Andamos preocupados por los ingresos del gobierno y cómo nos va a afectar la reforma fiscal para que el gobierno federal recaude 240 mil millones de pesos más. Pero más nos debería preocupar a qué propósitos va a servir el dinero de nuestros impuestos.
Si el jefe de Gobierno y los partidos políticos con representación en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) se salen con la suya, una parte de lo que se piensa recaudar se irá a una nueva partida conocida como Fondo de Capitalidad al que aparentemente habría accedido el titular de Hacienda.
Aún no se sabe en qué consistirá y cuál será el destino de este Fondo. En el contexto de su Primer Informe de Gobierno, Mancera lo vinculó al apoyo extraordinario por afectaciones causadas por las marchas que se realizan en la capital y que se deben a conflictos del orden federal. Posteriormente se dijo que el Fondo no sería exclusivamente para atender los problemas derivados de las manifestaciones y plantones sino a todo lo relacionado con los gastos que se generan por ser la capital del país y sede de los poderes federales.
La ALDF se montó en este discurso y ha dicho que pedirá ni más ni menos que siete mil millones de pesos para constituirlo y así terminar con “los muchos años de trato injusto para la capital del país, de soportar la carga de todas las oficinas y los problemas federales”. Propone que este Fondo quede inscrito en la Constitución como una obligación de la Federación para con el DF en reconocimiento a lo que la capital le aporta al país como seguridad pública y protección civil, servicio de protección y vigilancia a las embajadas, condonación del impuesto del predial a inmuebles federales, así como el daño económico por los eventos y conflictos federales o estatales que nada tienen que ver con reclamos al gobierno de la capital.
A estos argumentos se han ido añadiendo otros como el que en la capital hay una población flotante de dos millones de personas que usan nuestros servicios (Metro y sistema colectivo de transporte) y no pagan impuestos, el que los autos de los “fuereños” contaminan y hacen uso de nuestra infraestructura o el que los reclusorios capitalinos albergan a más de cuatro mil presos federales que no son habitantes del DF.
Es necesario reconocer que el DF es la entidad que más ingresos propios genera. Mientras que en promedio las entidades federativas dependen en 88% de los ingresos federales y sólo en 12% de sus ingresos propios, la proporción para el DF es de 60/40. Pero si se va a dar una discusión seria sobre la necesidad o la justicia de un Fondo de Capitalidad, el primer punto es preguntarnos por qué siete mil millones y no tres mil 500 ó 14 mil. Con base en qué se ha hecho el cálculo. Habría que preguntárselo porque, de acuerdo con algunos asambleístas, de 2008 a la fecha se ha calculado que “los costos de capitalidad han representado para el Distrito Federal pérdidas por más de 14 mil millones de pesos”. Si lo dividimos entre cinco estaríamos hablando de menos de tres mil millones por año.
El segundo es en qué se piensa gastar ese dinero porque podrá parecer poco, pero siete mil millones es 3% de lo que se piensa recaudar si la reforma fiscal pasa intacta. ¿O se va a seguir con la costumbre de entregar recursos sin rendir cuentas o rindiéndolas a medias?
El tercero es hacer un cálculo de costos contra beneficios. Es innegable que alrededor de 70% de las marchas son por problemas ajenos a la Ciudad de México y que las pérdidas que ocasionan tienen que ser afrontadas por el gobierno capitalino. Es verdad que la policía del DF está encargada de la seguridad de los edificios públicos de los Poderes de la Unión así como de otras instalaciones de la Federación o de las embajadas. De igual forma es cierto que, según el artículo 115 constitucional, los inmuebles que sean del dominio público están exentos del impuesto predial. Acordemos también que la población de otros estados que viene a trabajar al DF usa y desgasta “nuestra” infraestructura.
Convengamos además que todas estas son desventajas. La pregunta es por qué no se mencionan las ventajas de las que goza el Gobierno del DF por ser la capital. Por ejemplo: a) el turismo que atrae junto con la derrama de recursos que esto supone, b) el consumo de la población flotante en la ciudad que amplía la demanda interna, c) los impuestos que pagan en el DF los empleados que viven en la zona metropolitana, pero que trabajan aquí, d) los beneficios de que en la capital se aloje la mejor red hospitalaria a cargo de la Federación o, e) el sistema financiero o, f) el aeropuerto más importante o, g) la infraestructura que fue construida con fondos federales. Sobre todo, por qué nadie menciona la superventaja de que, a diferencia del resto de las entidades federativas, no es el DF sino el gobierno federal el que se hace cargo de los servicios educativos (Ramo 25) y que éste cuesta más de 33 mil 500 millones de pesos.
No sabemos a qué motivaciones responde el Fondo de Capitalidad, pero que mejor hagan bien las cuentas, no vaya a ser que el gobierno capitalino le salga debiendo al federal.
*Investigador del CIDE
amparo.casar@cide.edu
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