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Clima y hambre

Superiberia

Por: Yuriria Sierra  /  columnista

La ausencia de lluvia y los niños de cinco años que no crecen como hace veinte años. La ausencia de lluvia y los adultos con problemas de obesidad causada no por exceso de alimento, sino por la falta de éste. Así de irracional es la realidad de millones de personas en el mundo.

   Los que parecerían temas inconexos caminan de la mano, por eso que todavía muchos, incluidos líderes del mundo, ven tan lejano, casi como una fantasía, el cambio climático, responsable de la mala calidad en la alimentación de más de 800 millones de habitantes de este planeta.

  Los mismos que van a dormir cada noche sin haber consumido las calorías necesarias para el cuerpo humano.

   Las sequías o el exceso de lluvia que arruinan las cosechas condenan a miles de comunidades que dependen directamente de la agricultura para subsistir, para alimentarse o para generar ingresos que lleven comida a la mesa.

   El clima y el hambre. Los que hace un siglo parecían asuntos tan ajenos entre sí, hoy es una realidad que podría ser rebasada en los próximos 20 años.

   Son datos del Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, informe realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: una de cada nueve personas en el mundo no se alimenta con el mínimo de nutrientes que el organismo requiere; América del Sur y gran parte de África aumentan su tendencia de subalimentación por cambios en el ecosistema.

   El clima cambiante que afecta cultivos. Poca lluvia que no ayuda a las cosechas o mucha lluvia que las echa a perder. El trigo, arroz y maíz son los alimentos más afectados, más aún en zonas tropicales y templadas: “Los daños a la producción agrícola contribuyen a la falta de disponibilidad de alimentos, con efectos colaterales que provocan alzas en los precios alimentarios y pérdidas de ingresos que reducen el acceso de la población a los alimentos…”, detalla el informe.

Incluso los seres humanos que aún no nacen están en riesgo de padecer consecuencias climáticas: “Una de cada tres mujeres en edad reproductiva en el mundo se ve afectada por la anemia, que tiene notables consecuencias para la salud y el desarrollo tanto de las mujeres como de sus hijos. Ninguna región ha mostrado una disminución de la anemia entre las mujeres en edad reproductiva y la prevalencia en África y Asia es casi tres veces mayor que en América del Norte…”.

Sin embargo, no es la única razón. Más de dos millones de venezolanos han huido de su país, y lo hacen por la calidad de vida que ofrece un régimen que, además, crispa el ambiente dentro y fuera de sus fronteras. ¿En qué condiciones llegan esos migrantes a los países que los reciben, no siempre de buena gana? El clima se junta con la sinrazón de gobiernos.

¿Y cuál es el plan de, digamos, nuestro País para contrarrestar los efectos de un cambio climático cada vez más presente —y de tantas formas— en nuestra vida diaria? Durante la campaña, Andrés Manuel López Obrador presentó NaturAMLO, pero en él sólo afirma lo que es obvio para nuestro País y cualquier otro: la necesidad de un programa nacional de adaptación al cambio climático “para enfrentar las consecuencias del problema”, pero sin dar más detalle. Aunque sabemos que la prioridad es la construcción de refinerías. ¿Se puede cuidar al planeta cuando se pretende seguir con su explotación?

¿De qué manera nuestro país y el planeta entero trazarán su ruta de resiliencia climática? ¿Aun pensaremos que el cambio climático se reduce al descongelamiento de los polos? Al parecer, todavía no creemos que el mundo padece consecuencias más rápido de lo que la humanidad entiende el alcance de sus actos.

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