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El plan B

Superiberia

Se escuchan en salones de clase y conferencias de alto nivel, constantemente la palabra “estrategia”. En más de una ocasión, se define como el trazo para poder ir del punto A (en donde estamos parados) al punto B (en donde pretendemos estar).

No obstante, normalmente falta un factor en esta ecuación. Ese factor es la resistencia. Es tan relevante que, en realidad, esta contenida en el concepto mismo de la estrategia.

Así pues, estrategia no es solo ir del punto A al punto B, sino de hacerlo por el camino que ofrezca menor resistencia. Y es que, en realidad, todo ofrece cierta resistencia, y cuando la cosa se empieza a complicar, es cuando vienen los famosos “planes B”.

Aperitivo: el plan B de México

Podemos decirlo categóricamente. Se acabó la luna de miel de la presente administración. No es algo que sorprenda. El poder desgasta y en general, las lunas de miel entre gobierno y gobernados no dura demasiado. En esta ocasión, el panorama se ensombreció rápido.

No solamente por las características literales del clima que, pusieron una prueba de fuego al nuevo gobierno, cuando dos meteoros del tamaño de Ingrid y Manuel chocaron al mismo tiempo en costas mexicanas, una por el Atlántico y otra por el Pacífico, ocasionando la primera gran tragedia del sexenio.

También porque el buen ambiente político que prevalecía al arranque de la administración de Enrique Peña parece haberse esfumado. Esto, a pesar de la eficacia de uno de los mecanismo políticos más creativos de los últimos años como lo ha sido (¿O lo fue?) el Pacto por México. Y es que de las grandes expectativas de principios de año, sólo quedan las cenizas. Y sí, aparecen ya los bien conocidos planes B.

Reforma educativa

Cuando México entero vio a la temible Elba Esther Gordillo tras las rejas, apenas entrando el año, se pensó que esto al fin “se movería” a velocidad crucero y que la reforma educativa iba resbalar como cuchillo cebollero en mantequilla. No obstante, la realidad suele morder.

El balde de agua fría vino de la mano de la CNTE a la que parecieron infravalorar. Todavía hoy están vigentes esas secuelas de resistencia que mantienen tal pulso que han logrado la interlocución con la Secretaría de Gobernación.

Incluso el SNTE se ha quejado, pues estima que haber reconocido como interlocutor a la CNTE no hace más que crecerla y pasar por encima del representativo institucional del Sindicato de Trabajadores de la Educación, que se quedó como el chinito, nomás milando. Y es que el SNTE se sacudió al principio, para quedar igual. El gobierno perdió la iniciativa y ya sólo esperan los resultados que salgan en las “asambleas” de la CNTE para armar su plan B.

Piatto forte : Las reformas económica, hacendaria y energética.

Este mismo ímpetu del inicio, sugirió que era una buena idea centrar el primer año, en el mismo semestre, la reformas económicas de gran envergadura, a saber: la energética y la hacendaria. Apostando al impulso inicial, se abrieron al mismo tiempo todos los frentes. Pero la necia realidad cerró las nubes y comenzó la tormenta. En el caso de la energética, lo que no se midió en su justa dimensión fue que la división de la izquierda era tan profunda. ¿Cómo que no? ¿No fue acaso este dato el determinante para animarse a presentar ambas al mismo tiempo?

No, lo que no se midió fue que justamente la división es tan grande, que casi la única causa que los une es la oposición a la entrada de capital privado a Pemex. Y les dieron oxígeno puro…

Así pues, con la resistencia a cuestas, el plan B no dejó contentos, ni a tirios, ni a troyanos. En el caso de la hacendaria, lo que verdaderamente se necesita es, en medio de la crisis, generar incentivos económicos. Reducir impuestos a la productividad, y generalizar los del consumo, para no exprimir a la clase media. Cuidar la educación y la vivienda,  que son las que están en crisis, y apartar una canasta básica de alimentos y medicinas.

No obstante, la protesta latente activó el plan B que no cumple los objetivos que requiere el país sin el factor político, sino que: aprieta a la clase media (¿quién cree que paga hipotecas y colegiaturas?), no amplía la base gravable ( incluso elimina el IDE) y no disminuye el ISR para reactivar la economía,  sino que lo aumenta.

Más allá, el escenario se recrudece.  El pronóstico que a principio de año construyó aquella percepción del llamado Momento Mexicano. Entrando apenas al tercer trimestre del año y tenemos ya tres ajustes a la baja del pronóstico de crecimiento, que ha ido desde 3.5% hasta 1.7 por ciento. Y todavía no vemos lo peor, ya que, según lo explicaron las propias autoridades, la causa principal de los ajustes venía, para variar, del exterior. Es decir, de Estados Unidos que “crecía más lento de lo pronosticado”. Pues ahora, tras la profunda crisis política que acabó paralizando a la totalidad del Gobierno federal estadunidense y en medio de la batalla en el Congreso por el techo de endeudamiento de nuestro gigante vecino, a ver cómo nos va a nosotros. Si la crisis se prolonga y encima no aprueban un mayor techo de endeudamiento para el gigante, el crecimiento se irá al garete. Entonces sí  ¡Urge un plan B!

Dolce: la galleta de la suerte

Con el infaltable café. Para como va la cosa, saquemos varias, para elaborar del plan B a la Z. 

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