Por: Catón / columnista
Se anula el casamiento
Bragueto iba a casarse con Uglicia. Eso tenía intrigado a todo el pueblo, pues el galán era guapo y bien plantado, en tanto que la novia no tenía otro atractivo que la fortuna de don Crésido, su padre, hombre dineroso. Faltaban unos días para la boda, y una noche Uglicia se echó en brazos de su prometido hecha un mar de lágrimas. Le contó entre sollozos: “¡Mi papá se arruinó! ¡Invirtió todo su dinero en una mina inundada, en una plantación de bananas que los elefantes arrasaron, y en acciones de un banco en Trebisonda que fue expropiado por el gobierno revolucionario!”. “¡Caramba! –exclamó Bragueto-. ¡De lo que fue capaz tu padre con tal de impedir nuestro matrimonio!”… Ciriano el sacristán le dijo al padre Arsilio: “Vaya usted al confesonario, señor cura. Lo esperan muchos clientes”. “No digas ‘clientes’ –lo aleccionó el buen sacerdote-. Di ‘penitentes’. Eso de ‘clientes’ se oye muy mal”. Opuso el rapavelas: “‘Penitentes’ se oye peor”… En una casa de mala nota el hombre con aspecto de oriental le pidió a la madama: “Deseo una culona”.
Fue la meretriz y regresó con Pomponona, mujer de opimo nalgatorio. “Eso no –rechazó el tipo-. Deseo una culona. Si no tiene, entonces una Calta Blanca”… La verdad, la verdad, la verdad, yo no sé qué pensar del Tren Maya. De pronto se me aparece como un mero capricho nacido del poder, y luego acepto la afirmación de que será una inversión útil para fomentar el progreso de una importante zona del País, y de sus habitantes. Sobra decir que no sé nada de ferrocarriles.
Ni siquiera tuve de niño un trenecito Lionel. Pero un amigo mío que conoce el tema me dijo que para que un ferrocarril sea rentable debe transportar no sólo pasajeros, sino también carga. ¿Qué productos, qué mercancías llevará ese tren? ¿O será fundamentalmente turístico? Hasta donde sé –corríjanme por favor si estoy equivocado- no hay un estudio técnico, financiero y de mercado que sustente la idea del Tren Maya y en el cual se fundamente su viabilidad. Si lo hay me gustaría verlo. De seguro no lo entenderé, pero al menos quedaré muy impresionado, y ése es un buen principio para dar apoyo a algo y defender su creación.
Un documento así, y más si tiene gráficas, es elemento valiosísimo para convencer a los que no sabemos. Y si el tal escrito pesa mucho el convencimiento será mayor. Mientras tanto déjenme conservar el maleficio de la duda y debatirme entre dos ideas distintas y contrarias: ¿es el Tren Maya un proyecto bien fundado que beneficiará a una parte de la República necesitada de inversión, o es sólo una ocurrencia dedocrática?… La esposa de don Algón entró de puntillas a la oficina de su marido, que estaba de espaldas a la puerta, y traviesamente le tapó los ojos. Dijo el ejecutivo: “Regresa a tu escritorio, Rosibel. Ahora no tengo tiempo para eso”… Lord Highrump le dio una hoja de papel al cocinero y le dijo: “Mi suegra vendrá a pasar unos días con nosotros.
Ésa es la lista de sus platillos favoritos. Si le hace usted uno solo quedará de inmediato despedido”… “¿Cómo está tu esposa, Babalucas?”. “Te diré: las opiniones se encuentran bastante divididas”… Terminada la película don Martiriano y su esposa doña Jodoncia salieron del cine. Le comentó él: “La parte que más me gustó fue cuando la señora que estaba atrás de nosotros te dijo que te callaras”… A aquella chica le decían “La tierra”. Era de quien la trabajaba… La mujer del capitán de barco le comunicó a su esposo: “Voy a tomar clases de natación”. “¿Por qué?” –se extrañó él. Explicó la señora: “Recordé que me dijiste que si algún día te engañaba me echarías al mar”… FIN.