Detrás de las frutas o verduras que consume la población mexicana existen historias de personas víctimas de trata que son obligadas a trabajar en condiciones de esclavitud.
En estos casos, las condiciones laborales en los campos agrícolas se pactan de manera verbal, no hay un contrato formal que les estipule jornadas de trabajo, el salario que van a recibir, si van a contar con una vivienda, ni qué tipo de servicios les van a garantizar, como guarderías para las familias con niños, explica Margarita Nemecio, coordinadora de la Red de Nacional de Jornaleras y Jornaleros Agrícolas.
FUENTE: REPORTE INDIGO