- El neoliberalismo gana a costas de perder legitimidad. Al término del ciclo el dinero retorna a la banca en forma de recuperación de la inversión y fabulosas ganancias, en el primer trimestre de este año los fondos de inversión obtuvieron ganancias de 40 mil millones de pesos.
Aleluya Moreno Lorenses Oropesa
Columnista
Al escuchar sus ideas en campaña argumentadas por sus congéneres mientras estampidas de oportunistas vuelan de uno a otro bando exigiendo puestos y dinero a cambio de su ficticia militancia, detectamos un proceso electoral de Estado operado por profesionales infiltrados durante años y últimamente en los nueve partidos sintetizados en tres frentes para trastocar las cosas de manera que todo siga igual en tiempos de crisis terminal del Neoliberalismo y del PRI.
¿Qué ha de seguir igual? -El dominio del capital financiero sobre el conjunto de la sociedad mexicana inmersa en profundas diferencias de clases ocultas con banderas ideologizadas para sostener la apariencia de país democrático afectado por la corrupción, la inseguridad, la deshonestidad, el desempleo, la inflación, el incremento de la deuda externa y pagos puntuales de sus intereses; por la falta de transparencia, la inequidad e impunidad causadas por las pillerías de individuales traidores patrios.
Contra lo que en su historial de vida hicieron, con placebos convocan al electorado, sin chistar en la certeza de lo que ofrecen. Tan sólo por sus promesas, esperan que les creamos.
La avaricia tizna la elección del gobernante. Es cultura inducida suponer que las cosas han de cambiar por voluntad del próximo gobernante, santificado por el presente.
A Meade, Margarita, El mocha-manos y al Peje les fascina promocionarse como la causa, el método y la finalidad de iniciativas planeadas y operadas por ellos, ocultando su pertenencia a grupos de poder consolidados y legiones de vividores de la función pública.
Por sutilezas propagandísticas, al joven maravilla impulsado por su asesor principal Dante Delgado, se les guisa aparte. Insisten en la importancia de la subordinación de los actores al Programa de Desarrollo Nacional socialdemócrata cristiano, resultado de la coalición de afinidades en campaña y del próximo gobierno de coalición, entre contrarios.
Trenzan patinando apariencias. Adolecen los candidatos de un rasgo psicológico esquizofrénico: se sienten libres de culpas sin importarles haber crecido en estancos turbios, donde se especializaron en políticas asimiladas e hicieron su patrimonio.
Cuando un ilícito se devela, como los millones de dólares repartidos por Odebrecht a cambio de facilidades petroleras; como las maquinaciones de la Estafa Maestra o del desvío de miles de millones de pesos por JDDO, César Duarte y Roberto Borge, activan sus defensas centrando la culpa en el infecto mediante expedientes mal integrados para facilitar su futura excarcelación, curando en salud a su grupo.
Mientras la causa profunda de las desigualdades no se cuestione, vilipendiar gobernantes corruptos, a su familia y socios se ha convertido en la técnica favorita para adormecer masas, prometiendo que sus gabinetes replicarán su ejemplo, omitiendo la estructura político-económico-social inalterable.
¿Cuál es la estructura inalterable de las desigualdades? La inequidad, la pobreza, la miseria de pensamientos, el fanatismo, el sometimiento, el desempleo, el racismo, la inseguridad, son expresión externa de las relaciones de propiedad y producción capitalista, insuperables con paliativos y promesas.
Mientras el 1 por ciento se súper enriquece, la precariedad de los asalariados aumenta por el encarecimiento del transporte, de la comida, del vestido, de la medicina, por sobrecargas de trabajo de más de ocho horas, incondicional y sin contrato. En el neoliberalismo, hasta los ahorros para la vejez se esquilman.
De la Población Económicamente Activa (PEA) formada por 53 millones de mexicas, más de la mitad gana menos de dos salarios mínimos por jornada de ocho horas diarias; dos millones obtienen entre cinco y 10 salarios mínimos.
Únicamente quinientos mil compatriotas, obtienen por su trabajo más de 10 salarios mínimos; sólo la tercera parte goza de seguridad social.
Mientras ese detalle no se toque, bienvenido el verbo. Obrador ora primero por los pobres, prometiendo al capital respetarle sus negocios a cambio de una idea populista mentirosa: separar a la iniciativa privada del uso faccioso del dinero público, financiando con su riqueza millonarias obras, como el nuevo aeropuerto internacional.
Sintiéndose un clon de Juárez, Madero y Cárdenas, el Peje propone retornar al modelo nacionalista liberal proteccionista del siglo XVIII.
Dado lo imposible de retroceder la concentración capitalista, su arenga sólo es de interés electorero para atrapar votos de burgueses resentidos excluidos de los mejores negocios y del pueblo confundido.
De liberales a populistas reaccionarios. Animados por el éxito pasajero de Donald Trump y el Brexit de la Comunidad Europea, el desplazamiento oligarca del poder gubernamental resulta una propuesta retrógrada, maniquea y provocadora.
Suponiendo perdido el poder gubernamental federal, la Oligarquía aun dispondría del control de los congresos, de la economía, de la banca, de la plantilla de inversionistas. Y, sin dudas, del poder policiaco militar apaciguador de revueltas.
Encerrado entre muros blindados. Al acierto táctico del grupo político electoral de Trump, lo condenó la táctica intramuros lanzada contra propios y aliados, hasta que el poder de Estado lo contuvo, amenazándolo por depredador y conspirador en contra de los intereses americanos de vasallaje internacional, a costas de la guerra nuclear genocida.
Quienes sueñan que el Peje se empoderará apoyado por el capital nacional, los políticos desplazados, la clase media y el proletariado de las ciudades y del campo, apuestan a ganar la presidencia federal, las gubernaturas y la mayoría en la cámara de diputados, gracias a los votos copiosos a su favor, y, en cascada, para sus pasajeros aliados.
La opción, pegajosa para el populacho, disgusta a quienes desean consolidar su poderío incrementado por el régimen saliente, con una Constitución a modo, el capital financiero domina tierras, aguas, bancos petroleros y financieros, con anatocismo liberado.
La facilidad para establecer maquiladoras y la garantía de fuerza de trabajo controlada y mal pagada es el principal aporte nacional a la sociedad globalizada; y no hay poder mediático que atente contra ello. Especialmente porque ni lo quieren y así han formado sus blandengues partidos.
Intentarlo equivale a la eutanasia, o el arakiri. El único chance de ganar del Peje sería que, antes de la votación se soltaran los encadenados tigres provocando una revuelta popular incontrolable, amenazando el ranking de paraíso inversionista confiable; de manera que sólo él fuera capaz de volverlos a enjaular, para calmar la fuga de divisas e inversiones.
Meade, cada vez más dinosaurio priista y menos candidato neutro, pelea no tanto por el segundo lugar, sino para que las huestes del liquidado PRI aseguren gubernaturas, municipios y la mayoría en cámaras de diputados y senadores, reciclando cuadros mediante los demás partidos y nuevas organizaciones creadas para sustituir inútiles estructuras de control social.
Más que nuevas caritas, el cambio de modelo gubernamental es necesario para preservar al Estado. En la década de los 90’s el capital cometió el error histórico de imponer al mundo el programa neoliberal, provocando la radical diferencia entre poseedores y poseídos, pues la mejor mascarada de la explotación es la democracia participativa política, pero, también, económica y socio-cultural.
A diferencia del rapaz neoliberalismo, que no duda en sacrificar el mercado interno para sus intereses de rápidas ganancias, la socialdemocracia activa el gasto social procurando la distribución de la riqueza mediante subsidios productivos, en vez de dádivas populistas.
El neoliberalismo gana a costas de perder legitimidad. Al término del ciclo el dinero retorna a la banca en forma de recuperación de la inversión y fabulosas ganancias, en el primer trimestre de este año los fondos de inversión obtuvieron ganancias de 40 mil millones de pesos, en tanto que las inevitables pérdidas se endosan a la sociedad mediante su pobreza, pérdidas patrimoniales, y, la deuda pública.
Con coaliciones, la legitimidad se adquiere. Esas son las cuentas nacionales, y, las demás, historietas de marionetas sellando la miseria de una sociedad hastiada y descabezada.
Para resarcirla, el Estado mueve hilos operativos transitando del modelo neoliberal caduco al modelo socialdemócrata cristiano, basado en la propuesta de un programa de desarrollo incluyente operado por gerentes, y, ya no por figuras presidencialistas absolutas; o, peor, de mítico caudillo.
El cambio de estrategia económico-política señalada devela a Ricardo Anaya como próximo presidente nacional por méritos propios, así como de los grupos que lo apoyan pública y secretamente.
Activo promotor del “Frente por México”, de frentes electorales y del próximo gobierno de coalición formado por quienes de las pirañas se sumen al primer gabinete administrador, eficiente, transparente, típico de la Comunidad Europea, en especial de Alemania, su mentor histórico: el programa socialdemócrata ha llegado para quedarse, sin importar quien lo suscriba.