Cuando un ser humano se enferma, acude a un médico y elude todo tipo de responsabilidad, dejando que el médico decida todo respecto de la vida y tratamiento del paciente. Si estuviéramos en Suiza, quizá sería una conducta razonable, pero en México, es muy riesgoso para la salud y el bolsillo permitir que un profesional tome decisiones sobre nuestra vida o recursos o libertad, sin enterarnos un poco y asumir una responsabilidad compartida, e incluso la posibilidad de darnos cuenta de que nos están defraudando. Y esto aplica para cualquier tipo de profesionista, sea contador público, abogado, arquitecto y también quien ejerce la medicina.
En cuanto al cáncer en general, y el de mama en particular, cabe aclarar que hay protocolos que se deben de seguir, definidos a nivel mundial, y que incluso cualquier mortal puede consultar en internet. Entrando en detalle con el cáncer de mama, lo primero que hay que tomar en cuenta, es que cualquier protuberancia o “bolita” en los senos (o en cualquier otra parte del cuerpo) no puede tomarse a la ligera, y lo ideal es consultar con un especialista, un oncólogo. Lamentablemente hay médicos que no siguen el protocolo o no lo conocen, y que deciden por su cuenta el tratamiento elegible, en lugar de mandar a hacer mastografías e incluso la posibilidad de una biopsia si es que el protocolo así lo indica, o elegir otros medios de diagnóstico.
Le voy a dar un ejemplo de lo que no se debe hacer en el caso de un cáncer de mama: el ginecólogo encuentra una bolita en el seno de la paciente, y decide enviarle terapia hormonal, presumiendo que se trata de algo que será susceptible de resolverse gracias a la terapia con hormonas. A los seis meses, cuando la paciente nota que le ha crecido “la bolita”, y que además comienza a percibir que su piel se parece a la “piel de naranja”, se asusta, y ella o su médico deciden se realice una mastografía y descubren que la bolita aparenta ser maligna.
Por la gravedad del caso, mandan a la paciente a operarse en México, descubriendo que su cáncer crece gracias a las hormonas que, por cierto, estuvo tomando durante seis meses.
El cirujano que la opera aplica la técnica más moderna para realizar la operación, y cuando la paciente regresa a Córdoba, busca a un oncólogo para que le dé seguimiento y además le aplique la quimioterapia. En su búsqueda (y esto es verídico), llega con un supuesto profesional de la medicina, quien le asegura que está mal operada y que hay que volverla a operar. Imagine usted el susto y la preocupación de toda la familia. Sin embargo, acude a un segundo cirujano oncólogo, quien a su vez le asegura que no sólo está mal operada, sino que tiene cáncer de piel, y su pronóstico es pésimo. Por lo tanto, tiene que operarse a la brevedad.
La familia no está convencida, y acude a una tercera opción con el doctor Mario Cerón, quien al revisar la operación felicita a la paciente, pues fue atendida con la técnica más avanzada, y por un virtuoso del bisturí. El doctor Cerón le devuelve la tranquilidad a la paciente y a la familia, quienes se preguntan las razones de que los otros dos doctores, un oncólogo clínico y un cirujano oncólogo, hayan mentido con tanta desfachatez para lograr que se volviera a operar, y obviamente cobrar la operación.
Pasan los años, y después de diez la paciente, al realizarse el gamagrama, decide cambiar de opción, y en lugar de realizarlo en Veracruz, se va a un laboratorio de Puebla. En ese laboratorio le diagnostican metástasis en hueso, a pesar de que prácticamente ya está dada de alta, aunque el cáncer de mama puede regresar después de muchos años, pero el riesgo ya es mínimo después de diez años.
Llega con su médico, el de confianza, y una vez más, le dice que el diagnóstico del laboratorio que realiza el gamagrama es incorrecto. Que no utilizaron la sustancia correcta y que no tomaron en cuenta resultados clínicos ni tienen información de los gamagramas anteriores… Una vez más, la paciente estuvo muy asustada, y todo por haber encontrado otro profesional de la medicina sin la mínima ética ni moral.
Nada más piense usted qué hubiera pasado si en lugar de escuchar otra opinión, y otra más, la paciente hubiera aceptado ser operada por el primer cirujano oncólogo que la revisó en la región, cuando no necesitaba la operación. Y la bendición de haberse encontrado un médico como el Dr. Mario Cerón, con una ética intachable, quien la sacó de dudas.
En la región Orizaba-Córdoba hay varios oncólogos, y sobre todo, varios cirujanos oncólogos. Tenga usted mucho cuidado, no vaya a caer en manos de algún comerciante de la medicina.
Y así como hay que cuidarse de los médicos, hay que cuidarse de todos los profesionales. Lo que nos pase será responsabilidad nuestra, más allá de la sugerencia que nos haga cualquier profesional respecto de algún problema, ya sea de salud o de otro tipo, que le planteemos al acudir a consultarlo. Y sobre todo, recuerde que debe informarse, y lo que no entienda, preguntar una y otra vez, hasta encontrar al profesional al que de verdad considere usted que se le puede tener confianza, que gracias a Dios, también hay muchos en nuestro país y en nuestra región. Mario Cerón se portó muy bien. Seguramente no es el único decente. Pero tenga usted mucho cuidado.
El problema de esta paciente hubiera sido mucho menos grave si en lugar de perder seis meses con terapia hormonal, se hubiera operado de inmediato. Curiosamente su tumor, al recibir hormonas, estimulaba su crecimiento.
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