México. D.F.- Además de la falta de rendición de cuentas sobre el uso de los recursos que la Cámara se autoasigna, el reparto del gasto público en función a las necesidades políticas de 500 diputados lleva a muchas obras pequeñas, poco útiles, que después solo sirven para la foto de inauguración.
Así lo consideró en entrevista con Excélsior el especialista en políticas públicas Carlos Elizondo Mayer-Serra, académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), al evaluar el hecho de que por segundo año consecutivo cada legislador contará con alrededor de diez millones de pesos para cubrir compromisos de campaña en sus respectivos distritos electorales, municipios y delegaciones.
“Si bien son recursos pequeños dentro de la gran bolsa del presupuesto, no son tan pequeños con respecto a los impuestos nuevos que se recaudaron. Digamos, con el impuesto a la chatarra no está claro cuánto se va a recaudar, pero serán menos de diez mil millones de pesos”, comparó.
“Y si estamos hablando de una bolsa de cinco mil millones de pesos para los diputados, porque no lo tenemos claro aún, sería toda una bolsa de recursos para los juguetes de los diputados, lo cual es absolutamente injusto”, planteó.
Quien fuera representante permanente y embajador de México ante la OCDE de mayo de 2004 a noviembre de 2006, indicó que a la ausencia de transparencia en el uso de esos recursos se agrega el hecho de que se trata de obras que no responden a un plan determinado y que, por lo general, no son las más necesarias y al final carecen de mantenimiento.
“Y cuando este gasto se reparte de acuerdo con las necesidades políticas de 500 legisladores, lleva a muchas obras pequeñitas, poco útiles, a deportivos que se inauguran para la foto del diputado, pero a los que después nadie les da mantenimiento, o no eran necesarios, espacios sin gente”, describió el analista.
“De manera que hay un problema de mala calidad en la asignación del presupuesto cuando éste se reparte con el fin de que todos los diputados se queden en la fiesta”, planteó.
“No son decisiones de gasto con base en las necesidades del país, sino con base en cuál es la presión de los distintos grupos parlamentarios y cómo éstos creen que políticamente les puede ser útil tal o cual obra”, señaló.
Carlos Elizondo dijo que esta práctica lleva años dándose en San Lázaro, ya que con los fondos especiales para las promesas de campaña de los diputados se garantiza el voto aprobatorio de una mayoría significativa del presupuesto federal.
“Llevan varios años sumando a gran parte de los diputados gracias a ese reparto que se ha ido sofisticando. Y lo interesante es lo útil que ha sido el mecanismo desde el punto de vista de lograr que las votaciones sean mayoritarias e incluso por unanimidad –aun en los momentos de mayor polarización–, como fue el caso de diciembre de 2006, cuando aún teníamos el eco del conflicto poselectoral”, expuso.
“Porque al que no vota, no le toca. Es la forma que han encontrado para suma a todos los diputados en torno al decreto del presupuesto, a cambio de que les toque una parte de ese reparto”, enfatizó.
Cuestionado sobre de qué manera podría conseguirse que los diputados den cuenta de cómo aplicaron los diez millones de pesos que al menos se le asignaron a cada diputado para obras en sus distritos electorales –esto según versiones periodísticas, porque no existe nada oficial– , Elizondo Mayer-Serra planteó que desde el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) se puede tratar de conocer el destino de los recursos, a través de una petición ciudadana.
“Pero es muy difícil, también es muy poco clara su asignación durante la elaboración del presupuesto. En el mismo decreto tendrían que venir expuestos los mecanismos de rendición de cuentas de esos recursos. Para conocer qué pasó con ellos tendría que venir muy claramente descrito en el presupuesto los montos de las bolsas asignadas, pero además las reglas de operación para aplicarlos, al igual que las tienen los programas sociales, como Oportunidades”, alertó.
El académico expuso que para transparentar ese tipo de prácticas parlamentarias se requerirían reglas para la distribución de esas bolsas.
“Pero eso es improbable porque parte del atractivo político de estos recursos es la enorme discrecionalidad en su uso”, previó.
Elizondo Mayer-Serra afirmó que desde que se aprobó el presupuesto para 2014, el jueves en la madrugada, no se ha difundido un análisis en el que se logre identificar de manera clara hacia dónde se irán los recursos adicionales.
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