Luiz Inácio Lula da Silva ha desafiado a la justicia brasileña y, vencido el plazo que tenía para entregarse, se ha atrincherado en el sindicato donde forjó su carrera, en las afueras de Sao Paulo, mientras su defensa libra una frenética batalla para evitar su encarcelamiento.
Lula ha optado por el silencio y no ha querido aclarar si se entregará en las próximas horas, aunque la Policía ya ha anunciado que no hubo condiciones para detenerlo la noche del viernes porque “se colocaría en riesgo tanto a los partidarios del expresidente como a los propios agentes”.