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GATOPARDO: VÁLVULAS DE CORNETÍN

Superiberia

Aleluya Moreno Lorenses Oropesa
Columnista

  • Para pagar la deuda deberíamos trabajar dos años sin pedir un centavo más de préstamos, ni comernos un gramo de lo producido. Al mediodía de iniciado el ayuno, la Nación sería un muerto declarado, pues cadáver es.

A cien años de iniciado el capitalismo de Estado en México cubierto con banderas nacionalistas, sustitutas de importaciones, bienestar social y neoliberales para crear, desarrollar y aprovechar fuerza de trabajo barata del campo y la ciudad, atada, dócil, dispuesta o excluida, hoy asistiremos a la segunda llamada de una obra de teatro festinada como la principal, para legitimarse.
Sin importar quien gane, el sistema gusta de presentarnos el juego del poder con títeres de utilería retorciendo frases vacías de contenido para llenar urnas el próximo primero de julio, con tal de lograr su máximo deseo.
Vota por cualquiera, que es igual. A diferencia de experiencias electoreras anteriores, la presente exige que los resultados sean aceptados sin chistar para el posicionamiento crediticio del País, a pesar del lastre.
Con once mil millones de pesos de la deuda nacional que obligan al pago anual de quinientos mil millones de pesos por sus intereses, México no produce ni la mitad del monto.


Para pagar la deuda deberíamos trabajar dos años sin pedir un centavo más de préstamos, ni comernos un gramo de lo producido. Al mediodía de iniciado el ayuno, la Nación sería un muerto declarado, pues cadáver es.
No obstante, hay que seguir dándole respiración artificial mediante instrumentos novedosos, pues la maquinita de concentración de la riqueza no se puede detener, a costas de tragarse el patrimonio personal más los restos de la propiedad social.
La legitimización democrática burguesa. La suma de negativos ha hecho de la vida nacional un mal caldo cocido en olla express a punto de reventar, por incapacidades de las válvulas de escape hasta ahora dispuestas.
Y, cómo no, si de 130 millones de mexicanos sólo el 1% goza del poder absoluto sobre los procesos y resultados de la extracción de materia prima, su manufactura, transporte, distribución y consumo, rodeados del 6% de administradores, adornadores y aduladores contrarios a la vida del 93% de la sociedad, destinada a sobrevivir en penurias y morir en el olvido.
Pan y circo electoral. Pew Research ratifica que solo el 7% de los mexicas acepta al Presidente Nacional saliente: esa es la base real del círculo beneficiado por el neoliberalismo.
El agravio incluyente de actos lesivos humanos que no fenecen, encuadra el distanciamiento de las urnas del 60% del electorado nacional, develando una vileza: nomás unos treinta millones de participantes malamente controlados por los 9 partidos apiñados en tres Frentes, simulan democracia en el camposanto, sin posibilidades reales de abatir el descontento expresado en el abstencionismo.
Por ello, una de las propiedades del sistema electoral mexicano es su negativa a segundas vueltas; simple y llanamente, ganan quienes logren la mayoría simple de los pocos que voten.
El gran negocio, a costas de su acta de nacimiento y de su voto. La democracia aparente es un negocio cuadrado por las leyes de mercado capitalista: si te interesa participar para sacar provechos, cumple con las reglas escritas y no escritas del proceso. La yunta es tan necesaria, como aceptar las reglas del generoso juego.
Con presentar una lista de supuestos militantes, los líderes registrados reciben dinero mensual de Hacienda, incrementado por gastos de campaña en año electoral, más otro dinerito por la suma de votos logrados.
Bien cebados y no dan resultados. Una casta de políticos advenedizos han hecho del chapulín su marca: saltan de uno a otro partidito con tal de seguir mamando presupuesto, sin importar quien los nomine.
Tinta se ha derramado durante nueve meses entorno de chismes, cuitas y verdades propias de los precandidatos activados entorno de mediciones estadísticas parecidas a las válvulas de cornetín: corchetes, plicas y cabezales negros, blancos y morenos, suben/bajan al ton/son pautado por el arreglista, exigente de resultados. Por la falta de éstos, Margarita palmó.
Por eso, hoy tras bambalinas. Las negociaciones están tensas entre los grupos constituidos, pujando por ver con claridad sobre quién viene la tranza transicional, para posicionarse.
El Bronco no ha logrado su promesa de campaña: montarse en el peje-lagarto para domesticarlo. Miade no ha podido quitarse la mala leche priista, ni el estigma de Peña Nieto.
Cientos de apuntes se manejan entre telones para tronar al rival más fuerte. Los secretos de Estado y las tranzas de grupo, se cotizan al alza.


AMLO y ANAYA. En distintos escenarios, ambos son producto de la maquila de políticos creados por el neoliberalismo para ofrecer simulación democrática. Los partidos que representan, así como en sus sintetizados frentes, no postulan ideas contrarias al sistema capitalista.
Así que, dejen de preocuparse porque López vuelva a la pre-historia del capitalismo nacionalista de la histeria populista, o, Anaya siga con la política malquerida del neoliberalismo a ultranza, usando finos tejidos.
Siendo demócratas cristianos advenedizos, ambos proponen operar recursos a fondo perdido a favor del ciclo del capital, que han de terminar en deuda nacional.
Arroz pre-cocido, con frijolitos saltarines. Lo que en su momento fue audacia de López montado en la ola de inconformidad nacional, presentando en campaña a miembros de su gobierno distinguidos por su pasado chapulín, lo cargó de falsos positivos.
¿Quién, con algo de sentido común y un poco de memoria, puede creerle algo, cuando a su lado en templetes se presenta sin dudas con Barbosa, Bartlett, Moctezuma, Romo, Yeickol, Tatis, Germán Martínez, Espino, Napoleón, Gordillo y etcéteras adláteres?
Como lo sabe cualquier operador de tercera, la jugarreta es un clásico: el sacrificio de los cabezales perdedores permite su colocación en cualquier puesto; pero, ahora, legitimados por una campaña inflada mediante tres frentes preparatorios del próximo gobierno de coalición.
Adiós al neoliberalismo, al PRI y al presidencialismo. A diferencia de otros modelos, la socialdemocracia propone programas de desarrollo con eficientes cuadros para conducirlos.
Por eso, a la insistente pregunta ociosa y provocadora de pretensos en gabinete, Anaya y Dante reiteran: con los mejores, manteniéndolos en el anonimato esperando que las aguas tomen su nivel, mientras AMLO cansino sirve de troyano para cooptar congresos, gubernaturas y alcaldías con tanto lastre.
Por tu modo de caminar, adivino juanetes. Si fueron capaces de hacer nexos democráticos cristianos entre el PAN, el PDR y el MC dejando de lado a radicales de derecha e izquierda -lo cual es un enigma para dogmáticos- hoy derramarán piensos sobre la integración anhelada de un gobierno de coalición resultado de su triunfal campaña.
No se extrañe: han de sugerir la inclusión de ilustres pregoneros de los restos partidarios. ¿O, qué, acaso dudan, o no lo saben?
La suerte primera de los gobiernos socialdemócratas es colegiar la administración eficiente del sistema incluyente de sus recurrentes crisis, paliadas con lo mismo de siempre. Si Usted aún titubea analice sus exutosos procesos en medio de revueltas europeas, rusas y orientales.
Como si fueran supertarjetas de Monex Soriana. O, recuerde Usted, cómo hace seis años para barnizar su Gobierno de incluyente, Peña Nieto incorporó en su gabinete a la señora Rosario Robles de Ahumada.
Al postre, con Miade operando desde Hacienda la Estafa Maestra de SEDATU, serán responsables históricos de sumar quebrantos millonarios a la impagable deuda nacional.
Igual, la acaudalada merma cibernética sufrida por el sistema bancario nacional, terminará siendo resarcida por el IPAB, siempre protectora del ingreso archimillonario, que en esta ocasión -se dice- así pasó money exprofeso a operadores de las próximas votaciones.

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