- Hoy ganamos menos que hace 6 años cuando el petróleo era la fuente principal de la riqueza nacional, pagando más por la exigua canasta básica y ampliada, subyugados por un mando administrador hacendario único, coronado por la gobernanza autónoma del Banco de México. Afanados por vencer, los candidatos presidenciales no cuestionan esos instrumentos del poder.
Aleluya Moreno Lorenses Oropesa
Columnista
Ni cuerpo que lo resista: reza la hermenéutica popular, estadísticamente cierta.
La historia patria moderna inicia en 1810-21, con la liquidación del reino español. Las Reformas juaristas de 1855/61 envían al mercado libre tierras y hombres esclavizados y obligados siervos de la gleba.
Porfirio Díaz toma el poder de la incipiente República el 5 de mayo de 1877, instaurando su dictadura científica favoreciendo al capital francés y sus negocios personales; craso error, en tiempos del ascendente Imperialismo.
En 1910-17, demócratas anarquistas y socialistas ingenuos encabezados por Madero, Flores Magón y Pino Suárez inician su derrocamiento basados en la inconformidad apiñada de la gente, sin organización de clase. Incapaces de enfrentar al enemigo mueren en el intento, así como los caudillos populares Zapata y Villa.
La generación de presidentes nacionales militares y paramilitares toma el poder sin mayor oposición, hasta el presente, a favor del sistema internacional capitalista.
2018. Hace un siglo éramos 15 millones de mexicas nativos y criollos, la mayoría pobres en tiempos de una sociedad precaria, egregia y gregaria.
Hoy que somos 130 millones de mexicanos residentes y unos 30 millones de parias errantes; la enorme mayoría sigue siendo pobre, miserable e insultada, excepto el 6% privilegiado rodeando al 1% de sirvientes asignados a distintas funciones, sea como gerentes de primer nivel asalariados en instituciones y empresas, funcionarios, empleados, obreros y dueños de pymes del campo y la ciudad. El 80% gana menos de cinco salarios mínimos, y, 8 millones no ingresan ni uno al día.
A diferencia de hace 100 años, hoy presumimos de medios de transporte y comunicación tan bien trazados como privatizados; destinados a la circulación de mercancías, su uso se restringe a quien pague por su tránsito, además de tener motivos para usarlos.
Estos excesos se sintetizan en once billones de pesos de creciente deuda nacional, obligándonos a pagar 500 mil millones de pesos anuales de intereses, quitándole recursos al gasto público.
Por los Acuerdos de Bucareli. Para completar el presupuesto se contrata más deuda nacional e incrementan los impuestos a los asalariados y consumidores cautivos.
Sin mayor uso productivo, las entradas son destinadas a pagar las obligaciones y a sostener al aparato burocrático más caro, grande y soso de América Latina dirigiendo a un país transformado en fuente de materias primas y mano de obra barata maquiladora.
Hoy ganamos menos que hace 6 años cuando el petróleo era la fuente principal de la riqueza nacional, pagando más por la exigua canasta básica y ampliada, subyugados por un mando administrador hacendario único, coronado por la gobernanza autónoma del Banco de México. Afanados por vencer, los candidatos presidenciales no cuestionan esos instrumentos del poder.
Amor y paz. Andrés no miente cuando ofrece separar la política gubernamental de los grandes negocios ¿mediante la reactivación del viejo programa nacionalista echeverrista de la economía mixta?
Este enredo legal mete en crisis a las nueve bolas creadas para contener el ascenso de la lucha de clases. Incapaces de evitar las crisis del capital a pesar del enorme financiamiento, su legitimación es la zanahoria de los partidos de coalición en proceso electoral y antesala del próximo Gobierno de Coalición.
Este arroz todavía no se ha cocido. La venita megalómana de Andrés lo traicionó al creer que basta con la captación del descontento nacional en contra del viejo PRIPAN, para hacerse fácilmente de la estafeta; mas, si, quitándose de encima a la generación populista fundadora de Morena, incorpora desechos de la confronta nacionales entre los residuos del nacionalismo proteccionista y el neoliberalismo, que gozaron del poder y lo perdieron.
Entre otros: Bartlett operador experto en triunfos y caídas de sistemas, Levy y Ortiz, zedillistas responsables del FOBAPROA/IPAB. Esteban Moctezuma, operador de Salinas Pliego; Romo y Fastlicht Sackler el suegro de Azcárraga Milmo; Nancy de la Sierra, Barbosa, afín a Melquiades Morales y Mario Marín; la señora Gordillo y su estirpe. Tatis Cloutier, Martínez, Ifigenia, Padierna, Pablo Gómez, Blanco, Cuevas, Muñoz Ledo, Napoleón Gómez, Nestora, Chico Herrera, Lorena Cuéllar. Yeickol y sus amigos de Canacintra.
Espejismos. Con estos aliados, el programa democrático burgués de Andrés ha sido lacrado y signado: van en pos de la restauración del pasado proteccionista reducido a pastorear al pueblo con migajas, maniatado al pie de grandes manufactureras alimentadas por PYMES, mientras el gran capital crece sin cortapisas.
¿Qué parte del entreguismo de Morena no entienden, excelsos hombres de negocios? No es peligro quien solo desea ser apóstol sirviente y decente administrador de un poder gubernamental acotado por tanto lastre.
El problema de AMLO es su bajo perfil pantanero. Con tanto arrepentido sumado en su barca del perdón y olvido, ¿logrará el cambio? No.
¡Cuidado de irse con la finta!, inducen los hombres duros del Consejo Mexicano de Negocios a sus congéneres, pues ¿cómo creer en la redención fortuita de quien no pestañea al traicionar ingenuos protagónicos del cambio verdadero, tanto como a su arrinconado programa de 50 puntos de gobierno?
Su campaña expertamente dirigida por Bar-tlett y Gordillo contiene un vicio oculto, imposible de corregir: la exaltación exigente de las masas populares contradice principios de Autoridad.
Mercenarios cacharon el descontento. El atractivo de Andrés era su papel de enemigo necesario del sistema; que pierde al ser copado por burgueses y políticos resentidos excluidos del dominio que una vez mangonearon y al que ahora vuelven con la furia de los resentidos.
Pero, como no es lo mismo gestionar súplicas que encabezar exigencias populistas, siendo diferente ser gerente regional que caudillo popular, reconocer el triunfo de Andrés tiene más de estopín, que de apaga fuegos futuros.
¡Lástima Margarito, no son tiempos del PRIMOR! En esos términos, su oferta reducida a pelear contra una parte de la mafia del poder y sus sirvientes deshonestos es endemoniadamente complicada, pues como cualquier político chairo lo sabe: en las redes del poder la bronca no se limita a ponerse de acuerdo sobre el relevo principal, comprende la colocación de sus equipos de trabajo, incluyendo a los traicioneros operadores de votos.
Desplazados de sus actuales puestos ejecutivos y medios, miles defenderán su hueso como López Portillo lo hizo con el peso. Por eso ya van más de 112 muertos durante la presente temporada electoral, y, aun, faltan 15 días para la final.
Son tiempos de arrumbar al neoliberalismo quebrado. Incapaz de generar mayor riqueza, el modelo se limita a robarle a la nación y a los individuos su patrimonio mediante la especulación e imposición de procedimientos impunes y legales favoreciendo a los grandes negocios con subsidios arancelarios y prerrogativas. El servilismo que impone ya no lo aguantan ni entre los mismos miembros de los grupos privilegiados, menos por quienes en el avatar se hacen de cierto poder regional.
En este entorno, el próximo primero de julio ganará quien mejor interprete el acomodo de piezas para el necesario cambio del modelo neoliberal al socialdemócrata.
Quien lleva la mano es Anaya, a pesar de las pompas de jabón que suelen ser broncas arregladas para distanciar en público a quienes en lo oscurito acostumbran acicalarse mutuamente.
Hoy 10 de junio de 1971: no se olvide. En los albores de la reforma política electoral mexicana, gente que se la creyó fue reprimida por tan solo apoyar la avanzada democratizadora de la Universidad Autónoma de Nuevo León, coronada con éxito al imponer una legislación progresista y a su Rector. Por esos logros recibieron adhesiones de universitarios de todo el país, reivindicándolos.
La “apertura del Estado” no era para tanto. La masacre conocida como “Jueves de Corpus Christi” efectuada en calles aledañas del Casco de San Cosme de la ciudad de México, estuvo a cargo de un grupo represor paramilitar adiestrado por la CIA y Gobernación desde 1960: los Halcones.
Para futuros, considérese sin omitirlo. Siendo de mentiritas el programa de recambio gubernamental, quien pretenda pasarse de lanza, aun sin Andrés en la presidencia, ya lo sabe: no se perdona atentar contra el Honorable Principio de Autoridad; menos cuando el poderoso se ve obligado a pactar acciones, a cambio de aspirinas.
Toda afrenta de clase se cobra en su momento. Y, peor, cuando la parte contrariada solo tiene estructuras de papel maché.