabemos. ¿Qué caso tiene cerrar los ojos?
Justo cuando todo ello está en la agenda mundial a flor de piel, los políticos responsables se reúnen en Varsovia para coordinar una acción conjunta para enfrentar estos efectos climáticos. Y acaban sin grandes avances, desnudando el egoísmo humano. Quizá sólo de la estirpe política de los países, más enfocada en la promoción de negocios que en otra cosa.
Es cierto que una COP no es sencilla. Es un circo de varias pistas. Está el frente científico, que provee contenido a las conversaciones; el frente político, que está sujeto a los rejuegos de poder interno y externo; el frente social, pues la sociedad y los poderes participan activamente en al diálogo; el frente diplomático, pues no se debe olvidar que es un mecanismo de diálogo multilateral, bajo el marco de la ONU; el frente económico, pues cualquier iniciativa requiere de financiamiento, además, se trata de cambiar el enfoque económico actual del mundo entero. Ni más, ni menos. Y tras ello, viene el frente técnico, que ve la forma de operar y hacer posible las iniciativas de mitigación, adaptación, tecnología. ¿Algo más?
También es cierto que la misma ONU no esperaba grandes acuerdos en Varsovia. Entonces, ¿qué carajos se logró en Varsovia?
Lo que se logró en Varsovia, además de acuerdos técnicos y financieros medianos, fue la de sentar bases e iniciar formalmente una negociación a dos años del acuerdo de París.
Se espera para 2015 se logre de un tratado vinculante, de aplicación universal, con metas a cumplir de todos los países para reducir sus emisiones contaminantes. ¿Qué quiere decir las bases?
Para tratar de ser más claro, Varsovia planteó tarea para llevar a casa: un principio de calendario para llegar ya con acuerdos, a efecto de que de aquí a Lima se lleguen con los “qués”. De Lima 2014 a París 2015 se consolidarían los “cómos”.
¿Y mientras? ¿Esperarán los tifones, sequías, inundaciones, deshielos, a que nuestros líderes políticos se pongan de acuerdo? No.
Piatto Forte: Momentum
For Change
Para eso nació la iniciativa Momentum For Change, auspiciada por Naciones Unidas, y que se dedica a impulsar proyectos en todo el mundo que contribuyan a reducir emisiones contaminantes y que sean productivos.
La ONU elige los mejores y los impulsa. ¿Qué criterios sigue? Son tres: que sean innovadores, escalables y replicables.
Con ello, ya nadie tiene que esperar a que los líderes políticos se pongan de acuerdo. De hecho, regreso convencido de que la parte más sustantiva de las COP, acabará siendo los proyectos del M4Ch. Sí, creo más en la sociedad que en los gobiernos. ¡Qué le vamos a hacer! Sí se puede.
Dolce: Adiós Varsovia
Los polacos lo saben bien. Saben que el centro histórico al que se le llama “Ciudad Vieja” en realidad es “Ciudad Nueva”, pues se destruyó por completo en los años 40 y se reconstruyó apenas en los 70, sólo para ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1980.
Reconstruyamos nuestro planeta. Sí se puede. También el café. Me urge una jarra.
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