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Maduro sigue sumando locuras

Superiberia

Cada día, y con cada nueva acción, queda claro que Nicolás Maduro es la versión mala de su antecesor, Hugo Chávez.

Las declaraciones de que Chávez se le aparecía en sus sueños para darle instrucciones de cómo gobernar Venezuela fueron acompañadas por la risible historia de que también se le aparecía en forma de pajarito que le chiflaba.

Esas declaraciones que dejaron boquiabierto al mundo parecían pintar de cuerpo entero al mandatario populista de Venezuela. Lo sorprendente es darnos cuenta que eso apenas era el principio de una serie de acciones que retratan a Maduro como un hombre al borde de la locura. Un peligro para la de por sí frágil democracia de Venezuela.

El culto a Chávez es lo de menos. Tener cuatro efemérides patrias asociadas con su persona es sólo una de tantas alabanzas para el mandatario fallecido.

El 28 de julio es festivo por ser el cumpleaños del comandante presidente; el 8 de agosto, fecha de su ingreso a la Academia Militar; el 4 de febrero, momento de su golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, y recientemente Maduro declaró festivo el 8 de diciembre como el Día de la Lealtad al Legado de Chávez y del Amor a la Patria. La fecha fue elegida por ser el último día que se le vio a Chávez en público, cuando invistió a Maduro como su sucesor.

A esos actos y palabras se ha sumado el adelanto de la Navidad para que se festeje, a partir del 1 de noviembre, la creación del Ministerio de la Felicidad y ahora el obligar a tiendas departamentales a vender sus productos a precios rebajados hasta el nivel que Maduro considera el justo.

En el adelanto de la Navidad, Maduro arrancó su evento diciendo “Feliz Navidad 2013, Navidad temprana, victoria temprana, felicidad temprana para toda la familia”. Señaló que el objetivo de su gobierno “es la suprema felicidad social de todo el pueblo”, así reciba burlas “de la burguesía apátrida”.

Por ello creó el Ministerio de la Felicidad. “Nadie podrá con nosotros, nadie podrá con la felicidad y el derecho a la paz que tenemos, nadie podrá con el derecho que tenemos a vivir y a tener un buen feliz año”, declaró Maduro.

El Presidente ha decidido que además hay una guerra económica de la oposición, de la burguesía parasitaria y de EU en su contra. Por ello le pidió a las Fuerzas Armadas ocupar todas las filiales de una importante cadena de tiendas de electrodomésticos, Daka, y confiscar y vender de manera compulsiva sus inventarios “a precios justos”: “¡Que no quede nada en los anaqueles!”, retumbó la orden presidencial.

Y así ha sido. La gente ha acudido a esta cadena de tiendas y a otra más que también ha sido tomada por las Fuerzas Armadas a comprar de todo a precios reducidos entre 60 y 90 por ciento. Un atropello al libre mercado, a la libre empresa, que debiera escandalizar al mundo entero.

Es el discurso populista del amor y la felicidad, acompañado por odio y señalamientos a quienes no coinciden con él.

Por alguna extraña razón, quizás tenga que ver que se toman ya por descontadas las locuras de Maduro, la comunidad internacional no ha repudiado estas acciones del presidente venezolano.

Maduro puede hacer y deshacer, incluso una aeronave mexicana —presumiendo que se trata del avión número 30 que se ha inhabilitado— cuyos tripulantes permanecen desaparecidos, y no pasa nada. No hay condena internacional.

 

@AnaPOrdorica

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