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Marginalia: La mejor Córdoba es un mal Orizaba

Superiberia

Mi hermano vive en Orizaba. Más allá de la naturaleza del odio, de la violencia y los insultos, más allá de decirle chayotero de manera indiscriminada y en cada oportunidad recordar con cierto doloso morbo que si allá llueve, pareciera hacerlo en sentido inverso… lo cual si fuera anfibio pareciera un deleite, más allá, en verdad más allá de eso ya no tengo nada que decirle.

En cambio, las imprevistas consecuencias de un arrebato de estupidez colectiva han terminado por permitirle a él, presumirme de su Plaza Valle. De la maravillosa vista que hay desde su infonavit de los cerros y la bruma y las aves*. Después, con cinismo, como quien pone sal a la fuerza en los ojos de alguien, me recuerda que tienen 1×1 en absolutamente todas las vialidades, que hay al menos 10 librerías más que en “Cordobaches”, que ciertas fachadas se han conservado intactas para brindale cierto aire nostálgico a las calles, que están por poner un teleférico y es entonces cuando necesito entre lágrimas y balbuceos salir. En esa habitación ya no puedo permanecer más. Esa es una realidad; la mejor Córdoba es apenas, una mal Orizaba y no hay absolutamente nada que nosotros podamos hacer… ¿O lo hay?

El engaño infame de los medios que privilegian la opinión sobre el pensamiento y la reflexión, la opinión sobre el uso del menos común de los sentidos; el sentido común, han logrado encumbrar figuras como Portilla, Lavín, Duarte, Beltrán, y etc.

Los acontecimientos positivos no son ni deberían ser noticia. Priorizar lo que se hace bien es enaltecer lo que debería ser tratado como algo cotidiano. ¿Qué de bueno tiene informar de sólo lo bueno? ¿Dónde queda el quehacer periodístico? ¿Cuál es la razón de ser, de los “medios de comunicación?

-”Amolián, pero es que tú estás siempre en contra de todo, eres un negativo amargado de lo peor”- Me han dicho articulistas sociales peso mosca, y en realidad la mayoría de los que están cegados por el sistema diseñado para cegar. No es que lamente la decadencia de la cultura occidental o que sea un fanático del cinismo. Es simplemente que no puedo estar conforme con esta realidad mediocre. Lo han dicho grandes pensadores, los conformes no van a cambiar al mundo, los inconformes sí. Eleven su nivel de confrontación personal hasta un punto en el que ustedes se repudien y necesiten cambiarse a sí mismos. Sólo cambiando nosotros podemos cambiar nuestro entorno.

Qué si hay algo que hacer, por supuesto. ¿En qué momento nos olvidamos que las leyes no están para servir a los gobernantes sino para servirnos a nosotros?

¿Por qué ningún empresario va y pone letreros 1×1 en las calles? Si tanto lo exigen deberían hacer algo. Quejarse por quejarse o por ser parte de una pose plumífera no tiene sentido, ni cordura. Ser un regidor que sólo afirma ver lo que está mal pero no hace nada por remediarlo es una pose triste, pobre, ridícula.

Como dice la casa editorial “basta de simulaciones”.

¿No les da vergüenza cordobeses, ser el patio trasero de lo que fue su patio trasero? Es como ser el amante de la que fue su amante. Y no es una cuestión absurda de un falso patriotismo ya que yo soy extranjero; es una cuestión de orgullo. Si ves a los demás crecer, ¿por qué tú no intentas algo similar? Quejarse de las autoridades es una cuestión indispensable. Pero como dice el amor de mi vida “¿y luego qué? ¿Cuál es el siguiente paso?, ya estás inconforme, ¿qué estás haciendo para solucionar tu inconformidad?”.

No esperemos a que llegue un líder que lo cambie todo porque no va a llegar; uno de nosotros tenemos que convertirnos ese líder.

-¡¿Tú Amolián qué haces por tu ciudad eh?!-

Distraer la atención de lo que otros hacen o no hacen no desaparece como un artilugio, que tú, no haces nada o que tú no haces las cosas bien. Dejemos la pose. Volvámonos un argumento.

El laberinto del Fausto.

“Michoacán no tiene ingobernabilidad y las nieves siguen sabrosas”, o algo así dijo Fausto, en el laberinto de declaraciones que ha hecho y que Peña Nieto y Co., suscriben. No había visto tanta violencia concentrada e impune desde que leí “Carta al padre” de Kafka y de eso ya hace como 20 años. Es un señor perfectamente racional que juega al Lujambio y busca la compasión mediática para continuar con una obra de teatro que hace 2 años ya nadie entiende. Tiene aristas muy sensibles, me sorprenda que alguien se lo pueda tomar en serio. Si a mí como gobernador me incendian gasolineras e instalaciones de CFE, después de volverme loco y destruir mi habitación, renuncio. ¿Qué espera ese Fausto, para salir de ese laberinto?

DJ Peña.

De los creadores de “la reforma educativa”, “La reforma laboral” la gran “reforma educativa” y el éxito de todos los tiempos “la reforma hacendaría”, viene para todos ustedes, “la reforma agropecuaria”. Dj, dj, dj, Peña, eña, eña, ña, ña…

(Aquí va una grosería que implica succionar glándulas mamarias, antecedida por una negación).

Memediáticos.

Hace muchos años había glamour. Por eso todo lo que hizo Madonna es hasta ahora considerado como revolucionario. Brenda Esparza (o Britney Spears para los gringos) lo intentó, entonces llegó Lohan a mostrarles cuánta cocaína le caben a un par de pulmones de buen pedigree. Lady Gaga y vino a escena Miley Cyrus. Cada 5-10 años aparece un nuevo tótem al cual le podemos descargar nuestra atención para olvidarnos de la realidad. Es eso, o ver “la Voz México”. Estamos perdidos. Bueno ustedes, porque yo tengo libros.

Datos marginalios.

Para los amantes del apocalipsis zombie, no tomen agua del grifo, eso sólo es cólera y está pegando fuerte en México. Qué bueno que tengamos un distractor como ese en estos momentos de reformas, ¿no lo creen?

Apple y Google están revelando que 41 gobiernos han solicitado información de sus usuarios y están espiando “al igual que EU”. Para que vean que los distractores sociales no son exclusivos de México. Sí, pero y EU ¿qué?

El Buen Fin es lo mismo que el horario de verano; una maquinación absurda para que de una manera más imperceptible, el gobierno obtenga más recursos endeudando al pueblo. Pero vayan por sus pantallas con “descuento”.

Odio a los políticos, me aburren. son como una porción de mercurio en las manos que no se puede sujetar, siempre se escapan por uno u otro lado. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que las calles sigan como hasta ahora? ¿Por qué no tomamos las riendas y dejamos de negociar con ellos?

Ahí se los dejo de tarea.

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