Filipinas.- Al día siguiente de que el tifón Haiyan golpeó la costa oriental de las Filipinas, un equipo de 15 médicos y expertos en logística estaba listo para volar hacia la ciudad más golpeada con el fin de ayudar. El martes, luego de cinco días del que podría ser el peor desastre en la historia del país, seguía aguardando para partir.
La ayuda ya está llegando a Tacloban: suministros médicos, plataformas llenas de agua y alimentos se apilan en camiones, aviones y transbordadores, enviadas por el gobierno filipino y diversos países del mundo. Pero la magnitud del desastre y los desafíos para hacer llegar la ayuda dan como resultado que pocas personas en esta ciudad, llena de escombros y cadáveres, hayan recibido apoyo.
Un equipo de Médicos Sin Fronteras, junto con suministros para hospitales, llegó a la isla de Cebu el sábado en busca de un vuelo hacia Tacloban, pero para el martes aún no había partido. Un portavoz del grupo dijo que era “difícil decir” cuando podrían salir hacia allá.
Y en la ciudad a donde los médicos desean llegar, miles de víctimas del tifón intentaban escapar. Acamparon en el aeropuerto y corrieron hacia la pista cuando llegaron aviones, rebasando una verja de hierro rota mientras algunos soldados y policías intentaban controlarlos. La mayoría no logró abordar.
En la ciudad varios cadáveres se encuentran aún en las calles y no existe evidencia de ninguna entrega organizada de alimentos, agua o suministros médicos, a pesar de que gran cantidad de ayuda ha comenzado a llegar al aeropuerto. Algunas personas hacían fila para recibir agua de una manguera, presumiblemente del suministro municipal.
El portavoz presidencial Edwin Lacierda dijo que los pertrechos de ayuda estaban llegando a la ciudad, y el suministro debería incrementarse en los próximos días ahora que el aeropuerto y un puente que conduce a la isla han sido abiertos.
Los doctores en Tacloban dijeron estar desesperados por obtener medicinas. A un costado de la torre de control arruinada del aeropuerto, en una pequeña clínica improvisada con cristales rotos, los médicos del ejército y la fuerza aérea dijeron haber atendido alrededor de mil personas por cortadas, golpes, laceraciones y heridas profundas.
A medida que pasa el tiempo sin que los sobrevivientes tengan acceso a agua limpia, alimentos, albergue y ayuda médica, aumentan las posibilidades de que se produzca una epidemia y la gente fallezca a consecuencia de las heridas sufridas durante la tormenta.
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