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La medalla Belisario Domínguez post mortem para Manuel Gómez Morín

Superiberia

El Senado de la República decidió en este 2013 otorgarle la Medalla Belisario Domínguez en su centenario a Don Manuel Gómez Morín, un mexicano que aprendió a construir y domesticar a un México bronco e incivilizado, si parto de su vivencia de lo que fue la Revolución Mexicana, un hecho histórico violento que posibilitó la desestabilización política hasta 1928, particularmente con los asesinatos de los principales personajes de la vida pública de este país en las primeras tres décadas del siglo XX.

Quiero resaltar las palabras del Senador chiapaneco, Roberto Albores Gleason, quien en su discurso se anunció del resultado de la medalla, aquél de manera eufemística afirmó que Gómez Morín había sido un “legislador ciudadano”, vaya forma de ocultar el peso del régimen autoritario, porque en 1946 Manuel Gómez Morín ganó el distrito II de Batopilas en Chihuahua, y como estaba diseñado ese sistema electoral, la Cámara de Diputados se asumía como el colegio electoral, y decidió no darle la diputación federal utilizando una “chicana jurídica”, la cual se centró en que fue hijo de un ciudadano español (Manuel Gómez Castillo), cláusula constitucional que sólo se aplicaba al Presidente de la República, inclusive fue un debate ofensivo y vulgar por parte de los diputados federales del PRI de esa época.

Es importante comentar la dificultad para hacer un partido político de oposición, en un país no urbano, con poca infraestructura carretera, sin prerrogativas, y que dependía su registro de la Secretaría de Gobernación, todo en contra para hacer un partido político, porque no era un país de leyes (como ahora), y dentro del realismo político, hacer un partido político de corte liberal y ciudadano, porque a diferencia del PRI, que nació desde el poder político, de allí que sea un partido de Estado o del PRD que nació de un caudillo; puedo afirmar que es el único partido político que nació moderno, y por eso su lucha la definió como una “brega de la eternidad”.

Continuando con la misma línea de interpretación anterior, la relación con los medios de comunicación en esos tiempos fue de silenciar a esa oposición, simplemente no existía esa posición política en la vida pública del país, hasta que crearon el órgano de difusión de Acción Nacional, “La Nación”, un instrumento que era la única ventana de información que tenían los militantes del PAN; la pregunta en este rubro es: ¿qué ha cambiado hoy en día?, la diferencia es la tecnología, donde la Política 2.0 y 3.0 ya tomaron carta de naturalización, lo que no ha cambiado es que no hay libertad para ejercer un periodismo libre, éste sufre en entidades federativas como Veracruz, de la presión del poder político y hasta la eliminación de periodistas incómodas, y lo peor, los dueños de los medios de comunicación permiten esa indigna situación, donde hasta les mandan a decir qué notas y qué actores están prohibidos por un régimen de caricatura.

Regresando a Manuel Gómez Morín en 1958, éste intenta ser diputado federal en el distrito XVIII del DF, pero nuevamente la perversidad del PRI, quien cambió al candidato designado al saber que el postulado era Gómez Morín, para poner de adversario a su amigo, uno de “Los Siete Sabios”, Antonio Castro Leal, y la nobleza de aquel mexicano, hizo declinar su aspiración política para no enfrentar políticamente a un viejo amigo. 

Esta fue la grandeza de ese hombre público, quien fue prudente, tolerante ante su propio dolor político, algo que a lo largo de su vida lo convirtió en un sabio.

Como siempre, el régimen autoritario sólo reconoce a Manuel Gómez Morín en su muerte, en 1972, el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia dijo: “…alguien que ha contribuido a ensanchar el panorama político y cultural del país. Como serían de desearse los casos de pureza y de solvencia moral como el que Gómez Morín representa… Es México entero quien pierde a un gran hombre, a un modelo de probidad y decencia, a un abogado honorable, escritor correcto, maestro inminente y político limpio, que es algo que de no todos puede decirse. Con su desaparición casi se agota ya una generación de mexicanos ilustres. Ojalá que por mucho tiempo sea recordado Gómez Morín, por quienes fueron sus alumnos, o sus discípulos, o sus seguidores y que su ejemplo sea seguido por ellos”.     

Finalmente, la medalla Belisario Domínguez a Manuel Gómez Morín, debe representar a los panistas, primero un símbolo de identidad; segundo recordar el modelo de político inteligente, honesto y jugador de la política limpio; y tercero que esos principios de doctrina no se olviden al confundir la política con lo que hoy se cree que pueda ser, donde no todo se vende al poder político en turno, en fin, hay que continuar la lucha política interna y externa para que sigamos siendo un partido que vino a civilizar la vida pública de México.

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