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Nueva alianza mundial

Superiberia

En julio del año pasado, el Secretario general de las Naciones Unidas encomendó a un grupo de 27 personas, de diferentes partes del mundo, conformar un equipo que hiciera las recomendaciones necesarias sobre la agenda del desarrollo posterior a 2015. Su labor ha terminado y han producido un documento que resulta muy interesante, tanto por los datos que aporta, como por las propuestas que hace.

Dicho equipo estuvo encabezado por el Presidente de Indonesia, la Presidenta de Liberia y el primer ministro del Reino Unido.

El documento producido se denomina “Una nueva alianza mundial”. Según expresan en él, existe optimismo por los logros alcanzados en los objetivos del desarrollo del milenio —el cual fue su documento base—, ya que en los 13 años recorridos del actual siglo hay 500 millones de personas menos viviendo por debajo de la línea de pobreza, situación nunca vista en el desarrollo de la humanidad. Asimismo, las tasas de mortalidad infantil han disminuido en más de 30%, lo cual se traduce en haber rescatado a más de tres millones de niños cada año.

Según el documento, el principal reto que se tiene es erradicar la pobreza extrema y, tomando en cuenta la decisión de los líderes mundiales en la reunión de Río de Janeiro, Brasil, del año pasado, de que las nuevas metas y objetivos deben basarse en el respeto de los derechos humanos fundamentales, este desafío deberá cumplirse a más tardar en 2030.

Para lograr lo anterior, es necesario considerar que en la actualidad hay mil millones de personas más que en 2000, y que para 2030 seguramente habrá otros mil millones adicionales; es decir, la Tierra estará habitada por ocho mil millones de personas, de las cuales más de la mitad vivirá en ciudades.

Para alcanzar una estabilidad y un desarrollo armonioso, los miembros del grupo indicaron que en la agenda universal deben constar cinco cambios transformativos.

El primero de ellos se denomina “no olvidarse de nadie”, para lo cual deben garantizarse los derechos humanos universales y las oportunidades económicas básicas a cada persona.

El segundo cambio se denomina “colocar el desarrollo sostenible en el centro de la agenda”, y consiste fundamentalmente en lograr una mayor inclusión social que brinde nuevas soluciones y nuevas opciones a los habitantes del planeta.

El tercero es “transformar las economías para crear empleo y crecimiento inclusivo”, que propone un cambio rápido hacia nuevos patrones de consumo y producción sostenibles, con el fin de garantizar que todos tengan lo necesario, incluyendo el acceso a una educación de calidad, atención médica, agua potable, electricidad, telecomunicaciones y transporte.

El cuarto cambio se refiere a “construir paz e instituciones eficaces, abiertas y responsables para todos”, y tiene la finalidad de que los habitantes de la Tierra podamos vivir sin conflictos y violencia, con gobiernos honestos, responsables y receptivos a las necesidades de la población, haciendo de la transparencia una revolución.

Por último, el quinto habla de forjar una “nueva alianza mundial”, con un nuevo espíritu de solidaridad, de corresponsabilidad y de cooperación mutua, que logre que la agenda pos-2015 se cumpla. Además, señala que se debe combatir el cambio climático, apoyar el comercio libre y justo, la innovación, transferencia y difusión de la tecnología.

Asimismo, hacen un llamado a una revolución de datos para el desarrollo sostenible que logre mejorar la calidad de las estadísticas y la información disponible a los ciudadanos.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo consultó a más de cinco mil organizaciones de la sociedad civil y a 250 directores ejecutivos de las grandes corporaciones del mundo, así como a académicos de varios países.

Considero que se trata de un gran esfuerzo que puede sentar las bases de lo que las Naciones Unidas pueden hacer por mejorar el bienestar de la población que, a mi juicio, debe ser el gran objetivo del pos-2015.

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