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Superiberia

A lo largo de su historia —y gracias a sus principios—, el Partido Acción Nacional se convirtió en la fuerza política que simbolizó los valores democráticos fundamentales. Incluso, hace no muchos años, los jefes nacionales y dirigentes presumían con orgullo que sus valores fundacionales no eran la búsqueda del poder sino la construcción de democracia y ciudadanía. 

En la “brega a la eternidad” los panistas pregonaban como carta fundamental de presentación su calidad de “oposición leal”, entendida como la postura congruente y constructiva de un partido serio en la negociación. Además de confiable en la palabra empeñada y que se mantenía lejos del chantaje partidista. 

En consonancia con lo anterior, el viejo partido azul que hoy rebasa los 70 años de vida, solía resolver sus diferencias internas apegado a sus reglas institucionales. Por eso las disputas, peleas y diferencias eran resueltas en la casa azul; en los órganos de “notables” que representaban a la estructura nacional o en los grupos cerrados de las familias custodias. 

Así, gracias a que durante décadas el PAN respetó de manera escrupulosa sus reglas internas, y como resultado de su “oposición leal” y sus acertadas negociaciones políticas con el PRI en el poder presidencial —en los gobiernos de Salinas y Zedillo—, el PAN se convirtió en alternativa real de poder. Y gracias a todo eso, el PAN llegó al poder presidencial. 

Todo eso a pesar de que las fuerzas políticas que mejor capitalizaron la ruptura del PRI en la segunda mitad de los años 80 fueron las llamadas izquierdas, mismas que abrazaron como propios a los renegados del viejo PRI; las mismas que convirtieron a sus líderes históricos a ex priistas como Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador; las mismas que repudiaban el pacto político y la alianza. 

Muere el PAN de GÛmez MorÌn

Sin embargo, queda muy poco o acaso nada del PAN que hace más de siete décadas fundó Manuel Gómez Morín. ¿Por qué? porque para mala suerte de los políticos del PAN —“para maldita la cosa”, como decía el fundador del partido—, si bien los azules finalmente ganaron el poder presidencial en el año 2000, también es cierto que desde entonces perdieron el partido. ¿Y por qué lo perdieron? 

1.- Perdieron el partido porque en el año 2000 la Presidencia de la República no la ganó el PAN y menos un militante o dirigente azul. No, la ganó Vicente Fox, que no era más que un oportunista de la política que, al final de cuentas, utilizó al partido azul como instrumento personalísimo para acceder al poder. 

2.- Perdieron el partido porque si bien echaron del poder presidencial al viejo PRI autoritario, represor, corrupto y nada democrático, en realidad el PAN que llegó a Los Pinos en los gobiernos de Fox y de Calderón no fue una alternativa real. Si bien con el PAN empezó la consolidación democrática, se ganaron libertades impensables y las elecciones fueron creíbles, también es cierto que el PAN no logró desmontar la vieja estructura corporativa sobre la que se construyó el PRI. 

3.- Perdieron el partido porque en los gobiernos presidenciales del PAN no se acabó la corrupción, la improvisación y, salvo contadas excepciones, el PAN no logró imponer en sus gobiernos su programa de acción, su plataforma partidista y porque en muchos casos la caída del PRI y la llegada del PAN no fue más que un grosero “quítate tú para ponerme yo”. 

4.- Y perdieron el partido porque con el poder presidencial en manos del PAN, el gobierno de Calderón trató de manosear a su antojo al partido y en algunos casos lo consiguió. Mangoneó a sus dirigentes y no pocas candidaturas a puestos de elección popular. Es decir, hizo lo mismo que los presidentes del PRI. Y el mejor ejemplo de grave contradicción es que ya como presidente, Calderón sometió al PAN a sus caprichos al imponer a jefes nacionales como Germán Martínez y César Nava; políticos bisoños que con decisiones poco acertadas llevaron al partido a derrota tras derrota.

 

Trauma de perder el poder

Al final de cuentas, cuando se avecinaba la sucesión presidencial y cuando el PAN debía sacar lo mejor de su historia, el partido se fracturó y un grupo de panistas, encabezados por Gustavo Madero, le arrebataron la dirigencia nacional al presidente Calderón. Sin embargo, ya como presidente del partido, Madero procesó de la peor manera la selección del candidato presidencial y, en medio de la más severa pelea partidista de la historia de los azules, Calderón pretendió imponer la candidatura de Ernesto Cordero, mientras que el grupo político de Josefina Vázquez Mota peleó hasta el final y se quedó con el premio mayor. 

Sin embargo, mientras que casi todos los liderazgos dejaron sola a la candidata Vázquez Mota, apareció la peor cara de los azules. En el PAN abundan las versiones de que no pocos dirigentes y funcionarios del gobierno de Calderón se habrían robado el dinero de la candidatura, en tanto que gobernadores azules y hasta secretarios de Estado de Calderón se habrían “vendido” al candidato del PRI: Enrique Peña Nieto. Se vivió una gran traición. 

En julio de 2012 el PAN no sólo fue derrotado en las urnas, no sólo fue echado del poder y no sólo fue desfondado de principios y doctrina sino que, literalmente, fue pulverizado. Cayó al tercer lugar. Sobrevino entonces la pelea “por el zurrón” del PAN. Y de nueva cuenta, los “chiquitos” jefes azules se equivocaron. 

Para mantenerse al frente del partido y para llevar sus aspiraciones presidenciales a buen puerto, el jefe nacional del PAN, Gustavo Madero, impulsó un peligroso cambio estatutario que le arrebató a “los notables” la facultad de elegir presidente y candidatos a puestos de elección popular y, con ello, abrió el partido al populismo; a una suerte de asambleísmo “ceceachero”. ¿Y qué paso? 

La tragedia está a los ojos de todos los que quieran verla. Hoy el PAN es un partido fragmentado, sin ideología y sin principios. Por decreto se crearon las tribus —igual o peor que en el PRD—, en el que la divisa fundamental ya no son los principios, los proyectos y la doctrina, sino el poder por el poder. Y por eso hoy pelean a muerte la tribu de Madero contra la tribu de Cordero. Es decir, que la de Felipe Calderón es una de las manos que “mecen la cuna” en el PAN. 

Y recién apareció la tribu de la señora Josefina Vázquez Mota, quien amnésica olvida la historia y todos los básicos del PAN —principios y doctrina—, para convertirse en la “Morena” del partido azul. Es decir, en una fea copia del lopezobradorismo del “no”, pero en el partido azul. ¿Así quieren regresar al poder? El PAN se pudre. Al tiempo.

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