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LOS TRIPOLARES

Superiberia

 Por: Andrés Timoteo  /  columnista

Los actuales Diputados locales no le piden nada a sus predecesores en cuestiones de espectáculos degradantes. Ya en la postrimería, la actual diputación estatal dio ayer una función bochornosa cuando tres de sus integrantes, dos mujeres y un señor, saltaron de una bancada a otra conforme a sus intereses y a los hilos de sus titiriteros. Una fue Cinthya Amaranta Lobato Calderón, quien renunció a la bancada panista para irse a la del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Es la primera ‘chapulina’ que sin empacho se sube al carro del partido que gobernará la entidad en el sexenio siguiente. Claro, la señora nunca ha conocido de lealtades políticas, pues su carrera política la inició en Convergencia por la Democracia, hoy Movimiento Ciudadano, impulsada por su padre, José Luis Lobato, amigo personal del exgobernador Dante Delgado y fundador del Partido naranja, pero ni eso la retuvo.

Pese a que Convergencia la hizo diputada en la 60 Legislatura (2004-2007), Lobato Calderón renunció al mismo para sumarse al PAN. Dato adicional es que, durante su primera gestión como diputada local, la señora Lobato fue compañera de curul de Atanasio García Durán, el padre del gobernador electo, Cui-tláhuac García Jiménez. Al parecer esas viejas amistades -y por supuesto sus intereses- la condujeron a lo obvio, al próximo partido en el poder.

Otro saltarín irredento es Sebastián Reyes Arellano, diputado plurinominal -al igual que Lobato, es decir que no se ganaron las curules en las urnas de votación- quien ayer renunció un par de horas a la bancada del PAN, a donde llegó el 8 de noviembre del 2016. El señor es ejemplo de la bipolaridad -o tripolaridad- partidista, pues llegó al Congreso Local como legislador de Morena y a los cuatro días de rendir protesta renunció a su militancia marrón para pintarse de azul.

Además, en los comicios pasados fue candidato del Partido Nueva Alianza (Panal) a la diputación federal por el distrito de Coatzacoalcos. Ayer, al iniciar la sesión parlamentaria renunció a la fracción panista, pero antes del mediodía reculó. Una versión es que le subieron la “gratificación” -los “chocolates”, como les decía la expresidenta de la mesa directiva en la pasada legislatura, Octavia Ortega- y otra que en Morena se negaron a aceptarlo de regreso.

Con la separación de Lobato Calderón y Reyes Arellano de la bancada panista, ésta se quedaba con 18 integrantes y dio argumentos a Morena para reclamar la Junta de Coordinación Política. Por eso los panistas se pusieron a rellenar huecos y Reyes Arellano fue retenido -¿cuánto habrá costado?- y además sumaron a la perredista Dulce María García López para mantener una bancada con 20 legisladores.

García López, diputada por el distrito de Zongolica es militante de oportunidad en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) pues viene de una familia hiper-priista y caciquil de la sierra. Su hermana, Ignacia García López ha sido tres veces diputada local por el PRI y presidenta municipal de Tlaquilpa.

Es de más decir que la misma Dulce María García fue militante del PRI toda su vida y su paso por el PRD fue de utilería electoral. El caso de estos tres diputados es digno de un estudio sobre siquiatría política por su personalidad múltiple  en cuestiones partidistas -tripolaridad- ya que han saltado en al menos tres partidos políticos conforme soplan los vientos de sus conveniencias. Vergüenza pública.

 

PRIMOR ¡YA!

Pero no son los únicos en el síndrome de trasposición partidista, ya que apenas de dos semanas en Morena resultó ganadora, los diputados locales del Partido Revolucionario Institucional (PRI) activaron la alianza PriMor, tan masticada en el último par de años en Veracruz. No se esperaron a la renovación parlamentaria para lucirla o al menos canturrearla para subir el precio de sus votos parlamentarios.

El coordinador de la bancada, Juan Nicolás Callejas Roldán, quien ya regresó al recinto legislativo luego de que perdió la contienda por el Senado por la alianza PRI-PVEM, confirmó que negocian un acuerdo con la fracción morenista para frenar la votación de quien será titular de la Fiscalía Especializada en el Combate a la Corrupción, llamada popularmente Fiscalía Anticorrupción, así como a los 12 magistrados vacantes del Tribunal Superior de Justicia del estado (TSJE).

Obviamente, la alianza PriMor no logrará nombrar a ninguno de estos funcionarios, pero sí puede evitar que lo hagan los panistas porque el eje PAN-PRD-Nueva Alianza más las independientes Eva Cadena Sandoval y Judith González Sheridan, solo cuenta con 28 votos y necesitaría seis más para lograr los 34 que hacen mayoría calificada.

La fracción priista tiene ocho votos, suficientes para alcanzar esa cifra mágica, pero al parecer los pactos con Morena -y con el futuro gobernador Cuitláhuac García- los llevarán a su causa. Claro, falta analizar los intereses a plazo inmediato, o sea los cohechos económicos, pues lo que los morenistas les ofrecerían son cotos de poder a mediano plazo y con la incertidumbre de que desde el altiplano den un manotazo e impidan a Cuitláhuac García incumplir con las alianzas respectivas, sobre todo si hay de por medio dinero con eso de que serán “austeros” y “honestos” por decreto.

El jaloneo legislativo es porque la Comisión de Justicia propone, para ocupar dicha fiscalía, al actual visitador de la Fiscalía General del estado, Marcos Even Torres Zamudio, además de algunos perfiles de los doce candidatos las magistraturas del Tribunal Superior de Justicia. Sobre ellos, Morena y sus personeros han desplegado una campaña mediática para desacreditarlos.

De los aspirantes a las magistraturas, los morenistas tienen un odio indicativo hacia la jueza de control en el penal de Pacho Viejo, Alma Aleida Sosa Jiménez, conocida también en el argot abogadil como la “Jueza de Hierro” porque es la que más exfuncionarios duartistas ha metido a prisión. Al mismo Javier Duarte de Ochoa lo vinculó a proceso judicial por el delito de desaparición forzada. Al parecer en Morena no le perdonan eso, indiciar penalmente a su benefactor y encarcelar a los otros corruptos del sexenio pasado.  

 

SIN CATARSIS

Algo que no encaja en la lógica política sucede en el PAN y el PRI a nivel estatal, porque a pesar del fracaso electoral que registraron en los comicios recientes, sus dirigentes se rehúsan a dimitir. La catarsis ni la evaluación mínima se produce entre los panistas que, al parecer, han aceptado que el tuxpeño José Mancha Alarcón permanezca un año más al frente del Partido.

Esto aun cuando el señor apesta a corrupción y su palabra carece de los mínimos en credibilidad y respeto para encabezar una oposición crítica y certera a partir del mes de diciembre, cuando llegue la segunda alternancia al Gobierno Estatal. A diferencia de lo que sucede a nivel nacional con la petición de varias corrientes internas para que haya una sacudida en la estructura partidista, en Veracruz solo dos se han aventurado a pedir eso.

Ambos, el actual diputado federal, Francisco Gutiérrez de Velasco y el exlegislador por Huatusco, Víctor Serralde -o como se llame en realidad- han reclamado cambios en el Comité Directivo Estatal pero sus arengas obedecen más a intereses infiltrados que a una vocación democrática o de doctrina panista. El resto de la militancia azul, incluyendo a los que ocupan cargos de elección popular, ha guardado silencio ominoso.

Tal impavidez no es por disciplina, respeto o solidaridad partidista sino por una falta de decoro. Cómo es posible que sigan tolerando que Mancha Alarcón se mantenga al frente del Partido cuando arrastra una fama tan desastrosa. Con el caso de este señor se le debe de dar la razón al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador cuando decía que la única diferencia entre los priistas y los panistas es que “unos son rateros y los otros ladrones”.

En el Revolucionario Institucional andan por un rumbo parecido, pues el exalcalde de Xalapa, Américo Zúñiga se aferra a la dirigencia estatal cuando debió renunciar el lunes 2 de julio. Lleva 17 días estorbando -bueno, siempre lo había hecho, pero ahora es más visible- a su Partido para poder iniciar con la recogida de escombros y el proceso de recuperación -que será a muy largoooo plazo-.

Si el PAN quedó menguado tras los comicios pese a que alcanzó casi un millón y medio de votos, el PRI está en el inframundo porque no obtuvo ni la tercera parte de esa cifra. No ganó nada y la representación legislativa que tendrá es mínima y con posiciones obsequiadas por la vía plurinominal. Lo peor es que los tres diputados que llegarán al Congreso Local podrían, más temprano que tarde, dejar de ser priistas para saltar a Morena o declararse independientes, empujando al tricolor a la ignominia.

A pesar de ello, en el PRI veracruzano no reaccionan, no hay liderazgo, no hay críticos -bueno, más bien no hay autoridad moral para criticar- ni nadie que lo salve. El otrora partido de los caudillos se quedó sin nadie que lo dirija. En medio de tal desolación, los aprovechados se regodean a sus anchas, como el senador Héctor Yunes Landa, quien se burla de ellos al afirmar en un artículo: “No moví un solo voto en contra de mi partido, ni el mío, ni el de mi familia, ni el de la asociación política Alianza Generacional”. Risas, y muchas.

Vaya ganas de mofarse de su víctima: el felón Yunes Landa riéndose de sus traicionados, y éstos, callados. Al vivillo senador lo traiciona el subconsciente -otra paradoja- porque niega lo que le sobra, dirían los viejos del pueblo. Si los priistas dan pena ajena al no echar a Américo Zúñiga de la dirigencia estatal, al tolerar que Yunes Landa se burle de ellos provocan carcajadas. Entre Zúñiga y Yunes Landa convirtieron al tricolor en el ‘payaso de las cachetadas’.

¿Y alguien sabe dónde anda José Yunes Zorrilla? Ese que decían que era el más honesto y lo comparan como el ave diazmironiana que atraviesa el pantano -tricolor- sin mancharse, anda desaparecido hoy cuando más lo necesita el partido. Nadie conoce de su paradero y las leyendas urbanas abundan: unas dicen que está encerrado en su rancho de Perote llorando como una Magdalena, otras que se refugió en el Senado y algunas más que anda de vacaciones, bajo un sol veraniego que lo haga sudar la derrota.

Yunes Zorrilla es, dicen algunos de los pocos creyentes que quedan, el único activo en el partido que puede intentar reconstruirlo, aun cuando él mismo lleva culpa en el desastre por guardar siempre silencio, por haber tolerado a las amebas, pese a las advertencias, por no haber señalado a tiempo a los traidores y abrazarlos en público sabiendo que operaban para otros partidos. El ilocalizable peroteño no reacciona, aun cuando ya casi comienzan las pompas fúnebres del priismo local.

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