Río Blanco.- Ayer le dieron el último adiós al obrero de Proquina, Mario Eduardo Juárez Leal, quien perdió la vida la tarde del pasado miércoles durante la explosión registrada en el área de secado de dicha empresa.
El finado dejó en la orfandad a su esposa y a dos hijos, uno de apenas un año y otro de siete años de edad, mismos quienes confían en recibir el apoyo correspondiente por parte de representantes del Sindicato y de la empresa Productos Químicos Naturales (Proquina).
Ayer minutos antes de las 09:30 horas, la carroza que llevaba el cuerpo del obrero fallecido el miércoles pasado, salió de su domicilio en la colonia Santa Catarina de Río Blanco, entre llanto y tristeza por parte de quienes acudieron a darle el último adiós.
A las 10:00 horas el cuerpo de Mario ya se encontraba en la puerta principal de la iglesia del “Sagrado Corazón de Jesús”, sitio al cual llegaron sus compañeros de la fábrica, algunos aún consternados por lo sucedido. Cerca de las 11:00 el cuerpo de Mario inició su último recorrido por las calles del centro de Río Blanco, acompañado por sus seres queridos, amigos y compañeros caminaban rumbo a su última morada.
Minutos más tarde, el repique de las campanas anunciaba la llegada del cuerpo de Mario al cementerio municipal, sitio en donde vivieron minutos llenos de tristeza y escenas desgarradoras. Aunque el menor de un año de edad aun no entendía lo que sucedía en el panteón y en el féretro, el pequeño sólo decía “Papá, Papá”, lo cual provocó las lágrimas de su hermano de siete años y de su madre quien no tenía palabras para explicarle a su hijo lo que había sucedido.
Mario Eduardo tenía 35 años de edad, de los cuales once se dedicó a trabajar en la empresa Proquina.
ANABEL F. SALAZAR
El Buen Tono