Cualquier paso hacia la disolución de ETA ha de ser bien recibido y, sin duda, el comunicado emitido ayer pidiendo perdón a las víctimas lo es. No sería creíble ese final cuyo anuncio se espera para el primer fin de semana de mayo sin esta previa disculpa. No espere la banda terrorista, sin embargo, el aplauso de esa misma sociedad a la que sus pistoleros amedrentaron durante tantos años cuando el arrepentimiento solo brota, y con retraso, de la derrota. En su situación, ETA solo está en disposición de pedir clemencia; clemencia sobre todo para sus presos, a los que los obispos vascos y navarros ya han lanzado el primer capote pidiendo el acercamiento de los presos.