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El planeta de la nfancia sin destino

Superiberia

México, D.F.- El crimen devora a los adolescentes. Hay muchos encerrados, pero hay más fuera de prisión. He leído que a los menores internos los inclina malévolamente el instinto oscuro de matar por matar. Para ellos la vida es una abstracción; la muerte, un dato de la realidad. En ellos no hay agravios mayores, no hay venganzas. En sus vidas la ignorancia es la única nada que poseen. No son como los adultos, que asesinan por pasiones amorosas, por pendencias irrefrenables, por el negocio de la droga. Pero los adolescentes, a la zaga, aprenden.

En los documentos que conocí y en las conversaciones a las que tuve acceso, leí y escuché que los adolescentes proceden de familias desintegradas, con padres y padrastros violadores, con madres prostitutas que alquilan su cuerpo por placer, por hastío o por hambre. La ostentación que se mira en la calle y se exhibe en la tele, los degrada. En el círculo de sus inmensas carencias, inaccesible el trabajo y el estudio para ellos, su pobreza es su riqueza, no tienen manera de enfrentarla. Simplemente, matar el tiempo, matar la existencia.

 

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