Por: Andrés Timoteo / columnista
Se llama Cristina Cifuentes, es una de las militantes más importantes del derechista Partido Popular (PP) de España, actualmente en el poder de España. Es la presidenta de la Comunidad Autonómica de Madrid, una especie de gobernadora regional -hay que recordar que además está la alcaldesa de Madrid, que es izquierdista, Manuela Carmena- y muy cercana a Mariano Rajoy, el presidente en funciones del Gobierno Español.
Cifuentes es la protagonista de un escándalo que podría concluir con su destitución, pues los partidos opositores al PP preparan una ‘Moción de censura’ para que deje el cargo por haber falsificado un máster en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), a cuyas clases no asistió y trampeó también -en complicidad con el rectorado- el diploma que la acredita como tal.
El caso fue revelado por el periódico El Diario y el caso ya fue a dar a la Fiscalía Española que investiga la falsificación de firmas y actas universitarias. En España hay un hervidero por esos títulos universitarios falsos, fabricados a gusto de los políticos y que ponen en entredicho a la educación superior ibérica. El escándalo también socava a la universidad involucrada por facilitar una falsa currícula a políticos en el poder. Habrá consecuencias, prometen los diputados opositores y al parecer ni el PP ni el Gobierno Español podrán sostener a Cifuentes en la presidencia de la Comunidad de Madrid.
En México, el único caso -no de falseadores sino de destituidos- fue el de Fausto Alzati, quien duró apenas unas semanas como Secretario de Educación Pública en el gobierno de Ernesto Zedillo, por ostentarse y firmar documentos oficiales como doctor cuando no tenía ese título. Desde entonces, la voz popular lo bautizó como “Falzati”. En Veracruz hay muchos casos de políticos mentirosos con sus títulos apócrifos que allí siguen, pululando. La mayoría proliferó en los dos sexenios anteriores.
Cómo no recordar los títulos de una supuesta universidad de San Luis Potosí que hizo “licenciados” a priistas como Alejandro Montano Guzmán y Harry Grappa. O el caso del diputado local Fernando Kuri, que exhibe un título de la Universidad Autónoma Popular de Veracruz (UPAV) presumiblemente falso, además de un certificado de bachillerato también apócrifo y por los cuales hay una investigación judicial abierta.
Pero el ejemplo a esos falseadores lo pusieron sus jefes, los exgobernantes: el innombrable y Javier Duarte de Ochoa, principalmente. El primero, el innombrable, siendo Gobernador hizo una maestría en Derecho en la Universidad Veracruzana, pero todos saben que no asistió a clases ni elaboró proyecto alguno. El trabajo se lo hicieron dos allegadas de la Facultad de Derecho en Xalapa.
Una, Carolina Viveros García, quien era directora de dicha facultad y Rafaela López Salas, catedrática. Por hacerle tareas, fingir que asistía a clases y elaborar la tesis, ambas fueron premiadas. La primera fue nombrada presidenta del desaparecido Instituto Electoral Veracruzano (IEV) y la segunda consejera del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI). En fechas recientes, el impresentable exgobernante ya se ostenta como “doctor”. Título seguramente falso, como es su estilo.
HASTA ESO SE ROBARON
Otro que presumía un doctorado falso es su sucesor, Javier Duarte de Ochoa, quien siempre firmó con ese título, supuestamente obtenido de la Universidad Complutense de Madrid, pero donde no existe constancia de habérselo otorgado y que el mismo exgobernante nunca pudo exhibir el documento públicamente pese a que la polémica se lo demandaba. Era, evidentemente, un grado apócrifo, nunca existió.
Pero todo en Duarte era una farsa, desde que cursó una maestría también en España, pagada con dinero de los veracruzanos. Fue cuando gobernaba Miguel Alemán y por intervención del innombrable, su jefe y entonces senador de la República, hicieron pasar a Duarte como un músico de la Orquesta Sinfónica de Xalapa para justificar una beca en Europa. Vaya, este tipo mintió hasta para estudiar y se robó el dinero que le correspondía a un músico de verdad. Desde antes pintaba para corrupto.
Ya en este bienio, el escándalo más reciente que tiene que ver con títulos universitarios y maniobras poco decentes lo protagonizó el actual secretario de Gobierno, el perredista Rogelio Franco Castán, quien obtuvo un trato especial e indebido de la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, para expedirle un título que no tenía y así ayudarlo para cumplir los requisitos documentales que le permitieran acceder a ese cargo en el Gabinete Estatal. Una prebenda que no tienen los estudiantes comunes que se parten el lomo haciendo tesis y padeciendo la burocracia universitaria.
O el caso del diputado local panista, Bigen Rementería, quien en su currícula presentada en el Congreso Local se ostenta como ¡¡Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de México!! Y sorpréndanse: ¡¡con “Especialidad en Administración y Finanzas en Bienes Raíces”!! Suena a una tomadura de pelo, pues la vox populi jura que no sabe escribir su nombre completo. En fin, en Veracruz todo es posible. Acá se falsea con títulos universitarios como si fueran barajitas sin que haya una consecuencia penal.
Lo más penoso que siga vigente la estafa llamada UPAV, que la UV esté involucrada en esos chanchullos y hasta el Colegio de Veracruz (Colver) que durante los últimos doce años se dedicó a expedir -entiéndase: vender- certificados de postrado a quienes nunca pisaron un aula, dos de ellos son el preso Arturo Bermúdez y el diputado Federal Edgar Espinoso Carrera. Estos pillos, hasta los posgrados se robaron.
EL CLERO MILITANTE
La jerarquía católica de Veracruz -que no la feligresía- ya tomó posición en la coyuntura electoral. La carta firmada por los obispos, difundida el fin de semana con motivo del proceso electoral en curso, tuvo como fin ‘tocar’ al candidato de la alianza “Por Veracruz al Frente” para condicionarlo en su actuación una vez que asuma la Gubernatura.
Se trata del rejuego de uno de los poderes fácticos de la sociedad que en cuyo escrito muestra sus cartas, las cuales poco tienen que ver con cuestiones pastorales y sí mucho con los cotos y cuotas que le permiten hegemonía. En los párrafos 9 y 10 está la clave. “Preocupaciones particularmente urgentes para los ciudadanos son el respeto y la defensa de la vida en todas sus etapas, la familia natural y el derecho de los padres en la educación de sus hijos”.
Traducción: no al aborto, cárcel a las mujeres que quieran decidir sobre su cuerpo, no a los matrimonios igualitarios ni a la diversidad sexual ni a la educación en la tolerancia de otras preferencias sexuales de la población. Y adquiere una interpretación puntual para Veracruz con el párrafo siguiente de la carta obispal: “Es un deber de conciencia para el ciudadano no dejarse llevar por la pretensión de perpetuar sin mérito a las mismas familias o grupos en el poder”.
El mensaje es claro y sus destinatarios son el Gobernador en funciones y su hijo que contiende por el mismo cargo. Ambos párrafos son la liga que estiran los ensotanados. Desde el púlpito se pretende atar las manos al próximo gobernante para que mantenga una línea conservadora e impida reformas a las leyes en favor de los derechos de las mujeres y de las comunidades diversas sexualmente.
No suena extraño que la comunidad obispal le ‘cante’ sus verdades a los Yunes. Es más, de hecho, es lo esperado, como comenta un sacerdote retirado, quien dice, divertido, que, al arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, “le renació lo priista”. “No olviden que desde que era Obispo de Orizaba lo apodaron los mismos sacerdotes como PRI-pólito… era puro PRI con él”, agrega entre risas al otro lado del teléfono.
No, lo peculiar del escrito es el banderillazo directo al candidato panista, algo que monseñor Reyes Larios nunca se atrevió a hacer con el innombrable ni con Javier Duarte. ¿Cómo olvidar las cartas pastorales en esos sexenios cuando las elecciones eran calificadas por los obispos como “fiestas de la democracia” incuestionadas?
En las elecciones de 2010, cuando el innombrable impuso a su hijo putativo, Javier Duarte como sucesor y con ello sentenció a Veracruz a continuar la línea de corrupción, ¿qué dijeron los obispos? Hay que revisar la hemeroteca: nada.
A la carta pastoral de ese año sólo le faltó llevar la frase de la campaña tricolor: “Veracruz para adelante”. En el 2016 la ola de repudio contra el PRI y Duarte de Ochoa era imparable y los obispos no tuvieron otra opción que abandonar al aliado de muchos años. En la carta pastoral deslizaron una débil indirecta: “Un basta a la violencia, a la corrupción y a la impunidad”, como llamado a los ciudadanos. Reyes Larios dijo en una entrevista “es tan importante ya cambiar ahora sí que la manera de gobernar”.
Lo anterior le valió que el tricolor denunciara a los obispos veracruzanos por injerir en cuestiones electorales y promocionar el voto a favor del entonces candidato de Acción Nacional. Dos años más tarde, nuevamente la comunidad episcopal de Veracruz vuelve a las andadas y le pinta el reto al candidato. Curioso asunto, pregunta una vez más el sacerdote consultado: ¿Por qué Hipólito Reyes no le plantó cara al tal Cuitláhuac García de Morena o al priista (José) Yunes Zorrilla?
“Porque sabe a quién dirigir el mensaje, y es el candidato con el que tendrán que lidiar como Gobernador, al menos así se entiende”, agrega el sacerdote consultado. “El problema no es que el clero se meta en política, ¡si toda la enseñanza bíblica tiene que ver con política! La bronca es que lo haga apostando a un partido político y que use el pulpito para chantajear por cotos de poder, no por contribuir a que la democracia sea”, acota sin miramientos.
Por cierto, la carta pastoral del clero militante tiene como antecedente que, semanas antes, el vocero de la arquidiócesis, Manuel Suazo Reyes –proveniente, por cierto, de una de las familias más conservadoras de la zona Centro rural y priista por antonomasia- se reunió con un grupo de periodistas afines a los dos últimos gobernantes, a quienes prometió ir tras los Yunes. Los oyentes casi le aplauden. La carta pastoral indica que está cumpliendo su promesa. A su vez, el PRI que denunció a los obispos en el 2016, ahora les aplaude y su líder estatal los llama “portadores de la verdad”. Ya se reconciliaron, pues.